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¿Sabías que el otoño puede afectar al equilibrio de tu microbiota?

El cambio de estación es un momento en el que puede aparecer astenia, lo que afecta al conocido eje intestino-cerebro


Actualizado 2 de octubre de 2023 - 13:51 CEST

Aunque estamos en pleno veranillo de San Miguel, ese en el que suben las temperaturas y nos recuerda a los largos días del estío, lo cierto es que ya hemos dado la bienvenida al otoño, que va unido a la disminución de las temperaturas, los días nublados y lluviosos y la reducción de las horas de luz solar. Todo ello hace que muchas personas padezcan episodios de lo que se conoce como "depresión otoñal", una forma coloquial de referirse al trastorno afectivo estacional, tal como lo describen los especialistas. “Es un tipo de depresión que se caracteriza por un patrón estacional. Suele comenzar durante el otoño o en invierno, momentos donde disponemos de menos horas de sol. Algunos de los síntomas específicos del trastorno afectivo emocional son el retraimiento social, las ganas excesivas de dormir o el aumento de peso”, nos comenta la doctora Olalla Otero, miembro del equipo científico de Nutribiótica y experta en microbiota.

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¿Puede afectar este trastorno a nuestra microbiota?

Lo que tal vez no nos hemos planteado nunca es si esta sensación puede llegar a afectar a un factor clave para nuestra salud, como es nuestra microbiota, las bacterias de nuestro intestino. Y es una de las preguntas clave. La respuesta parece clara, pues tal y como nos confirma la experta, la comunicación que existe entre el intestino y el cerebro, que está mediada por la microbiota, es bidireccional. “El estado de la microbiota intestinal va a influir en el funcionamiento cerebral. Pero también nuestro estado de ánimo o el estrés va a impactar en la salud de nuestra microbiota intestinal”, nos comenta.

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© Getty Images

 

Así puede afectarnos el otoño

Y todo esto en un momento de cambios como es el otoño, lo que nos lleva a preguntarnos si afecta especialmente esta estacion a dicho eje intestino-cerebro. “La reducción en las horas de luz altera nuestros ciclos circadianos y también los de nuestra microbiota, que tiene sus propios ‘relojes internos’. Además, con la reducción de la exposición solar vamos a sintetizar menos vitamina D y sabemos que esta vitamina tiene un impacto sobre la microbiota y la salud de la barrera intestinal. Por lo que las estaciones de otoño e invierno suponen un cambio en la composición de la microbiota”, nos explica la experta.

Por todo ello, es fundamental conseguir un equilibrio entre los dos protagonistas de ese eje en estos días de adaptación al cambio de estación. “Sabemos que en esta época del año la comunicación entre el intestino-cerebro puede verse afectada. Por ello, cuidar la microbiota es, si cabe, más importante en este momento”, recomienda.

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Los probióticos, buenos aliados

¿Cómo podemos conseguirlo? La buena noticia es que siguiendo una serie de recomendaciones podemos revertir la situación, consiguiendo equilibrar de nuevo el eje intestino-cerebro. “Para cuidar de nuestra microbiota puede ser buena idea aprovechar todos los alimentos de temporada que contienen prebióticos, realizar actividad física, dormir lo suficiente o desconectar de las pantallas, por poner algunos ejemplos. Además, podemos ayudarnos de la microbioterapia de precisión, con el uso de probióticos específicos”, explica la experta.

¿Qué son los psicobióticos?

Así, además de las clásicas indicaciones de realizar una alimentación equilibrada basada fundamentalmente en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales; hacer ejercicio de forma regular; respetar los ciclos circadianos e intentar poner freno al estrés, los profesionales de Nutribiótica nos sugieren la toma de unos probióticos determinados: los psicobióticos.

Los psicobióticos, también denominados probióticos para el cerebro, son microorganismos que, en cantidades adecuadas, producen un beneficio sobre la salud mental de la persona que los consume. Tal y como nos explica la experta, los psicobióticos son probióticos que han demostrado modular la comunicación entre el intestino y el cerebro. Lo logran produciendo diversas sustancias bioactivas, como algunos neurotransmisores, hormonas o vitaminas. “La incorporación de estos probióticos específicos, combinada con el cuidado de esos factores del día a día que influyen en nuestra microbiota, puede ofrecer un apoyo para sobrellevar la ‘tristeza otoñal’ y el trastorno afectivo emocional”, concluye.

Dentro de las ventajas que ofrecen los psicobióticos, suplementos que siempre deben ser pautados por un profesional de la salud, se encuentra su capacidad para, por ejemplo, aliviar los síntomas asociados a la ansiedad, la depresión, los cambios de ánimo y los problemas de sueño. Este efecto se logra mediante la producción de ácidos grasos de cadena corta, la reducción del estrés oxidativo (actuando como antioxidantes), la disminución de microorganismos patógenos y la regulación de la respuesta inmunológica. Asimismo, los psicobióticos permiten equilibrar el metabolismo de neurotransmisores y hormonas, como la serotonina, el GABA, la dopamina y la epinefrina, lo cual mejora de manera significativa los síntomas neurológicos.