'Me retraso 10 minutos', 'ya estoy llegando...' Seguro que has escuchado alguna de estas frases en alguna ocasión, o tal vez, seas tú quien la ha pronunciado. Te están esperando, tienes una cita o un compromiso y llegas tarde 5, 10 minutos o incluso más. Hay personas que repiten siempre este mismo patrón, y se retrasan independientemente de cuál sea el plan. Muchos pensarán que es una falta de respeto para los que siempre llegan en hora a sus citas. Pero hemos querido profundizar un poco más al respecto de la personalidad de los impuntuales.
“En primer lugar, hay que resaltar que la impuntualidad, como casi todo en la conducta humana, es un fenómeno complejo. Tiene mucho que ver con la gestión del tiempo, donde intervienen multitud de factores de diversa índole, que van desde aspectos puramente fisiológicos hasta los psicológicos, pasando por otros situacionales, culturales, educativos y sociodemográficos o incluso relativos a la salud, muchos de ellos a su vez relacionados entre sí”, nos cuenta David Montesa, de Mundopsicologos.com.
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¿Eres una persona vespertina o matutina?
Analizando estos factores con más detalle, el experto nos cuenta que, por ejemplo, en el plano puramente fisiológico, el hecho de ser una persona “matutina” o “vespertina” puede tener influencia en la impuntualidad. “En este sentido, se ha visto que las personas “vespertinas” tienden a ser más impuntuales que las “matutinas” (Werner et al., 2015). Entre otras diferencias, las personas vespertinas presentan menores niveles matinales de cortisol (hormona que nos activa por la mañana) que las matutinas y parece ser que esa menor activación fisiológica se relaciona con una mayor impuntualidad”, nos explica.
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¿Y en cuanto a los factores psicológicos?
En este caso, David Montesa nos detalla que podemos hablar de todo un abanico de variables (rasgos de personalidad, factores actitudinales, motivacionales, relativos a las capacidades personales, etc.) que se relacionan con la característica conductual observable de ser más o menos impuntual y que, a su vez, también presentan relaciones entre unas y otras.
“Con todo esto quiero decir que la respuesta a la pregunta de por qué hay personas impuntuales también puede resultar compleja. Una respuesta sencilla podría ser que las personas impuntuales no gestionan adecuadamente el tiempo que necesitan para conseguir realizar algo, bien sea por falta de capacidad, de motivación o una combinación de las dos y que, además, esa falta de capacidad y motivación también puede deberse a diversos motivos”, nos dice.
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Así es su personalidad
Una de las dudas que nos surge es si existen rasgos comunes en la personalidad de las personas impuntuales. “Cuando intentamos imaginar el ‘retrato robot’ de la persona impuntual, pueden venir muchas imágenes a nuestra mente”, nos dice. Y así nos detalla que podemos pensar en:
- Personas excesivamente optimistas con respecto a su capacidad de aprovechar el tiempo adecuadamente, optimismo que la mayoría de veces se ve superado por la realidad.
- Personas despistadas que olvidan lo que tienen que hacer o no se acuerdan hasta el último momento.
- Personas con algún tipo de obsesión o compulsión que les resta energía y tiempo útil de su vida diaria y dificulta, por tanto, cumplir adecuadamente con los compromisos.
- Personas con poco respeto por las normas o convenciones sociales y que están poco motivadas a respetarlas.
- O incluso personas que, aun queriendo ser puntuales, se ven impedidas a conseguirlo por su casuística concreta, que puede abarcar distintos eventos o situaciones personales complejas hasta la influencia de la enfermedad ya sea física o mental.
“Como se puede ver, este ‘retrato robot’ es variopinto y existen ciertos rasgos o características que se asocian habitualmente a las personas impuntuales. Sin embargo, el factor común a todas estas características es que se relacionan con esa capacidad y esa motivación que ya hemos nombrado antes, necesarias para que las personas gestionen el tiempo de una manera eficaz que les permita cumplir puntualmente con sus compromisos ya sean laborales o sociales”, nos cuenta el psicólogo.
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La impuntualidad y la personalidad
¿Puede explicar la impuntualidad algunos rasgos de nuestra personalidad? “En efecto, estamos viendo que el fenómeno de la impuntualidad tiene que ver con muchos factores distintos y algunas de las variables que se han mostrado relacionadas con este aspecto son ciertos rasgos de la personalidad. Aunque existen varios, uno de los modelos de personalidad más frecuentemente utilizados en psicología es el conocido como Big Five (Goldberg, 1982, 1990; Costa y McRae, 1992), que define la personalidad en torno a cinco grandes rasgos: (1) extraversión, (2) inestabilidad emocional o neuroticismo, (3) amabilidad, (4) responsabilidad y (5) apertura a la experiencia. Existen evidencias de que algunos de estos rasgos de personalidad se relacionan con la puntualidad de las personas”, nos cuenta.
Y continúa explicando que, por ejemplo, Back y colaboradores (2006) encontraron que las personas con alta responsabilidad y amabilidad solían ser menos impuntuales y que las personas con alto neuroticismo tienden incluso a llegar antes de hora a sus compromisos. “Esto se explicaría porque las personas con alta responsabilidad tienen suficiente organización y autodisciplina como para no olvidar sus citas. Además, pueden ejecutar activamente los objetivos secundarios inherentes a la puntualidad: levantarse temprano, tomar el transporte público, encontrar el lugar correcto, etc. Por otro lado, las personas con alta amabilidad están motivadas para respetar los compromisos mutuos y sentir empatía por otras personas y, en consecuencia, a asistir puntualmente a sus compromisos. En cuanto al neuroticismo, las personas con altos niveles de neuroticismo pueden incluso mostrar un exceso de rapidez, probablemente para evitar ser criticados o que se les llame la atención, algo que les genera malestar emocional”, nos explica.
Y si hacemos una lectura más amplia, el experto explica que vemos, una vez más, que estos rasgos de personalidad implican una mayor o menor tendencia y motivación para hacer ese esfuerzo que implica la gestión adecuada del tiempo y ser puntuales, que obedece a motivos distintos como pueden ser esa capacidad de organización y autodisciplina de las personas con alta responsabilidad; ese respeto y consideración por los demás, propia de las personas con alta amabilidad; o esa necesidad de “no quedar mal” de las personas con alto neuroticismo.
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Una distinta percepción del tiempo
Le planteamos una duda al psicólogo, acerca de la posible influencia en el hecho de ser impuntuales de la distinta percepción que cada uno podemos tener del tiempo. “Esta pregunta es muy interesante y sí, parece ser que las personas tenemos maneras distintas de percibir el tiempo que pueden influir en nuestra tendencia a ser más o menos impuntuales. Podemos encontrar estudios transculturales que muestran que el tiempo se percibe de manera distinta en distintos países o culturas y que esa distinta percepción temporal se relaciona con la impuntualidad. En este sentido, hay quien habla de dos tipos de concepciones del tiempo muy distintas, que se conocen como ‘tiempo monocrónico’ y ‘tiempo policrónico’. La primera sería típica de culturas como la estadounidense, en la que el tiempo se considera casi como algo tangible, lineal, controlable y divisible, que equivale a dinero y que no debe ser malgastado o desperdiciado. La segunda concepción sería más típica de las culturas latinas, en las cuales el tiempo también es importante, pero más que para su utilidad productiva, como un contexto casi intangible que subyace a todas nuestras vivencias personales, algo que hay que disfrutar y saborear. Parece ser que la concepción monocrónica del tiempo se relaciona con una mayor facilidad para ser puntuales, mientras que la policrónica lo hace con una mayor tendencia a ser impuntuales”, afirma.
Pero, además, continúa explicando que esa distinta percepción del tiempo depende de otros factores más allá de la cultura. Y matiza que, por supuesto, hay otros factores de tipo psicológico que pueden influir en nuestra manera de percibir el tiempo. “Por ejemplo, cuando estamos totalmente inmersos en una actividad parece que el tiempo pasa más despacio. ¿Quién no se ha sorprendido alguna vez al darse cuenta de que ha pasado varias horas concentrado haciendo algo que le gusta, pero su sensación es la de haber pasado mucho menos tiempo? Esto es típico de lo que se conoce como ‘estados de fluir’ o Flow, en inglés, que se refiere al estado de inmersión total en una actividad. ¿Es posible que lleguemos tarde a una cita precisamente por haber estado inmersos en un estado de flow que altera la percepción del tiempo? Tengo que admitir que a mí me ha pasado varias veces…”, afirma.
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Consecuencias de la impuntualidad
Lo que está claro es que la impuntualidad de algunas personas puede tener consecuencias, que el experto aclara que pueden ser de diversa índole. “En el plano laboral, la puntualidad es una cualidad deseable y no cabe duda de que la impuntualidad puede generarnos problemas. Ser una persona impuntual puede tener efectos negativos como el de generar una imagen poco confiable y responsable de uno mismo como, o incluso puede generar desmotivación de otros trabajadores a respetar los horarios. La impuntualidad de los trabajadores se considera como una potencial pérdida para las organizaciones. Entre otras, estas razones hacen que las empresas ‘huyan’ de los trabajadores impuntuales y que estos encuentren más dificultades a la hora de encontrar, prosperar o incluso mantener un puesto laboral. Sin embargo, la puntualidad no es algo importante solamente en el ámbito laboral y puede tener consecuencias negativas también en el plano de las relaciones sociales, que pueden verse deterioradas significativamente. Ser impuntuales frecuentemente puede interpretarse por parte de los demás como una señal de desprecio por su tiempo y por las normas sociales que la mayoría respetamos de común acuerdo. Las personas recurrentemente impuntuales se vuelven menos confiables también para su círculo social y pueden incluso llegar a ser objeto de burlas, quejas y, en ciertas ocasiones, puede incluso llegar a generar rechazo por parte de otras personas”, nos detalla.
Mientras, matiza que desde una perspectiva individual, ser impuntual puede significar no hacer cosas que queremos hacer, hacerlas tarde, hacerlas mal y no poder rendir adecuadamente o disfrutar de ciertas actividades como lo haríamos si viviésemos “en hora”. “Esto, sumado a lo que acabo de comentar sobre las consecuencias sociales, puede resultar en una visión más negativa de nuestra vida y de nosotros mismos. Es decir, todas estas consecuencias negativas hacen que la impuntualidad pueda resultar en efectos negativos sobre el autoconcepto y la autoestima, lo que puede llevarnos a una disminución de nuestro bienestar psicológico, por lo que no estamos hablando de algo baladí”, nos dice.
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Buscar una solución a la impuntualidad
¿Cómo se puede llegar a solucionar el problema de la impuntualidad? “La respuesta a esta pregunta tampoco es fácil ante un fenómeno complejo. No obstante, aquí hay buenas noticias y noticias menos buenas. Empezando por las buenas, hay que decir que se puede aprender a ser más puntuales, a organizarse mejor y gestionar mejor el tiempo. La noticia menos buena es que, como en la mayoría de los cambios conductuales y más en aquellos que implican hábitos fuertemente establecidos, normalmente se requiere del esfuerzo, la implicación y el compromiso con el cambio. Una vez, más hablamos de la importancia de los aspectos motivacionales”, comienza apuntando a este respecto David Montesa, que añade que sin embargo, con la suficiente motivación, esto es algo que se puede conseguir siguiendo ciertas pautas y aplicándolas en nuestro día a día.
En primer lugar, realizar una toma de conciencia y tener presentes las consecuencias negativas que puede tener faltar a nuestros compromisos, así como las positivas de ser puntuales.
Por otro lado, existen diversas técnicas para optimizar la gestión del tiempo. Entre otras cosas:
- Suele ser muy útil dividir las tareas en partes más pequeñas y establecer un tiempo estimado para cada parte.
- Hacer listas de tareas, acciones y proyectos y priorizarlas de manera adecuada (por ejemplo, en función de su urgencia y dificultad).
- Planificar las cosas y empezar a hacerlas antes de lo que creemos necesario.
- Calcular posibles contratiempos.
- Separar temporalmente los compromisos de manera que sea más difícil que terminar tarde en uno o un imprevisto nos impida llegar al siguiente, más vale aligerar la agenda que dejar plantadas a las personas que nos esperan, eso habla de nuestra responsabilidad y fiabilidad.
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Así debemos tratar con una persona impuntual
Para concluir, nos planteamos una situación muy común a la que podemos enfrentarnos en nuestro día a día: tener que tratar con personas impuntuales cuando nosotros no lo somos. ¿Cómo debemos afrontar esta situación? “Aunque pueda parecer obvio, una de las primeras cosas que podemos hacer cuando tenemos que lidiar frecuentemente con la impuntualidad de alguien es decírselo. Es posible que la persona en cuestión ni siquiera esté dándose cuenta de las consecuencias negativas que su impuntualidad tiene sobre los demás y de las molestias que puede generar. El primer paso, por tanto, es comunicarle que lo que hace no es correcto y las consecuencias que tiene en los demás. ¡Ojo! Esto debe hacerse siempre comunicando de manera asertiva, es decir, expresando nuestra opinión y necesidades de manera respetuosa y evitando faltas de respeto o amenazas. Esto puede generar un escenario de diálogo para que la persona en cuestión pueda expresar, si es que las tiene, sus razones de peso para ser tan impuntual, así como oportunidades para que los demás le comprendan y, si es posible y razonable, le ayuden a solucionar aquello que le impide ser puntual”, nos explica.
¿Y si esta medida no funciona? “Cuando esto no funciona se pueden tomar medidas algo más tajantes, como comenzar a hacer la actividad para la que se había quedado sin esperar a la persona impuntual. Esto puede servir de distintas formas: en primer lugar, nos ayuda a poner límites y a que la impuntualidad de una persona afecte menos al resto; en segundo lugar, no reforzamos la conducta de llegar tarde, de manera que será más improbable que se repita y, a su vez, ayudamos a la persona impuntual a ver que sus acciones tienen consecuencias”, concluye.