No siempre prestamos a las posturas que tomamos la importancia que merecen. Y una mala postura puede tener consecuencias negativas en nuestra salud. Un ejemplo práctico, relacionado con una postura habitual al sentarnos, con las piernas cruzadas, ¿puede ser perjudicial? En opinión de Pablo Herrera, vicedecano del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, sentarse con las piernas cruzadas no tiene por qué generar un problema, salvo que alguien se pase el día en esa posición o que tenga alguna patología que lo desaconseje. “De hecho, en algunas culturas es común sentarse en el suelo con las piernas cruzadas y no tienen mayor incidencia de enfermedades osteomusculares. Lo que acaba generando dolencias es el sedentarismo, la falta de actividad física, y el mantener una postura durante demasiado tiempo”, nos dice.
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Ojo si abusas de esta postura
Lo que está claro es que hay que tener cuidado en el caso de que se abuse de esta postura, tanto a nivel circulatorio como articular. “En casos extremos, en donde si se abuse del cruce de piernas, provoca una descompensación corporal que podría llegar a modificar la longitud de los músculos y la disposición de los huesos de la pelvis y la zona lumbar. Incluso, llegando a influir de manera negativa en la alineación de la cadera, de la columna vertebral y de los hombros, lo que también afectaría al cuello y a la alineación de la cabeza”, nos cuenta el experto, que añade que para aquellas personas que tengan problemas circulatorios, también es desaconsejable cruzar las piernas de forma constante.
Así, por ejemplo, es negativo si tienes insuficiencia venosa crónica o varices. Además, puede aumentar la presión arterial e incrementar el riesgo de que se deterioren los vasos sanguíneos y de que aparezcan coágulos y sufrir una trombosis. “En estos casos, es mejor cruzar las piernas a la altura de los tobillos, no de las rodillas”, nos cuenta.
Por el contrario, el experto nos cuenta que algunos estudios científicos indican que sentarse con las piernas cruzadas puede ayudar a ajustar los lados de la pelvis a personas que tienen una pierna más larga que la otra. Esta costumbre también puede mejorar la estabilidad de las articulaciones sacroilíacas.
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Sentarse bien en la silla
Pasamos muchas horas sentados, sobre todo en los trabajos de oficina. Pero la parte buena es que, en el entorno laboral, por ejemplo, el mobiliario es cada vez más eficaz y la ergonomía se ha generalizado. “Pero, como muchas veces pasamos toda la jornada laboral sentados, conviene tomar precauciones. Entre ellas, es mejor apoyar los dos pies en el suelo, pero no pasa nada si cruzas las piernas de vez en cuando”, sugiere el especialista, que nos resume otras medidas útiles:
- Adecuar la altura de la silla hasta que resulte cómoda.
- Vigilar la distancia de la pantalla del ordenador, que debe estar frente a la cabeza y a la altura de los ojos, permitiendo tener el cuello recto.
- Acodar los brazos en la mesa para teclear, evitando movimientos bruscos y con una buena postura para manejar el ratón.
“Diferentes estudios señalan que no existe una postura ‘perfecta’ ni hay un mobiliario ideal. Por eficaz que sea una postura, resulta nociva si la mantenemos durante varias horas”, cuenta Pablo Herrera, que añade que, por eso, es necesario realizar micropausas cada hora, más o menos, dedicando unos minutos a realizar ejercicios ligeros, como caminar durante ese descanso, ponerse de pie y dibujar círculos con las caderas, aprovechando también para abrir y cerrar los brazos o levantar los pies para estirar las extremidades, o realizar unas sentadillas. Incluso, bailar unos minutos, si uno trabaja desde casa y no tiene compañeros alrededor. “En paralelo, realizar media hora diaria de actividad física, para asegurar una vida más saludable”, sugiere.
Cambiar de postura con frecuencia
La mejor alternativa es, no hay duda, cambiar de postura con frecuencia. “Desde el CPFCM insistimos en que la mejor postura es la que menos dura. Además, la ausencia de movimiento, el abuso de tiempo sin cambiar de posición sí puede causar lesiones o problemas de salud. Mantenerse inactivo durante más de seis horas contribuye a desarrollar diabetes, obesidad, cardiopatías, dolores musculares y articulares”, concluye.