No nos equivocamos si decimos que el SIBO es una de las palabras del momento en lo que a la salud digestiva se refiere. Gran parte de la culpa la tienen las redes sociales, donde cada vez son más las personas que comparten su experiencia con el diagnóstico de este problema de salud que, sin duda, causa un buen número de quebraderos de cabeza a quien lo padece. Bien lo sabe, por ejemplo, la influencer Natalia Osona, que compartía en una entrevista con nosotros cómo fue su proceso hasta llegar a confirmar el diagnóstico.
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Pero, ¿qué hay detrás de estas siglas de las que todo el mundo habla? Lo primero que hay que aclarar es el propio concepto en sí. ¿Qué es lo que los expertos denominan SIBO o sobrecrecimiento bacteriano? “Tal y como sus siglas definen se trata de un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (Small Intestinal Bacterial Overgrowth). Este sobrecrecimiento puede deberse a distintos motivos: trastornos de motilidad intestinal, alteraciones anatómicas, déficit de ácido gástrico, enzimas o bilis, trastornos inmunológicos, etc. Es importante conocer la causa para tratar el problema, además de restablecer el equilibrio intestinal provocado por tales alteraciones”, nos cuenta la experta en Nutrición Elisa Blázquez (@elisa.blazquez), directora del equipo de Tu nutricionista integrativa.
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¿Cómo se manifiesta, cuáles son sus síntomas?
- Suele cursar con hinchazón y distensión abdominal.
- Gases.
- Dolor abdominal.
- Acidez o eructos.
- Alteraciones del tránsito intestinal.
- En algunos casos se acompaña de astenia, pérdida de peso, disminución del apetito y mala tolerancia a diversos alimentos.
Cómo diagnosticar el SIBO
Uno de los problemas de esta dolencia es que, al menos hasta ahora, ha estado infradiagnosticado. “Los médicos del sistema digestivo cada día lo tienen más presente, pero efectivamente es un problema que ha estado muy infradiagnosticado. Los síntomas pueden ser diversos y esto hace que muchas veces se busquen otras causas como posibles intolerancias o simplemente se tache de colon irritable”, nos cuenta la nutricionista clínica.
Elisa Blázquez añade que, para diagnosticarlo, se realiza una prueba de aliento. “Es una prueba no invasiva que consiste en la medición de hidrógeno y metano que espiramos a lo largo de las 3 horas siguientes a haber tomado un sustrato compuesto por lactulosa y lactitol. En condiciones normales, estos azúcares no se absorben en el intestino delgado y deben pasar al intestino grueso. Si el test da positivo en hidrógeno y metano antes de los 90 minutos quiere decir que existe un sobrecrecimiento bacteriano en intestino delgado”, nos detalla.
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Su relación con la microbiota
Lo que parece clara es la relación que tiene con la microbiota, de la que tanto se habla también en los últimos tiempos. “Como he comentado, el SIBO tiene una causa subyacente que hay que encontrar para realizar un buen tratamiento. No obstante, siempre es interesante asegurarnos que el equilibrio de la microbiota intestinal es óptimo, ya que las causas que nos predisponen al SIBO también favorecen una posible alteración cualitativa y cuantitativa en los microorganismos que habitan nuestro intestino grueso. Por lo tanto, un tratamiento para el SIBO siempre debe ir acompañado de un plan de alimentación y un tratamiento que favorezca el equilibrio intestinal”, sugiere la especialista.
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Una causa de la temida inflamación abdominal
Este problema de sobrecrecimiento bacteriano puede ser una de las causas que está detrás del incómodo vientre hinchado. “Las causas pueden ser muy diversas, entre ellas el SIBO, pero una posible disbiosis de la microbiota también provoca dicha distensión abdominal. El estreñimiento también es otra posible causa que lo favorece. Cuidar nuestros hábitos de alimentación es crucial para favorecer una correcta digestión y un ecosistema intestinal sano”, apunta la experta, que remarca que es importante conocer a fondo el ecosistema intestinal y su metabolismo, pues las bacterias que habitan nuestro intestino son capaces de fermentar la fibra que consumimos y se encargan de asegurar una correcta eliminación de los desechos, así como del aprovechamiento de diversos antioxidantes y nutrientes.
¿Se puede prevenir?
Es, sin duda, una de las preguntas clave. Y la nutricionista así lo considera. “Se puede, es fundamental llevar una alimentación antiinflamatoria y rica en fibras prebióticas que nos ayude a tener un equilibrio intestinal óptimo. Evitar azúcares refinados, ultraprocesados y el alcohol. Debemos llevar una vida activa y tener muy presente la importancia de la gestión del estrés. Todo esto influye, pero si aun así tenemos síntomas digestivos o alteraciones del tránsito intestinal, lo ideal es acudir a un nutricionista para que estudie los condicionantes que están afectando a un posible desequilibrio intestinal (a veces son tóxicos ambientales o toma de medicamentos u otra enfermedad subyacente) y tratarlo”, recomienda.
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Cómo tratarlo
Queda claro que uno de los problemas es la tardanza en el diagnóstico, pero las cosas parecen estar cambiando. Una vez diagnosticado, ¿qué debemos hacer? ¿Hay que cambiar determinados hábitos tanto alimenticios como de estilo de vida? “El cambio de hábitos es esencial puesto que nuestro sistema digestivo es totalmente dependiente de ellos y se altera por una mala alimentación, un exceso de estrés o por falta de actividad física. Además, tenemos que tratar el desequilibrio de base y esto se realiza con probióticos y suplementos que, junto al cambio de hábitos, tratan el SIBO o la disbiosis diagnosticada”, concluye.