En los meses de verano, aprovechando el descanso vacacional, hay personas que se plantean cómo afrontar el nuevo curso con cambios. De aires, de vida, de trabajo… Pero los cambios, bien decididos por nosotros o bien impuestos por las circunstancias, pueden asustarnos. “Los cambios llevan implícita la incertidumbre ante lo nuevo y la tristeza o la nostalgia por la pérdida de lo que queda atrás”, nos anticipa Rebeca Cáceres Alfonso, doctora en Psicología y psicóloga Sanitaria, Directora de Tribeca Psicólogos (@tribeca_psicologos), que añade que, de cualquier modo, podemos encontrar varias razones por las que nos asustan los cambios:
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- Miedo a no tener los recursos necesarios o la capacidad para afrontar la situación nueva a la que hemos de enfrentarnos.
- Tristeza porque el cambio implica una pérdida. Por ejemplo, dejar atrás una ciudad y el entorno por un nuevo proyecto laboral o romper con una pareja porque no funciona la relación.
- Miedo a equivocarnos. A veces si el cambio viene por una decisión que hemos tomado, podemos experimentar miedo a equivocarnos por no haber tomado “la decisión correcta”.
- Miedo al que dirán. A veces tomamos decisiones que a nuestro entorno no le parecen de lo más acertadas y entonces podemos tener miedo al rechazo o a iniciar un conflicto con nuestro entorno por elegir aquello que queremos.
- Miedo a lo nuevo. Este miedo puede venir porque pasamos de tener un ambiente controlado y estable, aunque nos resulte desagradable, a estar ante una situación nueva que no sabemos cómo vamos a estar. Aquí los menos flexibles ante los cambios podrían pensar eso de “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”.
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Salir de la zona de confort
En opinión de la experta, sin duda, salir de un ambiente que tenemos controlado y en el que ya tenemos unas rutinas como es nuestra zona de confort, nos puede provocar inseguridad. “Además, hay que tener en cuenta que afrontar un gran cambio como mudarse de casa, de país o dejar una pareja puede hacer resentir alguno de los pilares básicos de nuestra estabilidad que son: la vivienda, la salud, las relaciones y el dinero”, nos cuenta.
Personas que aceptan mejor los cambios
Lo que también se puede comprobar, en nuestro propio entorno, es que hay personas a las que les cuesta menos afrontar un cambio en su vida, y le planteamos a la experta qué factores pueden influir. En su opinión, se trata de personas que cumplen estas características:
- Personas más flexibles.
- Son más seguras.
- Confían en sus habilidades y recursos.
- Entienden el cambio como parte constante de la vida.
- Son más racionales que emocionales.
- Creen en que los cambios que eligen les van a llevar a un lugar mejor.
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Consejos para sobrellevar mejor los cambios
¿Qué consejos daría la psicóloga a una persona que debe afrontar un cambio en su vida para sobrellevarlo mejor?
- Abraza el cambio. Si estás ante un cambio sea de la magnitud que sea, acéptalo. No sirve ir en contra del cambio.
- Acepta y expresa tus emociones. Si sientes miedo, vértigo, cosquilleo, tristeza por lo que se queda atrás, nota tus emociones y exprésalas para que no te paralicen.
- Mira el cambio como un proceso. Aunque estés metida en la vorágine del cambio, éste tiene etapas. Lo que precede al cambio requiere preparación y mentalización. Cuando se está metido en el cambio hay que favorecer la adaptación al mismo. Una vez que estamos asentados en el cambio tenemos que mirar atrás colocando lo que se ha dejado atrás y favorecer la adaptación a la nueva etapa.
- Maneja las creencias limitantes. Hay veces que este tipo de creencias nos dominan. Localízalas y ponlas firmes para que no impidan tu proceso.
- Encuentra la razón por la que se ha producido el cambio. Hay veces en que la lógica ayuda y aunque hay veces que no todo tiene un por qué, resulta útil que busquemos los aspectos positivos que puede traernos el cambio.
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¿Mejor optar por pequeños cambios?
Nos preguntamos si es mejor idea hacer pequeños cambios, más llevaderos, que grandes cambios vitales. Para Rebeca Cáceres, no tiene por qué ser mejor ni tampoco peor. “Todo va a ir en función de nuestras necesidades y de nuestros objetivos. A partir de ahí tendremos que hacer un tipo de cambio u otro. Las elecciones que tomemos han de ir en la línea de aquello que queramos construir: una familia, un ascenso laboral que nos implique un cambio de país o simplemente un cambio más pequeño que conlleve un cambio de departamento en nuestra misma empresa”, considera.
Además, en su opinión, también es necesario decir en este punto que es cierto que cuando los cambios vienen impuestos, es más difícil asumir un gran cambio vital que otro más pequeño. “Por poner un ejemplo sería un niño que se muda de ciudad porque a uno de sus padres le han trasladado en el trabajo. Ese cambio implica cambio de colegio, barrio, red social etc. De este ejemplo también podemos extraer que grandes cambios que implican a nuestra pareja o a nuestra familia son más difíciles”, pone como ejemplo.
¿Cómo podemos gestionar este miedo al cambio?
- Permítete sentir las emociones, principalmente el miedo a lo nuevo y la tristeza por pérdida de lo que dejas. Mantén un diálogo interno contigo en el que no minimices las emociones y acéptalas como parte del proceso de cambio.
- Pregúntate qué necesitas para afrontar mejor la situación y en caso de necesitar ayuda de tu entorno o profesional, pídela.
- Imagina cómo vas a enfrentarte a la nueva situación con tus recursos personales, sociales, emociones y materiales. Visualiza la situación y saca tus fortalezas y sé consciente de tus puntos débiles.
- Maneja las creencias limitantes con un discurso interno centrado en tus recursos.
- Continúa centrado en tu nueva realidad y toma acción en pequeños pasos hacia ella.
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¿Son beneficiosos los cambios?
No todo es blanco o negro, tampoco en relación a los cambios. “No son buenos o malos. Siempre que estén alineados con un objetivo y que sea algo que vaya en coherencia con lo que necesitamos y hacia donde vamos, puede estar bien, suponer una ‘bocanada de aire fresco’ y animarnos a continuar. También es cierto que hay veces que los cambios, aunque sean elegidos y vayan en la línea de lo que queremos, resultan no ser como esperábamos bien porque no es lo que imaginábamos o porque no nos sentimos en esa situación tan bien como pensábamos”, nos explica.
De cualquier modo, la experta concluye diciendo que la vida es un proceso de cambio constante y que hay que estar abiertos a los cambios sobre todo en una sociedad tan amplia y abierta como la nuestra que en muchos casos lo que sirve hoy ya no vale para mañana.