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mujer cirugia© Adobe Stock

Entrevista

¿Por qué nos operamos? Una cirujana plástica nos resume cuáles son los principales motivos

La doctora Maritina Martínez Lara acaba de publicar su libro 'Confesiones de una cirujana plástica', en el que analiza lo que sucede en las consultas, las líneas rojas del ejercicio de esta profesión y dónde está el límite entre el bisturí y la ética


Actualizado 8 de noviembre de 2023 - 12:42 CET

En España se realizan más de 200.000 intervenciones estéticas al año, una cifra que no para de aumentar. Un sector en el que los españoles se gastaron más de 2.600 millones de euros en 2020 en tratamientos estéticos en plena crisis sanitaria y económica. Pero, ¿cuáles son los motivos por los que nos operamos? Esa es la pregunta que se ha hecho la doctora Maritina Martínez Lara en su libro, publicado por Libros Cúpula y al que ha bautizado precisamente con esa pregunta: Confesiones de una cirujana plástica. ¿Por qué nos operamos? A lo largo de sus páginas analiza desde dentro lo que sucede en las consultas, las líneas rojas del ejercicio de esta profesión y dónde está el límite entre el bisturí y la ética. Le hemos planteado nuestras dudas sobre esta actividad que vive una auténtica edad dorada.

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por qué nos operamos© Libros Cúpula

Su día a día en consulta, un cambio en el perfil los pacientes... ¿qué le ha llevado a plantearse la pregunta que da título al libro, el hecho de saber por qué nos operamos?

Es cierto que estas últimas décadas ha ido cambiando algo el perfil de los pacientes, más siempre subyacen las mismas situaciones, y corresponden a la búsqueda en la cirugía plástica de un cambio en algún o algunos rasgos para así mejorar, o reparar, o reflotar nuestra autoestima. Desde pacientes muy jóvenes con rasgos que no consiguen asimilar en su imagen corporal y que les impide aceptarse (y así interactuar socialmente de forma sana) a personas que antes se gustaban y tras algunos cambios vitales ya no es así, a personas que sienten que con un aspecto mejorado se sentirán más seguras y en mejores condiciones para competir laboralmente (o para su vida social o hasta la sentimental), a personas que no se identifican con el aspecto que les van otorgando los años. Un sinfín de situaciones que nunca, o casi ninguna, podemos interpretar como actos de frivolidad o capricho. De ahí que la verdadera intención de este libro sea explicar qué hay detrás de la decisión de entrar en un quirófano, confiar tu cuerpo y (es cirugía, no lo olvidemos) tu vida en las manos de un cirujano plástico, desestigmatizando tantas ideas erróneas en torno a mi especialidad. Adelanto, nunca, o prácticamente nunca, es una idea precipitada y fruto de un capricho.

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La cirugía estética está en auge, y solo en España se realizan más de 200.000 intervenciones estéticas al año, ¿piensa que este boom de esta disciplina es temporal o que seguirá creciendo?

Seguirá creciendo, y es fácil entender por qué. Cada paciente satisfecho con su cirugía permite conocer a su entorno en qué consiste la cirugía, qué se puede lograr. Si es satisfactoria, puede mejorar tu calidad de vida o como mínimo la relación con tu cuerpo y tu autoaceptación. Cada paciente intervenido acerca, pues, el proceso de la cirugía a sus conocidos. Y si a esto le añadimos que cada vez importa más y más la imagen o el aspecto físico, es inevitable que el interés y la búsqueda de la cirugía siga en aumento. Podríamos añadir más razones, como la continua evolución y desarrollo de las técnicas quirúrgicas, o el excelente nivel de esta especialidad en nuestro país.

¿Han cambiado con el tiempo los motivos que nos animan a operarnos?

Yo pienso que los motivos siguen siendo los mismos, lo que ha cambiado es más bien la edad en que comienza el acercamiento a la cirugía, o la edad hasta la que permanece el interés por mejorar nuestro aspecto, o mantenerlo. O que la cirugía se siente cada vez como menos extraña o exclusiva y por tanto cada vez más personas se la planteen.

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¿Y el perfil de los pacientes que acuden a consulta?

Tal y como apuntaba más arriba, en efecto, esto sí ha ido cambiando.

  • Cada vez acuden más pacientes jóvenes. Los menores de edad sólo excepcionalmente, pues sus familias, con buen criterio, les recomiendan esperar a completar el desarrollo físico y mental, así que son casos puntuales, minoritarios, y que obedecen a situaciones de importantes complejos físicos ante rasgos que en verdad sienten como muy anormales y de muy difícil aceptación.
  • Los jóvenes se encuentran muy influidos por las redes sociales, los selfies, el bombardeo de tanta imagen de cuerpos normativos o casi perfectos y les afecta mucho el sentir que con sus rasgos o su aspecto quizás no gusten lo suficiente, y por otra parte están cada vez más informados al respecto de la cirugía.
  • Vemos también cada vez más personas con más edad solicitando cirugía, opino que como reflejo a una vida social ahora más activa en estas edades y a un sentimiento de vitalidad y optimismo por seguir viéndose bien y gustarse.
  • Y también, poco a poco, cada vez más hombres que, o bien se van sintiendo, también ellos, más presionados por mostrar buen aspecto para ser competitivos, o bien perciben la cirugía como algo también perfectamente lícito o razonable para ellos, o algo ya más conocido y a valorar si se quieren ver mejor. Hay tantas motivaciones…

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mujer mirándose en el espejo© Getty Images

¿Cuáles diría que son los principales motivos que hacen que recurramos a una intervención estética?

Tal y como explico en mi libro, en un intento de esquematizar las principales motivaciones, éstas serían (a mi juicio):

  • Normalizar rasgos anómalos o difícil de asimilar por su rareza o desproporción, buscar esa “normalidad” con la que no naciste. Este suele ser el planteamiento sobre todo en pacientes muy jóvenes
  • Embellecer o mejorar un aspecto “normal”, buscando una mejor relación con nuestra imagen corporal y nuestra identidad. Este suele ser el objetivo más común en pacientes de la segunda y tercera décadas.
  • Recuperar o volver al aspecto normal, por ejemplo, tras los embarazos o tras grandes cambios de peso. Vivimos y nuestro cuerpo cambia, y nos gustaría intentar, en lo posible, estar como antes o al menos volver a aceptarnos. Esto es lo más común entre pacientes de la tercera, cuarta o quinta décadas.
  • Antiaging, mantenimiento o cirugía del envejecimiento. Aceptar o no la edad y sus cambios.

¿Piensa que el desembarco de las redes sociales ha sido un punto de inflexión que ha marcado un antes y un después en este sentido?

Estoy convencida de ello. Estamos inundados de imágenes, especialmente de cuerpos normativos y bellos. Compartimos solo esas fotos donde nos vemos muy bien (es entendible…) y si es preciso, las retocamos. Sentimos, al final, que solo podemos compartir fotos que nos muestren fantásticos, al menos si pretendemos que esa foto guste y tenga muchos likes y así nuestra cuenta crezca en seguidores (ojo, que también puedes crecer en seguidores si compartes contenidos interesantes y de valor). Los algoritmos premian, y no parece haber modo de controlar esto, las imágenes sexualizadas, de forma que son éstas las que tendrán mayor visibilidad, lo que hace sea tentador mostrarse así para llegar a más personas. Y así aumenta y aumenta la obsesión por la belleza y al aspecto normativo, o el complejo por no tenerlo, y la sexualización, y la cosificación o, aún peor, la autocosificación. Y las personas, cada vez más inseguras con su aspecto, especialmente los jóvenes, calificando como ‘anormales’ rasgos de lo más ‘normal’.

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¿Considera que hemos podido llegar a normalizar la cirugía estética?

¿A qué llamamos normalizar? Si nos referimos a perderle el miedo, la verdad es que lo más habitual es que la gente se lo piense mucho antes de dar el paso de operarse y son excepción quienes no entran nerviosos y con temor al quirófano, por no decir sus familias.

Si nos referimos a que cada vez se conoce más la cirugía, es cierto, aunque yo aclararía que se conoce de forma bien sesgada y errónea tantas veces. Son pocas las personas que acuden a consulta bien informadas. Hay mucha desinformación respecto a todo el proceso de una cirugía, de las complicaciones a corto y largo plazo, de lo que es un quirófano, de las expectativas, de las indicaciones. Es verdad que hay muchísima más información ahora, más no siempre es la información adecuada y veraz la que tiene más alcance.

Por todo ello, yo diría que en general no, no afirmaría que se haya normalizado la cirugía plástica, aunque estamos en ese proceso. No aún. Aunque concedo que algunas cirugías, en ciertos grupos de edad, sí que están bastante normalizadas entre la sociedad.

Hay quienes siguen pensando que la cirugía estética no es una necesidad, sino que más bien responde a un capricho, ¿cuál es su opinión al respecto?

Creo que esto ya lo he explicado. Casi nunca responde a un capricho, son bien pocas las personas que entran en un quirófano, tras enfrentarse a sus miedos y a la opinión o juicio estigmatizante de su entorno, se intervienen, sufren un postoperatorio a veces largo, y asumen unas posibles complicaciones, la mayoría pasajeras y leves, otras muy serias, y así un largo etcétera, sólo por un capricho. El que no sea necesaria por imprescindible para vivir, o para moverse, o para ver, o para no provocar rechazo al vernos no significa que no la necesiten. Porque ¿y si sienten rechazo ellos mismos al verse, y si no se aceptan y esto les dificulta relacionarse? ¿Y si no quieres vivir con un aspecto que te desagrada, cuando sabes que una cirugía te lo puede modificar? ¿Te tienes que conformar y seguir sintiéndote mal? ¿Por qué no es lícito y se considera como no necesario, si esas personas realmente sí que lo necesitan para aceptarse? Ese prejuicio respecto a la cirugía hace tanto daño, y sería tan maravillosos dejar de juzgar a los demás, tengan el aspecto que tengan, se operen o no.

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cirugía de abdomen© Adobe Stock

¿Es complicado encontrar ese límite que existe entre el bisturí y la ética?

No debería serlo, no si tienes bien clara tu ética como médico y como cirujano. Por encima de todo, somos médicos, y la prioridad por encima de cualquier otra es el bien de nuestros pacientes. Me temo que la comercialización de la cirugía plástica, el intentar convertirla en un objeto de consumo, ha hecho un tremendo daño al desvirtuar lo que es un auténtico médico, más aún, un acto quirúrgico (con mayor trascendencia aún) en toda regla. Y me temo también que no todo el mundo tiene los mismos conceptos éticos, de ahí que, desde las asociaciones de médicos o las sociedades científicas, se hayan establecido códigos deontológicos en la idea de definir lo que es adecuado y marcar los límites de lo que no lo es.

¿Cuál es su opinión acerca de lo que ya han bautizado como la huella estética?

Este es un término, bien descriptivo, que se ha acuñado para definir el efecto del exceso de tratamientos, especialmente mediante rellenos o fillers, neuromoduladores, etc, que dejan un aspecto artificial y que denota, para mal, este sobretratamiento. No se refiere realmente a la cirugía estética sino a tratamientos no quirúrgicos. Lo cierto es que esto se ve, todos tenemos en la mente imágenes de personas tratadas en exceso o de forma inadecuada. Ahí está la experiencia y la formación de quien trata a los pacientes (aclaro que no es lo mismo cirugía estética que medicina estética, la primera es cirugía y la segunda no, de forma que un tratamiento de medicina estética como, por ejemplo, aumentar los labios con ácido hialurónico, no significa que te hayas hecho cirugía plástica), y dentro de esto el criterio para informar, indicar y, cuando sea necesario, limitar los tratamientos. Un apunte, muchas veces la cirugía, bien indicada y realizada, consigue resultados más naturales, por más que entienda que mucha gente no quiera pasar por quirófano, pero todos los tratamientos tienen sus indicaciones, y sus límites.

¿Una correcta gestión de las expectativas es fundamental en un campo como el de la medicina y la cirugía estética?

Está clarísimo. La cirugía sirve para lo que sirve, y además se realiza sobre el material que nos traen los pacientes, es decir, las características de su cuerpo, sus tejidos, sus individualidades, y se trata de un material biológico, que no reaccionará según un modelo matemático. Es decir, los resultados a esperar dependerán de dónde partimos, en qué situación está ese cuerpo que vamos a tratar, y cómo evolucione tras la cirugía, más allá de, por supuesto, qué técnica realicemos.

Nadie evoluciona igual, nadie está igual, nadie tiene una historia igual, por lo que tampoco puedes quedar igual. Este aspecto de las expectativas es del todo esencial, y es el deber del cirujano hacérselo saber, o intentarlo con cuantos medios podamos (muchas veces no hay modo de que los pacientes reciban bien el mensaje, tal vez porque a pesar de lo que se les diga no quieran creernos), para que quien se realice una intervención sepa qué se puede conseguir y qué no, lo mismo que qué complicaciones pueden surgir, que siempre puede haberlas por más que sea cirugía electiva, pues no deja de ser eso, cirugía. Y esto no son matemáticas, es biología, no podemos garantizar exactitud.

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operación aumento de pecho© Adobe Stock

 

¿Y también lo es una correcta gestión de nuestras emociones?

Eso sería perfecto, de nuestras emociones, de cómo percibimos nuestro aspecto, de cómo lo valoramos, de qué herramientas tenemos (afectivas, intelectuales, sociales…) para analizar y solventar cuanto nos va ocurriendo, a nosotros y en torno a nosotros.

Sería fundamental crear una identidad con mejores fundamentos y donde el peso de la imagen o el aspecto físico no fuera tan importante pues no hay nada más cambiante y endeble como base que esto.

Pero esto no significa que las personas que buscan una cirugía tengan problemas psicológicos, ni que tengamos que recomendar consulta con un psicólogo por método. Hay quien sí los tiene (y es importante detectarlos, aunque por más experiencia que nos den los años de consultas y quirófanos nosotros no somos psicólogos y hay muchas cosas que no llegamos a identificar), hay quien no debería operarse hasta resolver o mejorar sus problemas o, y es así, hay quien mejora estos problemas al operarse, porque ese rasgo que tanto le afectaba por catalogarlo como tan “anormal” era lo que le impedía aceptarse y avanzar en la creación de su identidad y una adecuada autoestima. Sin duda, la cirugía plástica también sirve para eso.

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