La llegada del verano implica, en la mayoría de las familias, un cambio en las rutinas. En general, y gracias a las vacaciones, hay más horas de descanso y para disfrutar de más tiempo de ocio. Si bien todo esto es positivo para la mayoría, para los pacientes con alzhéimer, la enfermedad por la que falleció Carmen Sevilla, esta alteración de su día a día puede trastocar su estabilidad. Por ello, la Fundación Pasqual Maragall da unas claves para cuidadores para poder pasar esta estación de la mejor manera posible y sin sobresaltos.
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Cómo afecta el verano a los pacientes con alzhéimer
El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa, responsable de entre un 60% y un 70% de los casos de demencia. Se estima que en España hay más de 900.000 personas que sufren Alzheimer y otras demencias, una cifra que se duplicará ente los próximos veinte años.
En el 80% de los casos, el cuidado de estos pacientes recae sobre la familia. De hecho, nos cuentan desde la Fundación Pasqual Maragall, el cuidador principal suele dedicar una media de 70 horas semanales. Esta cifra puede aumentar en verano, debido a los cambios en las rutinas, las propias vacaciones, las altas temperaturas y un mayor número de actividades festivas De hecho, estas últimas pueden aumentar la confusión de estos pacientes, a causa de una mayor concentración de gente o entornos ruidosos.
Como nos explican los expertos de esta Fundación dedicada a los pacientes con alzhéimer, en estas situaciones la comunicación puede ser más complicada, requerir de más tiempo y de paciencia y el propio cuidador necesitará encontrar "sus propios espacios de descanso y goce", indica la Dra. Nina Gramunt, neuropsicóloga de la Fundación Pasqual Maragall.
Para tratar de mejorar la calidad de vida de estas personas durante las vacaciones, los expertos de esta Fundación nos dan cinco claves.
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Consejos para familiares de pacientes con alzhéimer
Estos sencillos consejos pueden hacer que una persona que sufre este tipo de demencia se sienta mejor en verano, estación que, debido a los cambios y la alteración de las rutinas propias de las vacaciones, puede afectar a su calidad de vida:
1. Crear una rutina estructurada
La rutina es clave para estos pacientes. Por ello, hay que intentarla mantenerla en la medida de lo posible. Así, durante esta estación, y en especial en época de vacaciones, a pesar de contar con cierta flexibilidad, es bueno mantener horarios regulares para las comidas, las actividades y los momentos de descanso. Esto puede ayudar a reducir la ansiedad y proporcionar un sentido de seguridad y familiaridad.
2. Hacer actividades al aire libre
Siempre que el exceso de calor no sea un impedimento y ponga en riesgo a estos pacientes, que pueden deshidratarse con mayor facilidad, hay que tratar de hacer actividades al aire libre. Se pueden dar paseos suaves, jardinería, hacer pícnics en parques o simplemente sentarse en un lugar tranquilo rodeado de naturaleza. Estas actividades son relajantes y estimulantes tanto para las personas que sufren la enfermedad como para los cuidadores
3. Refrescarse y mantenerse hidratado
Como decíamos, las personas con este tipo de demencia pueden ser especialmente vulnerables al calor porque a causa de sus alteraciones cognitivas, pueden no interpretar adecuadamente las señales de su cuerpo, como por ejemplo las sensaciones de frío o de calor. Por eso, es importante prestar especial atención a las recomendaciones habituales ante las altas temperaturas para evitar complicaciones
4. Adaptarse al nuevo espacio de vacaciones
Un cambio de lugar de residencia puede causar desorientación. Pequeños detalles, como dejar alguna luz encendida por la noche, para evitar accidentes o incluir elementos cotidianos para crear la sensación de estar en un lugar familiar, pueden ser de gran ayuda
5. Consultar a los profesionales en caso de duda
Cada caso es único y el equipo sanitario habitual puede aconsejar de manera personalizada y determinar si son recomendables o no los planes que tengamos pensados para las vacaciones. La Fundación también recomienda a las personas cuidadoras buscar esta ayuda para poder descansar y coger fuerzas. Mantenerse en contacto con grupos terapéuticos dirigidos a personas cuidadoras puede proporcionar un descanso emocional, así como para compartir experiencias y consejos.
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