La enfermedad de Graves es una patología autoinmune que cursa con aumento de las hormonas tiroideas, también llamado hipertiroidismo. Está causada por anticuerpos dirigidos en contra de los receptores presentes en las células tiroideas y también en la superficie de las células que se encuentran en la órbita. Puede cursar, por tanto, con afectación oftalmológica, conocida como Oftalmopatía de Graves. Otro órgano que se puede ver afectado es la piel, habitualmente a nivel de las piernas.
Sobre cómo puede afectar a nuestra vista, hemos hablado con la doctora Eva Vico, especialista en órbita y oculoplastia en el Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.
¿Es una enfermedad poco frecuente?
La oftalmopatía suele aparecer unos meses después de comenzar con la enfermedad tiroidea, pero, en algunas ocasiones, la precede. También hay casos de oftalmopatía que no llegan a desarrollar hipertiroidismo. La frecuencia de enfermedad de Graves en la población general es del 1% y la oftalmopatía es clínicamente sintomática en el 40% de ellos. La mayoría de los pacientes afectados suele serlo en un grado leve moderado. Solo un 3-5% son casos considerados como severos.
¿Cómo se manifiesta, cuáles son los síntomas que nos pueden alertar de que padecemos esta enfermedad autoinmune?
Los síntomas más incipientes son irritación ocular, enrojecimiento, dificultad para enfocar, sensibilidad a la luz, aumento de lagrimeo o sequedad de los ojos. En casos más avanzados puede aparecer visión doble, ojos saltones y más abiertos, así como dificultad para el cierre total de los ojos.
Cuando la inflamación progresa aparecen síntomas como ojo rojo, parpados hinchados y enrojecidos, inflamación de la conjuntiva o dolor retro ocular que aumenta al mover los ojos. Ya en casos muy avanzados y en más raras ocasiones pueden formarse úlceras corneales, o producirse compresión del nervio óptico con pérdida de la visión.
Le también: ¿Sabías que los problemas de visión pueden delatar la presencia de otras enfermedades?
¿Hay personas con un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad?
Es más frecuente en el sexo femenino, pero los casos de afectación en hombres suelen ser de mayor severidad. Un factor de riesgo ampliamente demostrado para el desarrollo de la oftalmopatía es el hecho de ser fumador. En los pacientes que fuman, la evolución y respuesta al tratamiento de la enfermedad es peor. Por ese motivo, cuando se diagnostica la enfermedad se recomienda al paciente el abandono del hábito tabáquico.
La presencia de afectación cutánea, concretamente en la zona pretibial, es un factor de riesgo de desarrollar oftalmopatía grave. Además, los pacientes diabéticos responden peor a los tratamientos farmacológicos de la enfermedad de Graves y tienen mayor riesgo de poder desarrollar pérdida de visión por daño del nervio óptico.
¿Cuál es el tratamiento que debe seguir una persona diagnosticada con la enfermedad de Graves?
En los casos incipientes, existen algunas medidas que pueden ayudar a llevar mejor los síntomas de la enfermedad:
- Dormir con la cabecera de la cama elevada y aplicar frío en los párpados por la mañana contribuye a reducir la hinchazón de los ojos al levantarse.
- La utilización de gafas de sol mejora la fotofobia y protege los ojos de factores ambientales desfavorables.
- La utilización de lágrimas artificiales mejora los síntomas de ojo seco, hidrata la superficie ocular y ayuda a mejorar la calidad visual durante el día. Por la noche, puede ser útil la utilización de lubricantes para prevenir la formación de ulceras corneales, sobre todo en pacientes con dificultad para el cierre completo de los ojos.
Cuando el proceso ya alcanza un grado más severo de actividad, existen tratamientos que se administran vía intravenosa y reducen la actividad de la enfermedad como son los corticoides o algunos inmunosupresores como Rituximab, Tocilizumab o Teprotumumab. El fármaco más utilizado en estos casos es la Metilprednisolona y, en casos de mala respuesta al tratamiento, es cuando se recurre a los inmunosupresores o a la radioterapia.
La cirugía también es un arma terapéutica útil en casos en los que se ha controlado la fase inflamatoria de la enfermedad y se quieren solventar las secuelas que ha producido:
- La descompresión orbitaria se realiza en los casos en los que se quiera mejorar el exoftalmos (la proyección o salida hacia fuera del globo ocular, lo que puede dar la impresión de ojos saltones).
- La cirugía sobre los músculos extraoculares permite la corrección de la visión doble.
- La cirugía de los párpados busca mejorar la estética de estos pacientes devolviéndoles a un estado similar al previo a la enfermedad.
Lee también: ¿Conoces la uveítis, la inflamación ocular que puede llegar a causar ceguera?
¿Cuáles son las posibles complicaciones que pueden aparecer?
En ocasiones, a pesar de un adecuado tratamiento farmacológico, pueden aparecer una serie de complicaciones:
- La neuropatía óptica compresiva es la complicación más grave y precisa un tratamiento urgente, ya que de lo contrario puede llevar a la pérdida de visión irreversible.
- La dificultad en el cierre de los párpados ocasionado por el exoftalmos puede ocasionar alteraciones a nivel de la córnea que, si no se tratan adecuadamente, favorecen la aparición de úlceras corneales.
- Los pacientes pueden tener visión doble o diplopía tras haber pasado la fase de inflamación. Esto es debido a la fibrosis residual de los músculos extraoculares que precisaría corrección mediante la colocación de prismas o mediante cirugía de estrabismo.
- El exoftalmos, así como las alteraciones en los párpados en pacientes que no tienen actividad de la enfermedad, son secuelas que solo pueden ser corregidas mediante cirugías como la descompresión orbitaria, la blefaroplastia, el alargamiento palpebral o la cirugía sobre los músculos elevadores de los párpados.