Que cada vez son más las personas que acuden a terapia es un hecho. Tal como se refleja en el informe científico sobre salud mental publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el primer año de la pandemia se observó un incremento significativo de los problemas de salud mental en todo el mundo: los casos de depresión han aumentado un 27,6 % y los de ansiedad, un 25,6 %. Una encuesta de la Asociación Americana de Psicología (APA), hecha a profesionales de Estados Unidos y publicada en 2021, muestra que dicho incremento tiene un reflejo directo en el número de personas que acuden a terapia.
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Pero aún sigue habiendo, tal y como confirman los propios psicólogos, personas que son escépticas y que no creen que les estén ayudando sus citas en consulta. Hay pacientes que sienten que no avanzan, que no están consiguiendo resultados… Toca plantearse qué está fallando. "Cuando una terapia no va bien, puede ser por un problema de formación o falta de actualización del psicólogo, por una terapia mal escogida, por la falta de conexión entre el paciente y el psicólogo… Esto último es lo que denominamos alianza terapéutica", indica Pablo Vallejo, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
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¿Por qué no funciona la terapia?
El experto resume en seis los factores que hay que tener en cuenta:
- Conexión terapéutica entre un paciente y su psicólogo. "Puede que un simple prejuicio o el sexo del terapeuta —aunque esto sea más relevante en la sexología clínica— sea una barrera infranqueable en algún momento. Es uno de los motivos por los que la terapia puede no funcionar, pero no es el único", afirma el experto.
- La elección de la terapia también importa. Así, no todas las terapias psicológicas tienen el mismo nivel de evidencia empírica ni todas las problemáticas se abordan con la misma eficacia desde las distintas terapias. "La terapia sistémica, por ejemplo, es la que mejores resultados muestra en el tratamiento de la anorexia, pero no hay ningún indicio de éxito para tratar la disfunción eréctil. Algo similar pasaría con los tratamientos cognitivo-conductuales, que son muy efectivos para algunas fobias, pero no tienen ninguna eficacia para la fobia a la sangre o las inyecciones", explica Vallejo.
- Hacer una evaluación del paciente certera. "Hacer, por ejemplo, una terapia psicológica para un problema de origen orgánico va a implicar no solo que la terapia no aporte nada (salvo gastar tiempo y dinero), sino que se retrase el tratamiento médico pertinente", señala el profesor de la UOC.
- No probar otros enfoques. Otra de las causas que inciden en el éxito de una terapia es que el terapeuta "esté casado con un enfoque y lo aplique de forma exclusiva, independientemente de lo que la evidencia empírica sugiera", apunta Vallejo.
- El profesional debe estar al día de las novedades en el campo de la psicología. Y es que la falta de actualización del profesional es otro factor que hay que tener en cuenta. Podemos encontrarnos con que la terapia sea adecuada para el paciente, pero no se aplique correctamente debido a que el terapeuta no está al día. Puede haber habido avances que, en opinión del experto, “habrían reducido los tiempos de terapia o mejorado sus resultados".
- Y finalmente, apunta al factor humano. Aunque el terapeuta sea adecuado, "puede que la terapia no sea la correcta porque el psicólogo, por muy bueno que sea, también se equivoca", afirma Vallejo.
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Distintos avances en la terapia
Desde que existe la psicología como disciplina, ha habido distintas generaciones de terapias, o "momentos principales en la terapia psicológica", como las define el experto.
- Las más antiguas son las psicodinámicas o psicoanalíticas.
- Algo más tarde surgen las evoluciones del psicoanálisis, así como las llamadas terapias de segunda generación, entre las que destacan la terapia cognitivo-conductual, la sistémica o la Gestalt.
- Ya llegando al presente, la tercera generación está dominada por las terapias conductuales-contextuales, en las que predominan la terapia de aceptación y compromiso (ACT) o la atención plena (mindfulness).
- Por último, están las terapias de cuarta generación, enfocadas en los procesos centrales, es decir, en "intentar encontrar el origen del malestar y actuar sobre él con toda la artillería de la que disponemos los psicólogos", indica el profesor.
- En paralelo, las terapias anteriores, como las de segunda generación, "también han ido evolucionando, por lo que se postulan como alternativas más modernas y con mayor evidencia empírica".
Son muchas las herramientas que tiene a su alcance el terapeuta, que debe elegir cuál es la más apropiada en función de quién sea el paciente. "Hay terapias mejores y peores para distintos procesos", comenta Pablo Vallejo. "Empezamos a personalizar el tratamiento en función de las características biopsicosociales de nuestros pacientes", añade. Y es ahí donde entra en juego, incluso, la inteligencia artificial. "Muchos de estos avances nos llegarán gracias a la inteligencia artificial", como nueva herramienta que se incorporará a las terapias. Un ejemplo reciente es el ensayo pionero que la UOC y la UB están llevando a cabo, con la aplicación de realidad virtual en las terapias de un conjunto de jóvenes con depresión.
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Qué hacer cuando la terapia no funciona
Partiendo de todo esto, lo que está claro es que si una terapia no funciona, hay que buscar solución. "Existe un dicho popular que dice que, cuando un médico lo hace mal, es culpa de ese médico en particular, que no sabe nada; no obstante, cuando es un psicólogo quien se equivoca, es la psicología en general la que no sirve", comenta Vallejo. Sin embargo, la visibilización de los problemas mentales ha ayudado a desterrar este mito. "La idea de que el psicólogo es solo para los locos suena ya desfasada, y casi todos conocemos a algún allegado que ha ido al psicólogo", afirma el experto.
Si la terapia psicológica es cada vez más común, ¿cómo actuar si el tratamiento no nos parece el adecuado? "Hay múltiples motivos por los que la terapia puede salir mal", explica el profesor. "Ningún profesional tiene éxito al cien por cien. Quizá lo mejor que puede hacer el paciente es identificar qué factores de la terapia no le han gustado y buscar un nuevo profesional que ponga más énfasis en esos aspectos", concluye Vallejo.