No siempre somos conscientes del efecto que pueden provocar las palabras que nos dicen los demás en nuestro bienestar. Menos, aún, las que nos decimos nosotros mismos. Los expertos nos advierten, en este sentido, de que hay que tener mucho cuidado con nuestro diálogo interior, puesto que nuestro cerebro entiende que lo que estamos diciendo es cierto. Carina Barker, experta en terapia integrativa y autora del libro Yo soy. Tú eres. El valor de ser uno mismo nos explica cómo la programación neurolingüistica (PNL) y las palabras nos influyen y qué debemos hacer para aliarnos con ellas y alcanzar el éxito y el bienestar.
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¿Cuál es el impacto de las palabras en nuestro cerebro?
Está científicamente demostrado que el lenguaje genera cambios en nuestro cerebro y modifica nuestra percepción del entorno y de la realidad. Cuando escuchamos o leemos, nuestro cerebro procesa de manera activa todas esas palabras, atendiendo tanto a su significado como a su conexión con otras ideas, conceptos y creencias almacenados en nuestra mente. Precisamente por eso tienen un gran impacto en nuestro ser e interfieren directamente en nuestra lógica, nuestro control de mando.
El lenguaje actúa como puente entre nuestros pensamientos internos, nuestras emociones y nuestras acciones externas, por lo que, de las palabras que elijas (o recibas), dependerán tu juicio, tu forma de sentir y de actuar. Y esta relación es la misma tanto para las palabras que se dicen en voz alta como para las que no.
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¿Tanto si es positivo como negativo, o más si es negativo?
Las personas tendemos a ser más conscientes del impacto del lenguaje negativo debido a su efecto inmediato en las emociones y las relaciones interpersonales. Sin embargo, el lenguaje positivo también tiene un papel fundamental en el bienestar emocional y la construcción de relaciones saludables. De ahí la importancia de tomar conciencia del verdadero valor de las palabras y de revisar cómo nos hablamos a nosotras mismas y a los demás.
Si bien es cierto que las palabras de aliento y el elogio pueden elevar el estado de ánimo y generar sentimientos de confianza y autoestima, las palabras críticas o hirientes pueden causar dolor emocional y ansiedad. De modo que todas, independientemente de que estén asociadas a emociones positivas o negativas, tienen una influencia directa en nosotras.
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¿Podemos aprender a mejorar este diálogo, tanto externo como interno?
Cultivar el arte de aprender a comunicarnos con nosotras mismas y con los demás no solo es posible, sino también necesario, casi urgente. Porque, además de aumentar nuestro bienestar interior, nuestra autoestima y nuestras fortalezas, contribuye a crear ambientes positivos y armoniosos, lo que se traduce en relaciones más saludables, satisfactorias y enriquecedoras.
Mejorar este diálogo, tanto interno como externo, requiere práctica y paciencia, pero se puede conseguir, empezando por aplicar dos principios clave:
- Responsabilidad: ser consciente en todo momento del impacto de las palabras en los demás y en una misma, así como utilizar el lenguaje de manera ética y considerada.
- Empatía: respetar los límites del otro interiorizando que cada cual tiene sus propias vivencias y creencias, e intentando comprender la diversidad de perspectivas.
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Ejercicio de PNL para utilizar a tu favor el poder de las palabras
Prestar atención al impacto corporal de las palabras es una muy buena forma de tomar conciencia de su verdadero poder. Te propongo un ejercicio de PNL para que puedas comprobar fácilmente su efecto y su influencia en tus pensamientos y emociones.
Busca un lugar donde puedas disfrutar de unos minutos de paz y tranquilidad y date un tiempo para decirte a ti misma lo que piensas de una persona determinada. Insúltala, haz críticas duras, nadie más que tú va a enterarse, así que dale rienda suelta a tu imaginación. Estoy segura de que no te faltarán palabras.
Una vez finalizado ese tiempo, escucha las sensaciones en tu cuerpo. ¿Cómo se encuentra? ¿Qué parte está más tensa? ¿Qué movimientos quiere hacer? ¿Te resulta familiar esa reacción?
Como segundo paso, realiza tres respiraciones profundas, sacude un poco tu cuerpo y tu cabeza, suavemente. Esta vez, dite muchos elogios a ti misma, todos aquellos halagos que te gustaría oír de tus padres, amigos o personas de tu círculo de confianza. Vuelve a prestar atención a tu cuerpo y a las sensaciones que estás experimentando. ¿Qué ha cambiado?
Por último, pregúntate cuál de los dos ejercicios te ha resultado más sencillo. ¿Qué palabras salen con más facilidad? ¿Cuáles te crees más e impactan de una forma más significativa? ¿Ves ahora su influencia?
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