La piel es un ecosistema sumamente complejo, un tejido en el que conviven una variada comunidad de bacterias, hongos y microorganismos, todos desempeñando un papel activo para proteger este órgano vital. A este conjunto de microorganismos que habitan en la piel la conocemos como flora o microbiota cutánea.
Esta colonización dérmica está con nosotros desde que nacemos. Cuando un bebé entra en contacto con los gérmenes presentes en el canal de parto de la madre, se crea esta comunidad microscópica que sigue creciendo y diversificándose.
Sin embargo, a lo largo de la vida se pueden producir cambios que alteren esta microbiota cutánea. Estos están condicionados por algunos factores como la edad, el sexo, el sistema inmune, así como el estado emocional, nuestros hábitos, incluso la ropa que llevamos. etc.
Consecuencias de una microbiota desequilibrada
En condiciones normales, la microbiota mantiene un equilibrio entre sus diferentes componentes, pero cuando el delicado equilibrio de este ecosistema se altera, ya sea por condiciones personales o ambientales, se producirá una alteración llamada disbiosis que se traducirá en forma de afecciones cutáneas como: acné, descamación, picor, dermatitis atópica o seborreica, psoriasis y la rosácea.
Para que esto no ocurra, Adriana Azuara, experta en el cuidado de la piel, nos explica todo aquello que podemos hacer para mejorar la salud cutánea cuidando la microbiota de la piel.
Cuidado con las duchas excesivas
El primer paso es encontrar el equilibrio adecuado entre la higiene y el exceso de ella. Evita lavarte o ducharte en exceso, ya que esto podría dañar la flora cutánea. Asimismo, evita el uso de agua extremadamente caliente, que también puede ser perjudicial. Al secarte, sé delicado para no eliminar los microbios beneficiosos y evitar microdesgarros que podrían atraer microorganismos nocivos.
Elige productos aptos para tu tipo de piel y respetuosos
Cuando elijas productos de para el cuidado de la piel, asegúrate de que sean respetuosos con tu piel. Opta por cremas y leches hidratantes suaves, elaboradas con ingredientes naturales que no perturben la armonía de tu microbiota cutánea.
Cuida tu alimentación
La dieta también tiene mucho que decir a la hora de cuidar tu piel. Tu alimentación tiene un impacto directo en la salud de tu piel. Adopta una dieta mediterránea rica en grasas saludables, vegetales, proteínas y fibra. Esta dieta beneficia la microbiota intestinal, lo que a su vez favorece la salud de tu piel.
No descuides la hidratación
Beber es indispensable para la salud y para el aspecto de tu piel. La deshidratación crónica puede perjudicar la flora cutánea. Asegúrate de beber al menos dos litros de agua al día para mantener tu piel saludable y bien hidratada.
Protégete del sol
Durante todo el año. Proteger tu piel del sol es esencial durante todo el año. Evita una exposición intensa a las radiaciones solares y utiliza la protección solar adecuada para prevenir los efectos dañinos del sol.
Utiliza tejidos naturales
Sobre todo, si tienes problemas de piel. Opta por tejidos como el algodón o el lino. Las fibras sintéticas, especialmente si las prendas son ajustadas o se ajustan demasiado a la piel, pueden desequilibrar la microbiota cutánea.
Busca formas de relajarte y duerme bien
También es básico para un óptimo estado de tu piel. De hecho, nuestra salud cutánea se ve muy afectada por el estrés y por la falta de sueño. Si experimentas problemas para dormir o no encuentras momentos de calma, pide ayuda a un profesional sanitario.
No te automediques
Sobre todo, si tienes problemas de granitos o de piel y vas a probar los productos que le han ido bien a alguna amiga. Cada piel es un mundo, y lo que a unos les puede favorecer, a ti te puede perjudicar.
Este consejo de no a la automedicación se hace extensible a cualquier otro problema de salud. Evita tomar antibióticos si no son necesarios, ya que pueden eliminar gérmenes beneficiosos de la flora cutánea, lo que puede llevar al crecimiento de bacterias u hongos indeseables. Consulta a un profesional de la salud antes de tomar cualquier medicamento.