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Arrepentirse por contar demasiado es normal: te enseñamos cómo superar esta sensación

¿Dominas demasiado las conversaciones o desvelas información personal en exceso? Toma nota, un psicólogo nos explica por qué lo haces y cómo puedes comenzar a gestionar tus conversaciones.


Actualizado 25 de agosto de 2023 - 20:19 CEST

La sociedad se divide en dos tipos de personas. Por un lado, están las observadoras, esas que permanecen casi inmóviles en las conversaciones y que, lejos del afán de mostrarse bajo la denominación de misteriosas, están atentas a cada uno de los detalles que se producen durante una conversación y rara vez expresan su opinión. Por otro lado, encontramos al polo opuesto. En todos los grupos sociales siempre hay quien encabeza más las conversaciones, una persona que toma la palabra y que, en ocasiones, rara vez la cesa, copando el mayor protagonismo de cualquier charla. Este último grupo se subdivide en otras dos categorías: los que no se dan cuenta de que no dejan hablar a los demás, y los que llegan a casa y se sienten culpables por ello, o por haber contado muchas más cosas se las creen que deberían. Si eres de los segundos, o crees que en ocasiones tomas la delantera en cualquier conversación y después te sientes culpable por hacerlo, debes saber que este sentimiento es mucho más común de lo que crees.

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¿Eres una persona de mente analítica o más emocional?

 

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Hay ocasiones en las que la emoción o el contexto de lo que estamos viviendo nos lleva al impulso de hablar más de lo que nos habría gustado. ¿No te ha pasado que más de una vez has llegado a una reunión con la intención de ser solo un observador y has terminado siendo el protagonista? Seguro que sí. Y no pasa nada por ello, pues como Unai Aso, psicólogo de la plataforma de psicología en línea Buencoco, nos cuenta, las personas somos seres sociales y tenemos la necesidad innata de comunicar y compartir nuestras experiencias: “Todos tenemos esa tendencia a conectar con los demás”. Sin embargo, que a veces sintamos ese remordimiento después de hacerlo guarda explicación en varios motivos, como él mismo nos cuenta: “Hay algunas razones por las cuales algunas personas pueden tener un mayor impulso por compartir o revelar demasiada información personal de forma más abrupta o rápida. Por ejemplo, se puede dar el caso de que la persona sea más impulsiva o esté más ansiosa cuando interactúa con determinados individuos o en según qué contextos, y esto puede hacer que la emisión de conductas verbales aumente”.

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Por qué a veces hablamos más de la cuenta

Seguro que, si lo piensas, te ha pasado alguna vez. En función de las personas con las que te reúnas te sientes más o menos cohibido, con más o menos ganas de hablar, y hasta puede que seas de los que tratan siempre de rellenar el silencio, porque, tal y como el experto en salud nos cuenta, hay quienes no toleran bien el silencio en las conversaciones. En cambio, si vamos un paso más allá y analizamos la mayoría de los casos, probablemente encontremos en la siguiente razón la respuesta que nos lleva a acaparar las conversaciones. Hablamos del miedo a la exclusión, o lo que es lo mismo, del deseo de pertenecer a un grupo. “Puede haber una búsqueda de validación o de aprobación en personas con baja autoestima en un intento de sentirse valoradas o importantes”.

En numerosas ocasiones hemos presenciado esta especie de asalto conversacional, o puede que lo hayamos realizado nosotros mismos. Unai Aso enfatiza también que hay casos en los que simplemente sucede porque “lo que subyace es una falta de conciencia de los límites en la comunicación, lo que puede llevar a alguien a compartir más de la cuenta o a invadir el espacio personal de la otra persona mediante un uso excesivo del lenguaje”. Es decir, muchas veces no somos conscientes de cuánta información es apropiada compartir, y extendemos las conversaciones de manera excesiva sin tener en cuenta la cantidad de los detalles personales, emocionales o privados que es adecuado revelar.

¿Hablas sola o en voz alta? Estas son la razones y beneficios

Esta sobrecarga de información puede resultar tan incómoda para los demás, como para uno mismo. Si bien de primeras pudiera parecer que hablar en exceso o no tener filtros al hablar es un hecho que pocas consecuencias podría tener, lo cierto es que cuenta con muchas más de las que imaginamos. Más allá de que a veces nos lleva a sentirnos culpables por ello, podemos llegar a invadir el espacio de quién nos está escuchando, sin permitirles, ni siquiera, tener tiempo a reaccionar o a procesar toda la información que les estamos dando. Incluso, hay ocasiones en las que la impulsividad nos lleva tan lejos y nuestra necesidad de ser escuchados o de ser el centro de atención es tan grande que no somos conscientes de que estamos revelando información confidencial nuestra o de otras personas, lo que puede desembocar en enemistades y otros muchos problemas interpersonales.

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 Pautas para gestionar nuestras conversaciones

Entonces, ¿es necesario que controlemos más nuestra manera de conversar? El psicólogo nos lo aclara: “La tendencia a compartir en exceso no tiene por qué suponer un problema per se. Sin embargo, cuando es algo que nos está provocando malestar y está interfiriendo en nuestro día a día, podemos poner en práctica algunas estrategias para remediarlo”. La primera que nos comenta es uno de los ejercicios más complicados, pero efectivos:: “Es importante practicar lo que se conoce como escucha activa. En lugar de estar centrado únicamente en lo que se va a decir, hay que tratar de escuchar a la otra persona. No fingir que se hace, sino poner el foco deliberadamente, escuchar atentamente y esperar para interactuar”.

Sin dejar de ensayar esta práctica hasta lograr instaurarla en nuestro día a día, el profesional de la salud también señala que determinados ejercicios de autocontrol y autoinstrucciones pueden ser efectivos: “Cuando sientes el impulso de compartir demasiado, puedes contar hasta diez en voz baja antes de decir lo primero que se te viene a la mente, respirar hondo antes de dar una respuesta, reflexionar sobre lo que se va a decir y anotarlo antes, hacerte preguntas como ‘¿esto que voy a decir es necesario? ¿Puedo decirlo después?’. Si es un patrón de conducta habitual, trata de escribir después de cada interacción lo que ha ocurrido, cómo te has sentido o qué crees que podrías mejorar en la siguiente conversación. Este registro conductual puede ser útil para ir, poco a poco, modulando el comportamiento”.

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¿Por qué hay personas a las que les gusta hablar con desconocidos?

Coger el hábito y, sobre todo, interiorizarlo no siempre resulta una tarea fácil. De hecho, en los casos más complejos, lo más recomendable es buscar siempre ayuda y recurrir a psicólogos que nos puedan proporcionar las herramientas necesarias y más personalizadas a nuestras necesidades para reducir estas conductas impulsivas.