El cáncer de piel es un problema de salud común en todas partes del mundo. Y entre todos los tipos de cáncer, el melanoma es uno de los más agresivos. En nuestro país afecta a unas 16 personas por cada 100.000, una incidencia que va en aumento según los datos recabados por la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN) y la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). En total se detectan más de 7.000 nuevos casos cada año, en su mayoría localizados en pacientes mayores de 45 años.
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Cómo se hace un melanoma
La enfermedad se origina cuando los melanocitos, las células que dan el color bronceado a la piel, comienzan a crecer sin control. Aunque es menos frecuente que otros tipos de cáncer de piel, su carácter casi silente aumenta el riesgo de que se propague a diferentes partes del cuerpo si no se detecta a tiempo.
Afortunadamente, gracias a la detección precoz, la mayoría de melanomas se curan con cirugía. “Por eso es importante realizar revisiones periódicas con el especialista en dermatología, ya que nos puede ayudar a descubrir el problema de forma temprana y hará que su tratamiento sea mucho más sencillo y sus complicaciones mucho menores”, explica el Dr. José Luis López Estebaranz, presidente del Colegio Iberolatinoamericano de Dermatología (CILAD).
Lo importante, por tanto, es saber reconocernos y acudir al dermatólogo para que realice una exploración, haga una biopsia y obtenga un diagnóstico. Hoy en día, la mayoría sabemos cómo son gracias a la regla del ABCDE. Sin embargo, hay un tipo de melanoma, el amelanótico, que carece de color y que puede pasar desapercibido. Saber que existe este tipo de lesión nos ayudará a revisar mejor la piel para que no se nos escape nada.
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Qué es el melanoma amelanótico
El melanoma amelanótico es una forma inusual de cáncer de piel que se caracteriza por la ausencia de pigmentación oscura. A diferencia de los melanomas típicos, que presentan manchas oscuras o lesiones pigmentadas, el melanoma amelanótico puede ser de color rosa claro, rojo o incluso blanco. Precisamente esta ausencia de color, o del que estamos acostumbrados a asociar con un melanoma, constituye un desafío tanto para los pacientes como para los médicos, ya que su apariencia atípica puede llevar a un diagnóstico erróneo o a un retraso en el tratamiento.
Según los expertos del Memorial Sloan Kettering Cancer Center, el melanoma amelanótico constituye aproximadamente el 2-8% de todos los casos de melanoma. Aunque es menos común, su agresividad y capacidad de diseminación son similares a las de otras formas de melanoma. Por esta razón, es crucial aumentar la conciencia sobre esta variante para promover un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado.
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Señales de alarma
Una lesión que aparece de nuevas, que cambia, que sangra o cuyo aspecto no nos gusta debe ser siempre examinado por un médico, puesto que es la principal señal de alarma de que podría tratarse de un tipo de cáncer de piel o melanoma.
Como todos los melanomas (marrones, negros, rosados o rojizos, así como los que no tienen color) las zonas de aparición más frecuentes son el pecho y la espalda de los hombres y las piernas de las mujeres, así como el cuello y la cara. No obstante, se puede desarrollar además en las palmas de las manos, las plantas de los pies o debajo de las uñas (que se detectan, sobre todo, en personas de raza negra) y, en raras ocasiones, en los ojos, la boca, los genitales y el área anal.
Hay que tener muy en cuenta también los factores de riesgo que se dan en cada paciente: antecedentes familiares, edad madura o avanzada y un historial de exposición excesiva a la radiación ultravioleta, tanto solar como de cabinas bronceadoras, son algunas de las variables que pueden favorecer su aparición. “La piel es un órgano que tiene memoria, si hemos padecido quemaduras de sol en nuestra niñez y juventud debemos estar alerta, la radiación ultravioleta intensa en la juventud daña el dna celular y con la edad aumenta el riesgo de cáncer cutáneo”, indica López Estebaranz.
También debemos prestar atención cuando localizamos lunares (llamados nevos) con una forma anormal, asimétrica, que pueden aparecer, incluso, en el cuero cabelludo. Y a aquellos que se presentan de nacimiento, sobre todo si son muy grandes, ya que tienen mayor riesgo de convertirse en melanomas.
“Han de tener especial cuidado aquellas personas con la piel muy blanca que se queman o se llenan de pecas con facilidad. También si existen antecedentes entre familiares de primer grado (padres, hermanos, hijos) ya que se calcula que el 10% de los casos tienen ese vínculo. O aquellos que han padecido cualquier otro tipo de cáncer de piel o que tienen un sistema inmunitario debilitado”, puntualiza el presidente de CILAD.
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Tratamiento
El tratamiento de este tipo de melanoma sin color es el mismo que el que reciben los melanomas comunes. La extirpación quirúrgica es el método principal de abordaje. La cirugía se completará con otras terapias quimioterápicas o de inmunoterapia según la etapa de la enfermedad. En concreto, la inmunoterapia y las terapias dirigidas han demostrado ser efectivas en los estadios más avanzados de melanoma amelanótico. Sin embargo, y para concluir, la clave para que un diagnóstico favorable es la detección precoz y un tratamiento inmediato, por ello es esencial que acudir al dermatólogo como mínimo una vez al año, de forma inmediata si detectamos alguna lesión en la piel y protegernos con cremas solares y barreras físicas.