Siempre es una buena opción, necesaria nos atreveríamos a decir, ponerse en el lugar del otro. Tener empatía, una cualidad que siempre suele ser muy valorada en quienes nos rodean. Pero lo cierto es que, como en todo, hay que tener medida, y huir de lo que podríamos llamar hiperempatía. “Tal y como dice el dicho de que los extremos se atraen, estar en el límite de tener la empatía rozando el sobresaliente, no es lo más adecuado para mantener una estabilidad emocional cuando nos relacionamos con algún ser humano. El exceso de empatía es tener demasiada compasión por los demás, lo que puede derivar en un verdadero problema de salud mental”, nos comenta al respecto Pilar Guerra Escudero, psicóloga clínica y coach ejecutivo.
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Tipos de empatía
Pero conviene empezar por el principio y, con la ayuda de la experta, profundizar un poco más en el concepto de empatía. “En el mundo de la psicología y de la psiquiatría, consideramos que el individuo cursa con dos tipos de empatía: la empatía afectiva y la empatía cognitiva”, nos cuenta la psicóloga, que nos da detalles de ambas:
- En el primero de los casos, la afectiva, tiene que ver con la capacidad para vibrar y sentir las emociones de otro ser humano, hasta tal punto de ser capaces de experimentar sus propios sentimientos. Esta aptitud, considerada un don humano, hace que podamos poner al servicio del otro nuestra propia compasión, al tener la virtud de ponernos en sus zapatos para, incluso, usarlos un rato.
- Por otra parte, la empatía cognitiva se define como la capacidad para entender y comprender el tipo de estado mental que tiene en ese momento la persona que está a nuestro lado. De la misma manera, nos ponemos entonces en los zapatos psicológicos de quien nos acompaña, vibrando de la misma manera con sus pensamientos, ideas y creencias, con el fin de también comprenderle y no emitir juicios sobre su manera de sentir e interpretar su vida.
“Sin embargo, cuando nos adentramos en el mundo de la hiperempatía, comenzamos a hacer nuestras las emociones e ideas de los otros seres humanos, de tal manera que embebemos y nos empapamos de toda su personalidad, haciendo de las relaciones sociales una experiencia disfuncional que nos lleva a nuestro propio autoagotamiento”, comenta la experta.
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Así se manifiesta la hiperempatía
- La hiperempatía está relacionada con el gran enemigo del ser humano que es la dependencia emocional, es decir, que tener adicción a las personas y a sus reacciones respecto a nosotros es una forma tóxica de vivir la relaciones sociales. En este sentido, al hiperempatizar con un otro, puede hacer que cometamos el error de anteponer las necesidades de ese otro a las nuestras propias. Esto es lo primero que ocurre como antesala de las relaciones conflictivas y disfuncionales.
- Las personas con hiperempatía pueden llegar incluso a absorber el malestar de otras personas de manera física. Pueden sentir exactamente las mismas sensaciones corporales como taquicardia, dificultad en respirar, llanto, insomnio... Que sientan lo “negativo” no es peor que sentir lo “positivo”, entre otras cosas, porque de ninguna manera se conectan con lo que sienten ellos, sino con lo que es del otro.
- La hiperempatía puede acarrear una intoxicación social que lleve al agotamiento. Demasiada empatía acarrea un cansancio infinito tras estar con personas con las que hiperempatizamos. Cuando pasamos mucho tiempo a su lado, llegamos incluso a padecer la temida ansiedad social o fobia social, en la que experimentamos malestar cuando nos hemos de reunir con otros seres humanos. Esta situación a veces deriva en trastornos de angustia crónicos.
- Con la hiperempatía bailamos al son de los posibles abusos por parte de otros. Puede hacer que justifiquemos y aceptemos el maltrato tanto físico como emocional por parte de otros. La hiperempatía en estos casos está relacionada con la excesiva compasión al “no buen trato” o, lo que es lo mismo, al entendimiento del abuso emocional, físico, económico y social de la persona que abusa, re victimizándonos al dar visto bueno a contextos de mobing, bullying o maltrato doméstico y vicario.
- Las personas hiperempáticas tienen dificultad para poner límites. Estas personas dejan a un lado sus propias necesidades, ya que cuando dicen NO, se sienten culpables de decirlo, y el negarse ante alguien lo consideran una falta de empatía y de complacencia. De esta manera el híper empático cursa con una estructura de personalidad en la que todo cabe ya que resulta ser como un país sin fronteras en el que todo vale.
- Los hiperempáticos sufren muchos cambios de humor, ya que tras el esfuerzo en absorber las emociones de los demás, se produce una dificultad para gestionar sus propias emociones. Estresados tras sostener tantos sentimientos de los otros, cursan con angustia tras el sobresfuerzo para canalizar las emociones ajenas de las que se apropian, por lo que les lleva a estados de hipersensibilidad.
- Las respuestas emocionales de los hiperempáticos son muy exageradas y desproporcionadas. Tienen el auto deber y auto exigencia de ponerse en la piel de los otros y denotan ira, incluso, ante la injusticia social. Un hiper empático por ejemplo va a poner incluso su vida en riesgo para defender la de los demás.
- El hiperempático está en concordancia con la hipersensibilidad frente al dolor y a los estímulos negativos, son personas extra sensibilizadas a todo lo relacionado con negatividad y exceso. En algunas ocasiones incluso, tienden al aislamiento social ya que la hiperempatía le lleva a no ser capaces de guardar su propia individualidad e independencia, de manera que pierden el foco y las riendas de la gestión de su propia vida.