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mujer ira© Adobe Stock

Estrategias que te pueden ayudar a tener la ira bajo control

Algunas personas pueden experimentarla de manera más intensa que otras, y la gestión de esta emoción es crucial para mantener relaciones saludables y un bienestar emocional equilibrado


Actualizado 21 de noviembre de 2023 - 12:13 CET

Estamos, nadie lo duda, ante una emoción especialmente intensa. “La ira es una emoción natural y poderosa que todos experimentamos en algún momento. Se caracteriza por sentimientos de frustración, enojo o irritación ante situaciones que percibimos como injustas o amenazantes. Es una respuesta emocional, de las más intensas a nivel energético y emocional. Es una emoción puramente de movilización, podríamos decir”, nos cuenta Marc Rodríguez, Psicólogo Especialista en Inteligencia Emocional (@rodriemocion), que matiza que la intensidad de la ira puede variar según la situación y la persona. “Algunas personas pueden experimentarla de manera más intensa que otras, y la gestión de esta emoción es crucial para mantener relaciones saludables y un bienestar emocional equilibrado”, nos dice.

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¿Cuáles son las consecuencias de reaccionar con ira?

El experto nos cuenta que reaccionar con ira puede tener diversas consecuencias, tanto a nivel emocional como en nuestras relaciones y entorno. Un detalle a tener en cuenta es que el problema no es tanto reaccionar con ira, sino la forma y la intensidad al reaccionar.

Algunas de las repercusiones más comunes, cuando la ira es intensa y descontrolada son:

  • Deterioro de relaciones interpersonales: La expresión descontrolada de la ira puede causar conflictos y alejar a las personas. Puede afectar negativamente las relaciones familiares, laborales y sociales.
  • Problemas de salud: La ira crónica se ha asociado con problemas de salud como hipertensión, trastornos cardiovasculares y dificultades en el sistema inmunológico. Es muy frecuente en hombres.
  • Dificultades laborales: En el ámbito laboral, las reacciones impulsivas de ira pueden afectar el desempeño y la percepción de los demás sobre la capacidad de trabajar en equipo, en los peores casos pueden llevar a despidos procedimentales.
  • Arrepentimiento: Después de expresar la ira de manera impulsiva, es común experimentar sentimientos de arrepentimiento. Esto puede generar un ciclo de emociones negativas, como culpa, resentimiento, rencor, frustración y negación.
  • Aislamiento social: Las personas que reaccionan constantemente con ira pueden alejar a aquellos que los rodean, lo que puede llevar al aislamiento social y la falta de apoyo emocional.

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pareja discutiendo© Getty Images

¿Es la ira siempre una emoción negativa?

El experto parte de una idea: la ira en sí misma no es inherentemente negativa. Ninguna emoción lo es; de hecho, puede tener funciones adaptativas y ser una señal importante de que algo no está bien en nuestro entorno.

Es una emoción básica que puede movilizar energía y motivarnos a tomar medidas frente a situaciones percibidas como injustas o amenazantes. “Sin embargo, lo que determina si la ira tiene consecuencias negativas o positivas depende de cómo la expresamos y gestionamos. La clave está en la manera en que canalizamos esa emoción. Y nos detalla algunas perspectivas que respaldan la idea de que la ira no siempre es negativa", detalla el experto. ¿En qué casos la ira nos ayuda? Nos los resume en los siguientes:

  • La ira puede proporcionar la energía necesaria para abordar problemas y desafíos. Puede ser un impulso para tomar acciones constructivas y establecer límites saludables.
  • Experimentar ira puede ser una señal de que nuestras propias necesidades o límites personales no se están respetando, lo que comentábamos anteriormente. En este sentido, la ira puede ser un recordatorio de la importancia de establecer límites saludables en nuestras relaciones y entorno.
  • En situaciones de injusticia, la ira puede ser un motor para el cambio social. Ha sido históricamente una fuerza impulsora en movimientos sociales.

“Aunque la ira tiene aspectos positivos, es crucial aprender a expresarla de manera constructiva y a gestionarla adecuadamente. La violencia, verbal o física, y la expresión descontrolada de la ira pueden tener consecuencias negativas para la persona que la experimenta y para quienes la rodean. La clave está en desarrollar habilidades de inteligencia emocional para canalizar la ira de manera saludable y productiva”, sugiere el experto.

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¿Es difícil darse cuenta de que tenemos problemas para controlar la ira?

Reconocer que se tienen problemas para controlar la ira puede ser un proceso desafiante, ya que la ira puede nublar el juicio y afectar la percepción de uno mismo. Rara vez una persona se etiquetará como “violenta” o “agresiva” o con problemas para gestionar el enfado. Estas señales y pautas de comportamiento pueden indicar dificultades en el manejo de la ira:

  • Reacciones exageradas: Experimentar una respuesta emocional desproporcionada ante situaciones que, en realidad, no deberían generar tanta intensidad emocional. (esto requiere de cierto grado de autoconocimiento).
  • Problemas en relaciones: Dificultades para mantener relaciones saludables debido a respuestas impulsivas o expresiones agresivas de la ira.
  • Remordimiento posterior: Sentimientos de arrepentimiento o vergüenza después de expresar la ira de manera inapropiada.
  • Impacto en la salud: Problemas de salud física o emocional relacionados con la expresión descontrolada de la ira, como hemos comentado anteriormente.

Reconocer estas señales y estar abierto a la posibilidad de que exista un problema son pasos importantes. La autoevaluación, la reflexión y, en muchos casos, la búsqueda de la ayuda de un profesional de la salud mental pueden ser cruciales para abordar y mejorar el manejo de la ira.

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chica muy enfadada© Getty Images

Diferentes formas de afrontar los momentos de ira

Existen diversas formas de afrontar los momentos de ira. La clave, en opinión del psicólogo, radica en desarrollar estrategias que ayuden a manejar esta emoción de manera saludable y constructiva. “Esto obviamente es algo muy personal, cada persona debe encontrar su propia ‘receta’ para gestionar la ira. Pero a modo de pautas generales, lo que más suelo recomendar es lo siguiente”:

  • Reconocimiento y aceptación: Tomarse un momento para reconocer y aceptar la emoción de la ira sin juzgarse. La conciencia de lo que se está sintiendo es el primer paso para abordar la situación. Para eso es muy útil centrarse en las sensaciones corporales, temperatura, palpitación, sudoración, tensión…
  • Respiración profunda: Practicar la respiración profunda puede ayudar a reducir la activación fisiológica asociada con la ira. Respirar lentamente y profundamente es un calmante natural del sistema nervioso.
  • Distanciamiento temporal: Darse un tiempo y espacio antes de reaccionar impulsivamente. Alejarse de la situación por un momento puede proporcionar la claridad necesaria para responder de manera más tranquila y reflexiva. Lo que se conoce como tiempo fuera en psicología.
  • Ejercicio físico: La actividad física puede ser una forma efectiva de liberar la energía acumulada durante momentos de ira. Caminar, correr o practicar algún deporte pueden ayudar a canalizar la emoción de manera positiva.
  • Prácticas de relajación: Incorporar técnicas de relajación, como la meditación o el yoga, para reducir el estrés y promover un estado mental más tranquilo. (personalmente recomiendo la relajación progresiva de Jacobson)

“La combinación de estas estrategias puede ser efectiva, y es importante encontrar las que funcionen mejor para cada persona”, sugiere.

mujer haciendo respiraciones con los cascos puestos© Getty Images

Estrategias para gestionar y controlar la ira

“Gestionar y controlar la ira implica adoptar estrategias que nos permitan canalizar esta emoción de manera constructiva. Esa es la idea, no reprimirla, taparla o bloquearla. Debemos aprender a gestionarla y darle una salida saludable para nosotros y nuestro entorno”, apunta Marc Rodríguez, que nos resume varias estrategias efectivas:

  • Identificar desencadenantes: Reconocer las situaciones, eventos o pensamientos que activan la ira. Esto puede ayudar a anticipar y gestionar la emoción de manera más efectiva. La preparación es esencial.
  • Respiración consciente: Practicar la respiración profunda y consciente puede calmar el sistema nervioso. Inhalar profundamente, retener el aire y exhalar lentamente puede reducir la respuesta fisiológica asociada con la ira. Aconsejo la respiración 4-5-7.
  • Relajación muscular progresiva: Contracción y relajación consciente de los músculos para liberar la tensión acumulada.
  • Tiempo fuera: Alejarse temporalmente de la situación conflictiva para evitar reacciones impulsivas. Si lo combinamos con el contacto con la naturaleza o dar un paseo, aumenta mucho su efectividad.
  • Reevaluación de pensamientos: Cuestionar pensamientos irracionales que pueden intensificar la ira. Por ejemplo, en lugar de pensar "esto es inaceptable", cambiar a "esto es molesto, pero puedo manejarlo".
  • Expresión de sentimientos: Comunicar de manera clara y respetuosa lo que se siente y por qué. Por ejemplo, decir "me siento frustrado porque..." en lugar de culpar o atacar. Hacerlo escrito es una gran forma de canalizar esa energía.
  • Actividad física: Practicar ejercicio regular para liberar tensiones y canalizar la energía acumulada.
  • 'Hobbies' creativos: Participar en actividades que brinden una salida creativa, como pintar, escribir o tocar un instrumento.
  • Consultar a profesionales: Si la ira es persistente o difícil de manejar, buscar la ayuda de un profesional de la salud mental puede ser beneficioso.
  • Meditación: Incorporar prácticas de mindfulness y meditación para cultivar la atención plena y reducir la reactividad emocional. (esto es más preventivo).
  • Definir límites personales: Establecer límites claros y comunicarlos de manera asertiva para prevenir situaciones que puedan desencadenar la ira. Una vez más, la prevención es clave.

“La combinación de estas estrategias puede ser personalizada según las necesidades de cada individuo. Es importante practicarlas de manera regular para fortalecer la capacidad de gestionar la ira de manera saludable. El proceso lleva tiempo y esfuerzo, pero el desarrollo de estas habilidades contribuye significativamente al bienestar emocional y a relaciones más positivas”, concluye.

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