Estamos ante la que es, sin duda, una de las lesiones más prevalentes y no podemos perder de vista que puede convertirse en un auténtico quebradero de cabeza y un problema para quien lo padece, ya que no se suelen curar bien, lo que hace que se produzcan muchas recidivas o recaídas. “El esguince de tobillo se produce cuando los ligamentos que conectan los huesos del tobillo se estiran o desgarran debido a una torcedura o movimiento brusco”, nos explica la fisioterapeuta y entrenadora personal Ana Ginto (@anitaginto), que explica que el esguince crónico de tobillo es algo muy común, y muchos pacientes no le dan la suficiente importancia a la recuperación y al diagnóstico. “Suelen ponerse unas tobilleras de tela para buscar dar estabilidad a la articulación. Sin embargo, no es una solución a largo plazo. Una red flag que puede indicar una lesión más grave y que indica directamente la necesidad de hacer una radiografía es la de no poder dar 4 pasos seguidos sin ayuda”, comenta.
Así, uno de los problemas con los que nos encontramos es que un esguince de tobillo mal curado en la infancia o en la edad adulta puede suponer a su vez un futuro riesgo de lesión de rodilla, ya que problemas de un exceso de movilidad de tobillo causarán problemas en dicha articulación.
Tal y como explican desde Mayo Clinic, la articulación del tobillo está formada por los extremos de los huesos de la tibia y el peroné, que están conectados por múltiples ligamentos que ayudan a estabilizar las articulaciones. En conjunto, esta conexión es esencial para la estabilidad y el movimiento del tobillo. El esguince es una lesión que se produce cuando dobla, tuerce o gira el tobillo de una forma extraña que lo obliga a moverse fuera de su posición normal. Este movimiento puede estirar o desgarrar los ligamentos, y es fundamental que se reciba el tratamiento adecuado para evitar problemas mayores.
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Cuánto tarda en curarse
En cuanto a la recuperación, la fisioterapeuta nos explica que los tiempos varían dependiendo de la lesión y del alcance de la misma. “Para hacer un diagnóstico adecuado, es necesario que acudas al traumatólogo, pero hasta que te den cita, el fisioterapeuta podrá bajar la inflamación en una fase muy aguda (incluso en los 3 primeros días), mediante terapia como drenaje linfático o terapia manual. Es un error esperar que se cure por él mismo”, explica Ana Ginto.
Y detalla que otro problema es la inmovilización completa, pues cada vez son menos los profesionales que inmovilizan mediante férula al paciente. Es fundamental buscar ayuda ayuda de otro profesional sanitario con cualificación para que lleve tu recuperación.
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Fases de recuperación
En cuanto a fases más avanzadas en la recuperación, la experta apunta que debemos prestar atención no solo a movimientos con goma elástica. “Cuando hay una lesión, se pierde la capacidad de ‘anticipación’ y de estabilidad en la pisada, esto es algo que no se puede recuperar únicamente mediante movimientos voluntarios con goma y antes de darle una resistencia al tobillo, tienes que mejorar el control de tu movimiento sin resistencia”, comenta.
“Un ejercicio que utilizo con los pacientes es el de mejorar los movimientos, en un rango de movimiento en el que no tengan dolor, de forma rítmica. Es decir, imagina que tienes un metrónomo (como los que se usan para música), pues bien, busca hacer los ejercicios sin dar trompicones, con un movimiento fluido en 2 segundos en la ida y 2 segundos a la vuelta del ejercicio”, recomienda.
En fases iniciales y con ayuda de tu fisioterapeuta, podrás empezar durante los primeros días a mejorar la sensibilidad de la zona afectada, ya que tras una lesión de este tipo, la propiocepción se puede entrenar, y no subiéndote a una base inestable, sino con pequeños juegos donde con los ojos cerrados sepas identificar donde te están tocando.
Es mejor hacer ejercicios suaves, controlados y estables de pocas repeticiones que muchas. “El propio movimiento del pie en flexión y extensión ayudarán a drenar el edema causado por la inflamación”, nos dice
Ejemplos de ejercicios
- Ejercicio 1. Flexión-extensión. Consiste en llevar punta del pie hacia ti. Se realiza, en un principio, sin carga. En fases más avanzadas, buscaremos mejorar la fuerza mediante contracciones suaves, haciendo fuerza suavemente sin dolor progresando la carga.
- Ejercicio 2. Solo en fases avanzadas donde no haya dolor, haremos aducción y flexión plantar (que es el movimiento donde se suelen producir los esguinces). Con el pie hacia adentro y en posición como si empujases el acelerador. También el movimiento hacia afuera, manteniendo la fuerza hacia afuera y mantener la contracción sin dolor.
- Ejercicio 3. El objetivo inicial es el de ganar rango sin dolor, y cuando se permita el apoyo, desde la posición de sentado, puedes mejorar. Se hará siempre sin dolor, primero sin resistencia y cuando hayas conseguido controlar tu pie con resistencia, con una goma suave. Hay que ir girando el tobillo hacia los lados, y se puede empujar también con el pie una pelota contra la pared.
“Como resumen, acude a tu fisioterapeuta de confianza para que te ayude con la lesión, no hagas ejercicios con dolor ni en rangos de dolor, si hay molestia (1-2 sobre 10) y, por favor, no te subas a un bosu ni entrenes en bases inestables si notas tu tobillo mal”, nos recomienda la experta.
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Prevenir lesiones de tobillo
Tal y como explica la doctora Krystin Hidden, especialista en Cirugía Ortopédica de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, la prevención de estas lesiones de tobillo implica múltiples factores, principalmente llevar una alimentación saludable y hacer ejercicio a diario. Algunas medidas adicionales para prevenir lesiones en el tobillo incluyen hacer ejercicios de propiocepción de tobillo para mejorar el equilibrio y la coordinación. Estos ejercicios mejoran la estabilización de los ligamentos y los músculos en la articulación del tobillo, incluidos el músculo tibial anterior, el músculo tibial posterior y los músculos peroneos. Asimismo, un estilo de vida saludable acompañado de actividad física diaria ayudará a estos músculos a estabilizar el tobillo en superficies desniveladas.
Hay más recomendaciones, como usar calzados con un buen apoyo y plantillas que ayuden al antepié a ponerse en posición de pronación también podría ayudar a los pacientes con arco plantar alto a tener una mejor posición de la articulación del tobillo. Por último, las pantorrillas tensionadas, o los músculos gastrocnemios, pueden predisponer a los pacientes a fracturas de tobillo, ya que un arco plantar alto tiende a sufrir más esguinces de tobillo. Los estiramientos diarios del músculo de la pantorrilla ayudan a combatir el desequilibrio en la articulación del tobillo y podrían prevenir cualquier tipo de lesión en el tobillo.
REFERENCIAS
“Acute ankle sprain in athletes: Clinical aspects and algorithmic approach”. Farzin Halabchi y Mohammad Hassabi. World J Orthop. 2020 Dec 18;11(12):534-558. DOI: 10.5312/wjo.v11.i12.534