Si te preocupa el cuidado de tu piel y quieres poner todo tu empeño para tratar de ralentizar su proceso de envejecimiento, tal vez te has preguntado en alguna ocasión hasta qué punto factores externos como los focos de luz, la pantalla del ordenador y del móvil o el aire acondicionado pueden empeorar la salud de nuestra piel. “La principal fuente de luz azul es el sol, la luz que recibimos de las pantallas del ordenador, móvil o tableta es mucho más débil y sus efectos para la piel no son comparables, pero es cierto que, a la larga, todo suma”, nos comenta la doctora en Medicina Estética Graziella Moraes, que añade que la exposición prolongada al aire acondicionado puede afectar a la salud de nuestra piel ya que la reseca y disminuyen las defensas. “El aire acondicionado hace que se evapore el manto hidrolipídico que protege nuestra piel dejando el cutis más expuesto y vulnerable a las agresiones externas”, explica.
¿Podríamos decir que pueden acelerar, incluso, el proceso de envejecimiento? “Aún es necesario hacer más estudios al respecto, pero algunos estudios apuntan a que la luz azul aumenta la sequedad, acelera la destrucción de colágeno y activa los melanocitos incrementando la melanina cutánea. Traduciéndose en una piel más seca, con manchas, arrugas y líneas de expresión más marcadas”, nos comenta la experta.
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Luz artificial
En el caso concreto de los focos, de la luz artificial, ¿cómo pueden afectar a nuestra piel? “Es cierto que las lámparas que tenemos en casa tienen, en general, poca potencia, el riesgo es más alto en centros educativos y oficinas donde la iluminación es más intensa”, apunta.
Y añade que, como indica el comité científico de la Unión Europea en el estudio sobre los efectos de la luz artificial sobre la salud, “en el peor de los casos, los niveles más altos de emisiones UV procedentes de lámparas utilizadas en oficinas y centros educativos podrían aumentar el número de casos de carcinoma de células escamosas, algo que no sucedería con las emisiones de lámparas domésticas”. Mucho se ha hablado también de la influencia en la piel de la exposición prolongada a las pantallas de móviles y ordenadores, ¿cómo puede afectar a nuestro cutis? “Lo que hace la luz azul es destruir el colágeno mediante el estrés oxidativo. La piel absorbe esa luz produciendo radicales libres que dañan la piel. La sobreexposición a la luz azul de las pantallas puede resecar la piel, disminuir la producción de colágeno, y acelerar la aparición de manchas, sobre todo en las personas de tez más oscura ya que tienden a producir de por sí, más melanina”, nos cuenta.
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El efecto de la polución
La doctora hace mención también a los efectos que pueden tener la polución y el polvo, grandes enemigos también de nuestra piel. “Se ha demostrado que la polución afecta a nuestra piel alterando la barrera cutánea y contribuyendo al envejecimiento de esta. La exposición reiterada de la piel a los contaminantes del aire puede ocasionar inflamación cutánea, aparición de manchas, sequedad de la piel, incremento de alergias, eccemas, erupciones, dermatitis atópicas o incremento del acné entre otros”, nos comenta.
Consejos si pasas muchas horas en la oficina
Teniendo todo esto en cuenta, si pasamos gran parte de nuestro día metidas en la oficina, ¿qué deberíamos hacer para cuidar y mantener el buen estado de nuestra piel? “Lo más fácil es reducir la cantidad de luz que emiten los dispositivos, por ejemplo, en los móviles activando el modo nocturno que muchas traen de serie o poniendo un filtro de luz a la pantalla del ordenador”, nos comenta.
“Aún no existe un consenso científico sobre cómo medir el impacto de la luz azul pero este debate ha propiciado que muchos laboratorios hayan sacado nuevos productos que ayudan a protegerte contra esta luz. Se ha demostrado que los protectores solares con óxido de hierro aportan una buena protección contra este tipo de luz, y que la vitamina C y E combinadas aumentan el potencial para combatir los radicales libres. Lo que sí está claro es que cada vez pasamos más horas delante de las pantallas y aunque el daño no se pueda comparar al del sol, todo suma y siempre es mejor prevenir que curar”, concluye.