Debemos comer sano. Es una evidencia que está fuera de toda duda. Pero el hecho de comer de una forma saludable debería ser algo que formara parte de nuestra vida sin esfuerzos y sin obsesiones. Y es que la obsesión por seguir una alimentación perfecta puede generar estrés, ansiedad y dificultades en las relaciones sociales y, lo que es todavía más grave, aumentar o desencadenar un trastorno de la conducta alimentaria. Una dieta equilibrada y variada es fundamental para proporcionar al cuerpo los nutrientes necesarios y el hecho de privarse de grupos enteros de alimentos puede llevar a deficiencias nutricionales y a problemas de salud a largo plazo.
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De hecho, en 2016 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) incluyó las “dietas detox” entre los riesgos emergentes nutricionales debido a su alto contenido en oxalatos, que pueden reducir la cantidad de calcio, hierro o potasio disponible para el organismo y conducir hacia patologías mucho más serias. Y es que, los diferentes movimientos “fitness” y “healthy” parecen haber agravado un problema de salud mental muy grave como son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
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Obsesionados con la dieta
Queremos profundizar en cómo puede afectarnos a nivel de nuestra salud mental el hecho de obsesionarnos con nuestra alimentación. “A nivel mental, la presión social, la autoexigencia y una autoestima baja pueden desencadenar conductas alimentarias poco sanas, relacionadas, por ejemplo, con la restricción calórica o el rechazo sistemático a ciertos grupos de alimentos. Antiguamente, además, el patrón de TCA se solía asociar a mujeres jóvenes, pero en la actualidad hemos visto que afecta prácticamente a todo el grupo poblacional independientemente del sexo o la edad. Estos trastornos son complejos de tratar y, por ello, recibir una educación nutricional desde distintos ámbitos (en el colegio, en casa, en los hospitales…) es de vital importancia”, nos cuenta María Sánchez, eHealth Manager de Cigna Healthcare.
En busca de la alimentación perfecta
¿Por qué piensa que puede haber personas que lleguen a obsesionarse por seguir una alimentación perfecta? “Existen varios factores que pueden empujar a que las personas se obsesionen con una alimentación perfecta. Por un lado, la presión social y cultural por tener un cuerpo perfecto (publicidad, redes sociales…) y, también en muchas ocasiones, personas que ya sufren de algún trastorno relacionado con la salud mental”, nos cuenta. Añade, además, que las personas con ansiedad o “muy perfeccionistas” pueden ser más propensas a desarrollar obsesiones relacionadas con la alimentación, pero también aquellas que han sufrido alguna experiencia traumática relacionada con la alimentación (como un TCA en el pasado).
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Posibles problemas de salud
No se puede perder de vista que el hecho de llegar a tener ese grado de obsesión por comer de forma sana puede generarnos estrés, ansiedad o incluso trastornos de la conducta alimentaria. “La obsesión por seguir una alimentación perfecta puede generar estrés y ansiedad significativos y esto claramente afecta de forma negativa a la calidad de vida, desde restricciones en los eventos sociales hasta aislamiento y soledad”, nos explica. Pero en los casos más extremos, la obsesión por la alimentación puede evolucionar hacia un trastorno de la conducta alimentaria. “Aquí es importante distinguir los dos grupos principales. Por un lado, los que tienen identidad diagnóstica propia: la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. Y, por otro lado, los denominados Trastornos de la Conducta Alimentaria No Especificados (TCANE) como pueden ser la ortorexia (obsesión compulsiva por seguir una alimentación estricta y "perfecta"), la vigorexia (obsesión por un cuerpo musculoso libre de grasa) u otras conductas poco saludables como la famosa potomanía (deseo de beber grandes cantidades de líquido, generalmente agua, de manera compulsiva y sin que exista una sensación previa de sed)”, nos detalla.
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La influencia de las redes sociales
Y en toda esta ecuación entra otra variable, sin duda importante: las redes sociales y, en consecuencia, los ideales de belleza que propone. “Las plataformas de redes sociales a menudo promueven estándares de belleza poco realistas a través de imágenes retocadas y filtros. Esto puede hacer que las personas se sientan insatisfechas con su apariencia y que busquen cambiar su cuerpo a través de dietas que son extremas y poco saludables, lo que puede tener un impacto negativo en su salud mental y física. Se trata de usar esta herramienta de manera equilibrada y evitar una comparación constante con los demás”, nos explica.
Mejorar nuestra relación con la comida
Sin duda, una de las claves es mejorar nuestra relación con la comida. “Es fundamental para mantener una alimentación saludable y una buena salud mental. Una relación saludable con la comida implica tener una actitud equilibrada y positiva hacia los alimentos, sin obsesiones, restricciones extremas ni comportamientos extremos relacionados con la alimentación”, sugiere María Sánchez, a la que le planteamos la que es, tal vez, la pregunta del millón, ¿cómo podemos conseguirlo? “Comer con conciencia, prestando atención a las señales de hambre de nuestro es cuerpo es fundamental para distinguir el hambre psicológico del emocional. Es decir, aprender a cuando estamos saciados y cuando comemos por una situación de estrés o ansiedad. Son en estas situaciones cuando abusamos de snacks poco sanos como azúcares y/o ultraprocesados”, nos dice. Y hace hincapié en un aspecto importante: sobre todo, olvidarse de las dietas de moda que no son sostenibles a largo plazo. “Es decir, todos aquellos planes restrictivos que prometen una rápida (y, a menudo, poco saludable) pérdida de peso. Trabajar una relación sana con la alimentación y aprender a comer bien de acuerdo con las necesidades de cada persona sí que es sostenible en el tiempo y, además, saludable”, apunta.
Para finalizar, le preguntamos qué les diría a las personas que están constantemente a dieta. “Les diría que siempre que opten por una dieta o plan nutricional lo consulten siempre con un dietista o nutricionista para que les puedan ofrecer orientación personalizada basada en las necesidades particulares de cada persona. Y, por supuesto, dejar de contar calorías y obsesionarse con este concepto que puede desencadenar una relación disfuncional con la comida”, concluye.