Adriana Abenia 'se desnuda' emocionalmente en La vida ahora, el libro que acaba de publicar con la Editorial Vergara, y en el que la presentadora de televisión no duda en compartir con los lectores cómo ha sido su experiencia en primera persona para sobreponerse a la presión del éxito, que le llevó a tener problemas de salud, y también cómo aprender de la experiencia. Lo narra desde las entrañas, en primera persona, echando la vista atrás hacia ese pasado que llegó a hacerle daño, pero contando cómo consiguió sanar sus heridas.
Y es que todo se desmoronó un 7 de octubre de 2010. Han pasado 13 años. "He sufrido una afasia del habla. La resonancia cerebral no sale bien. Mi mundo del revés. Me ingresan en la séptima planta y decido llevarme el secreto conmigo", escribe en el libro la que fuera reportera de Sálvame, con quien hemos tenido la oportunidad de hablar con motivo del lanzamiento de su libro. "Nunca imaginé que me atrevería a abrirme en canal, porque ello implica necesariamente regalar tus puntos flacos al mundo. Pero si con esto consigo que alguno o alguna de vosotros dé marcha atrás en su tristeza en el preciso momento en el que piensa que todo está perdido, habrá valido la pena", ha reconocido.
Lee también: Esta terapia te ayuda a curar las heridas emocionales para que no duelan más
El éxito es, para muchas personas, el objetivo, pero tiene su cara B, podríamos decir. ¿De qué forma piensa que nos puede llegar a presionar el éxito?
El éxito es motivo de celebración, pero pocas veces analizamos con detenimiento que triunfar implica más responsabilidad, mayor nivel de estrés o menos tiempo para ti mismo, tu familia o tus amistades. Conlleva más críticas a tu alrededor porque cuanto más expuesto estás más sientes que a ratos hay personas a las que les molesta que te vaya bien y se esfuerzan en amortiguar tus logros. Y en ese momento valorarte y poner límites es clave para que la situación no te engulla y pases de la felicidad al caos en menos que canta un gallo.
En su caso, ¿cuáles fueron las principales consecuencias de esa presión?
Mis comienzos en la tele fueron muy precipitados, todo iba tan rápido que parecía no tener tiempo para parar, pensar y reflexionar qué deseaba hacer con mi vida. En mi mente solo viajaba la idea de que era “mi gran oportunidad” y olvidé escucharme por encima de otras voces -algunas de ellas interesadas en desequilibrarme-, ofrecí más veces de las que habría deseado un no por respuesta, perdí energía en hacer cosas que no quería llevar a cabo y descuidé mi salud, hasta que un 7 de octubre del año 2010 la di por perdida.
Lee también: ¿Qué consecuencias puede tener el éxito en la salud mental?
'Desde muy pequeña, me hicieron creer que el éxito era el pase de oro para la felicidad'. ¿Llegó a serlo en algún momento en su caso?
Me convencí a mí misma de que sí, pero con el tiempo te das cuenta de que no es una felicidad real hacer ver a los demás que eres feliz simplemente porque te ven brillar, aunque los verdaderos motivos que te han llevado hasta allí estén apagados.
'Nunca imaginé que me atrevería a abrirme en canal', ha reconocido. ¿Qué cambió? ¿Qué la llevó a hacerlo?
La editorial Penguin Random House se puso en contacto conmigo hace unos meses para convencerme de que contara mi historia. Al principio era reacia a recuperar tanto dolor, pero mi marido me empujó a llevarlo a cabo y pensé que había llegado el momento de hacer las paces con el pasado. También me convenció el hecho de que mi ejemplo pudiera ser de gran utilidad para otras personas en similar situación, que sintiesen que no están solas y que es posible volver a ponerse al mando de tu vida. De ahí que me dejara la tinta en contar las herramientas de las que me serví para volver a ser dueña de mí misma.
Lee también: ¿Y tú, piensas que puedes tener miedo al éxito?
¿Qué se va a encontrar una persona que tenga en sus manos La vida ahora?
Una historia que comienza hablando de debilidades y acaba sumando fortalezas. Un relato duro en ocasiones, con bastante autocrítica, salvajemente sincero, pero muy tierno.
En la portada ya aparece una frase que es toda una declaración de intenciones: 'No necesitas ser perfecta, sino ser tú misma'. ¿Debemos de huir de ese perfeccionismo que muchas veces nos autoimponemos?
La perfección no existe y tratar de perseguir algo irreal resta mucha energía. Buscar la excelencia a toda costa solo hará que nos sintamos infelices por no acariciarla, de ahí que nuestra frustración la volquemos en las redes y tratemos allí de ser perfectos a los ojos de los demás. Y es muy triste, porque en el fondo lo que estamos pensando en que si nos mostramos tal y como somos no seremos lo suficientemente buenos para gustar al resto, cuando la verdadera victoria es querernos a nosotros mismos tal y como somos, sin la necesidad de que nadie nos valide.
Lee también: ¿Tienes un miedo obsesivo a no ser perfecta? Descúbrelo con este test
¿Cuáles piensa que son las estrategias a las que debemos recurrir para conseguir ese objetivo de ser nosotros mismos?
Ser realistas con lo que somos, no perseguir ser nuestra mejor versión tal y como nos empujan algunos eslóganes disfrazados de desarrollo personal, y querernos más, casi como lo haría nuestra abuela.
¿Piensa que deberíamos darle más importancia al autocuidado, escuchar las señales que nos envía nuestro cuerpo?
Es clave, ojalá yo lo hubiera hecho. He estado bloqueada durante años por no haber tenido más consciencia de mi estado cuando el trabajo secuestró mi vida.
Sin embargo, no siempre es fácil, teniendo en cuenta nuestro ritmo de vida, vertiginoso en ocasiones, que nos lleva a querer llegar a todo, ¿no cree?
Es imposible llegar a todo, la vida es un ejercicio de renuncias, en algún momento hay que tomar la decisión de dejar algo de lado para que la maquinaria no se rompa.
En su libro, un capítulo se titula Vivir con el piloto automático, ¿por qué piensa que hemos llegado a esta situación y, lo más importante, piensa que tiene remedio?
Vivimos en una sociedad en la que cuanto más competente eres, mejor, anticipándonos siete jugadas a lo que va a suceder. Haciendo virguerías para conciliar trabajo y familia, a tal velocidad que no nos paramos a pensar y a hacer balance de lo que ganamos o perdemos con ello. Consumimos la vida en lugar de disfrutarla.
Con mi libro invito a pensar en la idea de frenar de vez en cuando, para poder ordenar prioridades, evaluar sensaciones y entender nuestros deseos.
Lee también: Por qué deberíamos dejar de obsesionarnos con la búsqueda de la felicidad, según un psiquiatra
¿De qué manera le ha servido plasmar en negro sobre blanco su propia experiencia en este libro?
He constatado que el tiempo lo ha resuelto todo. Ha sido tremendamente terapéutico traer el pasado al “ahora” y analizar con perspectiva todo lo ocurrido y sentido.
¿Cuáles han sido, en su caso, sus tablas de salvación ante una situación en la que se sintió, sin duda, sobrepasada?
Escribir Lo que moja la lluvia, mi primera novela, me ayudó a escapar de mi historia, escribir fue como llorar, supuso un alivio. También alejarme de lo que me hacía daño. Pero sin duda la ternura y comprensión de Sergio, mi pareja desde los 15 años, fue clave. El amor y el humor son salvavidas.
¿Piensa que es también importante aprender, de una vez por todas, a decir que no?
Es vital. Ten en cuenta que cuando le dices a alguien que sí y en realidad quieres decirle que no, a quien le estás diciendo que “no” es a ti mismo.
¿Qué le parece el hecho de que, por fin, estemos empezando a darle a la salud mental la importancia que realmente tiene?
Que ya era hora, debería ser una prioridad. Pedir ayuda y acudir a un psicólogo o psiquiatra es querer buscar soluciones. Es necesario el bienestar mental, en niños, adolescentes y adultos. Las cifras de suicidio son alarmantes, y gran parte de culpa la tiene el no haberle sabido dar como sociedad valor a la salud mental. También es terrible el hecho de que el 90% de los problemas de salud mental se resuelvan en la consulta de un médico de familia, sin que se deriven a un especialista, con pastillas. Un psicólogo o psiquiatra, para muchas personas, supone un gasto inasumible. Debería reforzarse esta pata sanitaria en la sanidad pública de manera urgente.