Las funciones del nervio vago en nuestro organismo están fuera de toda duda. Podríamos decir, de hecho, jugando con su nombre, que de vago no tiene nada. Se trata, tal y como nos explica Elisa Blazquez (@elisa.blazquez), directora del equipo de nutrición Tu nutricionista integrativa, del décimo nervio craneal y se trata del más largo y complejo. “Se extiende desde nuestro cerebro hasta gran parte de nuestras vísceras, incluyendo el corazón, los pulmones y el sistema digestivo. Es como una gran autopista de información de doble sentido por la que nuestro cerebro coordina gran parte de la actividad que ocurre en nuestro interior. Es más, es el principal responsable del llamado eje intestino-cerebro”, apunta la experta.
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Por su parte, Rebeca Cáceres Alfonso, Doctora en Psicología, psicóloga sanitaria y Directora de Tribeca Psicólogos, nos explica que el nervio vago es de los más complejos e importantes de nuestro organismo además de ser fundamental para nuestro bienestar físico y anímico. "El nervio vago es el conducto principal del sistema nervioso parasimpático. Interviene en procesos vitales como la respiración, el ritmo cardiaco, la digestión o la inflamación, entre otros. El papel del nervio vago es fundamental en la salud mental, pues interviene la respuesta de relajación y en el mantenimiento de la homeostasis (equilibrio). Además, ayuda a regular las emociones liberando hormonas relacionadas con la relajación y la reducción del estrés", nos cuenta.
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Múltiples funciones del nervio vago
Tal y como nos explica la especialista en Nutrición, es parte del sistema nervioso parasimpático que se encarga de regular las funciones involuntarias del cuerpo en estado de reposo o relajación. Y nos habla de sus múltiples funciones, muchas de ellas relacionadas con nuestra digestión. “Su función está asociada con la conservación y restauración de la energía del cuerpo. Cuando estás en un estado de calma o de reposo, el nervio vago ayuda a reducir la frecuencia cardíaca, disminuir la presión arterial, estimular la digestión y promover la relajación de los músculos en el sistema gastrointestinal. También facilita la liberación de enzimas digestivas y estimula la absorción de nutrientes en el tracto digestivo. Se encarga de que la digestión ocurra con normalidad y de manera satisfactoria. También está involucrado en la sensación de saciedad, transmitiendo señales al cerebro para indicar cuándo estamos satisfechos después de comer, lo que contribuye al control del apetito y la alimentación adecuada.
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La influencia del estrés
Elisa Blázquez nos explica que cuando tenemos altos niveles de estrés mantenidos durante mucho tiempo, el nervio vago inactiva la digestión, la producción de jugos gástricos y los movimientos intestinales. “Por lo tanto, el proceso digestivo se ve inhibido de forma permanente. Pero, por otro lado, el estrés nos lleva a mal comer y aquí se complica más la cosa. Picoteo constante, como rápido, engullo... y la digestión es mala porque no estamos produciendo los jugos necesarios y el movimiento gastrointestinal está inhibido por nuestro sistema nervioso. Nos sentimos hinchados, con el abdomen bloqueado y llenos de gases”, detalla. “Por ello es fundamental activar correctamente el nervio vago cuando vamos a comer y para ello necesitamos estar relajados”, sugiere la especialista.
"Algunos autores concluyen que hay un circuito de retroalimentación positiva entre el tono vagal alto, las emociones positivas y la buena salud física. Por el contrario, un tono vagal bajo se relaciona con personas que se estresan fácilmente y les cuesta recuperarse de una situación de estrés experimentada", cuenta por su parte Elisa Blázquez.
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Síntomas que nos alertan de una disfunción del nervio vago
Tal y como nos explica Rebeca Cáceres, la disminución del tono vagal se ha relacionado con problemas de salud física y mental que van de leves a graves. Algunos síntomas y trastornos relacionados con el tono vagal son:
- Estreñimiento.
- Depresión.
- Ansiedad.
- Estrés.
- Epilepsia.
- TDAH.
- Dificultad para tragar.
- Disfagia.
- Migrañas.
- Demencia.
- Enfermedad cardíaca.
- Subidas de presión arterial.
- Síncope vasovagal.
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Los beneficios de estimularlo
Nos planteamos si estimularlo puede ayudar a reducir problemas de salud mental, como la ansiedad o la depresión. "Podría decirse que el nervio vago ejerce como un sistema de control de cara a detectar posibles problemas en el cuerpo, en el entorno o en otras personas, por lo que estimular el nervio vago es clave para mejorar o reforzar la salud mental", nos anticipa Barca Mojarro Corrales, Psicóloga sanitaria de Tribeca Psicólogos, que añade que tener un tono vagal alto, o lo que es lo mismo, un nervio vago que se activa de forma eficaz, se relaciona con una mayor capacidad para lograr el equilibrio emocional y para reducir la respuesta de lucha o huida que a menudo se encuentra intensificada en personas con ansiedad y depresión. "Por el contrario, una persona que tiene un tono vagal bajo tiende a activarse emocionalmente con mayor facilidad y presenta mayor dificultad de cara a volver a un estado de homeostasis o relajación, lo que influye en la respuesta que se le da al estrés y la ansiedad, y a la regulación del estado de ánimo", nos explica.
¿Cómo activar el nervio vago?
"Aquello que modula, o lo que es lo mismo, activa o estimula el nervio vago, es lo que nos permite fortalecerlo y tonificarlo. Si contamos con un tono vagal alto aumentará nuestra capacidad para regularlo y equilibrarlo, por lo que es importante dedicar
tiempo a activar nuestro nervio vago con el fin de transmitirle una señal de seguridad a nuestro cuerpo", nos comenta Barca Mojarro.
Así, Elisa Blázquez y Barca Mojarro nos detallan que hay técnicas, ejercicios y herramientas sencillas que podemos aplicar a diario y que nos pueden ayudar a mejorar nuestro tono vagal:
- La respiración diafragmática. Recomienda inhalar por la nariz y llevar el aire al abdomen, sostener el aire un par de segundos y exhalar muy lentamente. Lo ideal es hacer esto entre 5 y 10 minutos un par de veces al día. Hay que practicar
inhalaciones y exhalaciones lentas y completas que involucren al diafragma. - La meditación y el mindfulness. Es una de las técnicas más demostradas científicamente a la hora de propiciar cambios en nuestro sistema nervioso y mejorar la actividad del nervio vago. Pero también nos ayuda todo aquello que nos ayude a relajarnos, una buena música, la risa, las visualizaciones positivas, estar en la naturaleza.
- Realiza ejercicio. Hay que moverse, la actividad física es una de las mejores maneras de contribuir a la disminución del estrés y para estimular el nervio vago. Está específicamente recomendado el yoga, ya que aumenta la actividad parasimpática del sistema nervioso.
- Duchas de agua fría. Tal vez no lo sabías, pero esta costumbre activa el nervio vago y promueve la acción antiinflamatoria en nuestro cuerpo. Puedes empezar acabando las duchas con agua fría. También es útil lavar la cara con agua fría.
- Llevar a cabo rutinas de estiramiento y relajación.
- Estimular la risa y las conexiones sociales positivas.
- Cantar, hacer gárgaras o tararear.
“En definitiva, el nervio vago se activa cuando nos relajamos y realizamos actividades que nos hacen sentir bien. Y esto es fundamental, no solo para hacer una correcta digestión, sino también para controlar la inflamación en nuestro organismo”, concluye Elisa Blázquez.