Solemos relacionar los meses de verano con las vacaciones, pero lo cierto es que muchas personas tienen unas semanas de relax y desconexión, pero el resto del tiempo, toca trabajar. No todo en verano son vacaciones, y hay que seguir cumpliendo con nuestras obligaciones laborales una gran parte de los meses de más calor del año.
No es sencillo, pues hay que buscar mantener la productividad en un periodo del año en el que apetece más disfrutar y descansar. Por eso, no es extraño que la productividad pueda llegar a decaer en estos meses debido a la fatiga o astenia veraniega, que se produce principalmente por el aumento de las temperaturas.
Dormimos peor, debido al calor, lo cual repercute de forma muy evidente en nuestro día a día. Al no descansar, estamos más cansados, lo que afecta a nuestro rendimiento y nos cuesta, además, aguantar al pie del cañón en nuestro puesto de trabajo, incluso en los casos en los que hay jornada intensiva. Y si no la hay, no es extraño que después de comer, a muchos les cueste mantener su ritmo de actividad.
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Es importante buscar soluciones y podemos encontrarlas en nuestra dieta. No podemos perder de vista que una forma de aligerar esta sensación tan desagradable y aumentar la productividad durante el verano es cuidar nuestra alimentación. El motivo es que hay ciertos alimentos que pueden aumentar la sensación de pesadez cuando hace calor, por lo que debemos evitarlos.
Con la ayuda de Miguel Navarro, CEO de Salud Feroz, escuela online de alimentación, entrenamiento y bienestar emocional, y Ana Montes, Directora Clínica de Salud Feroz, te resumimos los consejos que pueden serte de utilidad para mejorar la alimentación y la productividad este verano. Ten en cuenta, eso sí, que cada persona es diferente, así que es importante adaptar estos consejos a las diferentes necesidades individuales. Si hay alguna condición de salud específica, lo más recomendable es consultar con un profesional de la salud o un dietista nutricionista.
Más frutas y verduras
Debes llenar tu cesta de la compra con estos alimentos, que son ricos en vitaminas, minerales y antioxidantes. Son beneficiosos para que cualquier persona pueda tener más energía. Un truco: asegúrate de incluir una gran variedad de colores en cada plato para asegurar la obtención de una amplia gama de nutrientes.
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Menos carbohidratos simples
Los expertos nos cuentan que el consumo de cereales como el trigo, así como el arroz, la avena, las harinas, o productos como el pan, pasta, pizzas, empanadas, dulces, refrescos, cervezas o cualquier otro alimento que tenga un alto índice y una alta carga glucémica, desestabilizan enérgicamente. Tal y como explican, se trata de sustratos energéticos muy poco eficientes.
Así, en un principio, dan un subidón mientras los comemos, pero después la alta liberación de insulina que se da para regular la glucemia en sangre hace que muchas veces caigamos por debajo de los rangos de normalidad. Se puede entrar incluso en cuadros de hipoglucemia, que se representan por sensaciones de mareos, sueño, agotamiento, de necesidad de volver a comer, náuseas, etc.
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Evitar el picoteo entre horas
Tal vez no lo has pensado, pero el hecho de comer entre horas puede influir en una disminución de los niveles de energía. Y es que el mero hecho de hacer la digestión tiene gasto energético, y no es poco, porque no solamente trabaja el intestino, sino también otros sistemas fundamentales como el inmunitario, que se activa de manera fisiológica tras las ingestas para procurar que no penetren dentro de los vasos sanguíneos microbios que puedan generar infecciones. Este sistema inmune gasta mucha energía, por lo que si cada 2 o 3 horas picoteamos, nunca descansa, y por ende se generan desregulaciones que producen malabsorciones, intolerancias, síntomas digestivos como ardores, digestiones pesadas y problemas en la evacuación, entre muchos otros.
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Menos alimentos procesados y azúcares refinados
Son grandes enemigos de nuestra dieta. Los alimentos ultraprocesados y los azúcares refinados suelen ser bajos en nutrientes y pueden causar picos de energía seguidos de una caída brusca, además de venir cargados de muchos aditivos que desestabilizan nuestra salud intestinal y celular, generando muchos de ellos fallos en nuestro material genético. Los expertos insisten en que es mejor tomar alimentos frescos y naturales siempre que sea posible.
Tener bajo control las sensaciones de hambre y saciedad
Para los dos expertos es muy importante identificar estas dos emociones con claridad. “El exceso de alimentos crea una sensación de pesadez y de poca energía proporcional a la actividad digestiva que realicemos. Es por ello que algo que te permitirá identificar con más claridad esta saciedad es comer más despacio para que el cuerpo tenga tiempo de registrar que se está ingiriendo comida y por consiguiente liberar leptina, la hormona que se encarga de darnos la sensación de saciedad”, cuentan.
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Mantenerse bien hidratado
El agua se convierte en nuestro mejor aliado en los meses de verano. Y es que la deshidratación por calor es uno de los motivos que producen esta fatiga veraniega, por esto es tan importante beber agua regularmente a lo largo del día. Puedes elegir también infusiones o aguas saborizadas con frutas, mientras que debes evitar el consumo de bebidas azucaradas, gasificadas o alcohólicas.
Planificar las comidas
No son pocas las ocasiones en las que te hemos animado a preparar un planning con las comidas semanales. Puedes improvisar un día y cambiar el plan preestablecido, pero sin duda, preparar las comidas con anticipación ayudará a tomar decisiones más saludables y evitará recurrir a opciones menos nutritivas en los picos de hambre. Es preciso intentar incluir una combinación equilibrada de proteínas magras como el pescado, marisco y la carne, carbohidratos saludables como los tubérculos, verduras y frutas y grasas saludables como los huevos, el aguacate o el aceite de oliva en cada comida.
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Hambre real 'vs' hambre emocional
Es importante diferenciar ambos tipos de hambre. La primera es la sensación de enfado que se produce cuando han pasado varias horas y no se ha comido nada. Mientras, el hambre real es un tipo de hambre que permite esperar para comer, que incluso de tenerla no hay una necesidad de comer algo en específico, sino que permite comer algo que no apetezca tanto. Y ponen un ejemplo muy claro: si por la mañana apetecen un café y unos bollos, alimentos totalmente hedónicos, es probable que sea hambre emocional. Por eso consideran que es muy interesante aprender a hacer estas distinciones para alimentarte con más conciencia y de manera saludable.
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