Estamos ante un problema de salud mental grave, que afecta, solo en España según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), a entre el 4,1% y el 6,4% en jóvenes de 12 a 21 años. Hablamos de los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA), patologías que van en aumento. “Hemos detectado un auge de pacientes jóvenes que sufren esta enfermedad. Esto puede estar asociado a varios factores, como los ideales actuales de belleza y la presión social, desafíos en la regulación emocional, y una posible vinculación con un modelo adictivo. Además, el confinamiento durante la pandemia ha contribuido al aumento de los casos de TCA”, alegan los expertos de la unidad de TCA de la Clínica López Ibor, coincidiendo con la celebración hoy, 2 de junio, del Día Mundial de Acción contra dichos trastornos.
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Anorexia y bulimia
Los TCA más visibles son dos: la anorexia nerviosa, que surge cuando se restringe el consumo de alimentos, comiendo muy poco y, como consecuencia, se llega a la pérdida de un 25% del peso corporal y la bulimia nerviosa, que se produce cuando la persona, a través de conductas purgativas, trata de eliminar lo ingerido tras un atracón. “En la anorexia nerviosa, se observa frecuentemente un perfeccionismo extremo y dificultades en la regulación emocional. En la bulimia nerviosa, los episodios de atracones y purgas están vinculados con la regulación emocional y la búsqueda de alivio o gratificación inmediata”, explican desde la Clínica sobre los perfiles de los pacientes.
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Buscando las causas de los TCA
Tal y como confirman los expertos de la clínica, este tipo de trastornos no aparecen por una sola causa en concreto. Así, influyen “múltiples factores y variables que pueden precipitar su aparición, como factores ambientales, entornos familiares, predisposición genética estresores, aprendizajes a lo largo de la vida en especial en el periodo de la adolescencia, rasgos de personalidad, baja autoestima, contextos híper exigentes, etc. Por lo que se denomina que es un trastorno de etiología multicausal”, indican desde la Clínica.
¿Cómo detectar si un paciente sufre TCA?
“A los familiares de un paciente con TCA les sugerimos buscar asesoramiento profesional, educarse sobre los TCA, proporcionar apoyo emocional, evitar juicios y críticas, y participar en terapias familiares o de grupo. También, estar atentos a posibles señales de alarma es importante para ayudar a tiempo”, aconsejan los especialistas de la unidad de TCA de la Clínica, que resumen algunas de las señales que nos pueden indicar que estamos ante un problema:
- Preocupación excesiva por la comida.
- Restricciones alimentarias, como reducir la calidad de los alimentos que se ingieren y, posteriormente, la cantidad.
- Maneras diferentes de ingerir los alimentos: comer más rápido, aplastar los alimentos, cortarlos en pequeñas porciones y separarlos según los grupos alimentarios, comer a escondidas o solos, etc.
- Evitar comidas en familia.
- Notar la desaparición de alimentos en el hogar.
- Encontrar comida escondida en diferentes lugares inusuales, como por ejemplo armarios, cajones, bolsos, ropa o debajo de la cama.
- Acudir al baño tras finalizar las comidas de forma rápida.
- Fluctuaciones llamativas del peso, uso de laxantes o diuréticos o amenorrea.
- Alteraciones del comportamiento o del estado anímico.
- Aparición de mentiras y conductas manipuladoras.
- Aislamiento social.
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¿Cómo poner solución al problema?
“Este problema se puede tratar de evitar a través de campañas de prevención. Para prevenir un TCA los aspectos cruciales incluyen la educación en regulación emocional, la promoción de una imagen corporal realista, y la provisión de soporte emocional y acceso a recursos profesionales. Es importante brindar un entorno terapéutico intensivo y especializado para pacientes con estos trastornos. Esto facilita la transición gradual hacia la vida cotidiana e integra los cambios de comportamiento en su contexto real. Programas de regulación emocional que ofrezcan herramientas y estrategias eficientes para gestionar las emociones de forma saludable, evitando que los pacientes utilicen la comida como mecanismo de regulación emocional, es clave”, cuentan desde el equipo de psicólogos y psiquiatras de la unidad de TCA de la Clínica López Ibor.