Cuando hablamos de enfermedades reumáticas, sin duda, la gota ocupa un lugar destacado, al ser, tal y como confirman los expertos, una de las más frecuentes. Solo en España se estima, según el estudio de prevalencia sobre las enfermedades reumáticas en población adulta en España de la Sociedad Española de Reumatología (EPISER), que hay más de 800.000 por esta patología inflamatoria sistémica. Este dato supone un 2,4% de la población.
Incremento del riesgo cardiovascular
Datos que deberían hacernos reflexionar. Pero, lo cierto es que a pesar de esta elevada prevalencia, no siempre se le presta la importancia que realmente requiere, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos ante una patología inflamatoria sistémica que asocia comorbilidades graves, sobre todo a nivel cardiovascular y renal. Y es que no solo los niveles altos de ácido úrico en sangre (hiperuricemia) se relacionan con las diferentes enfermedades cardiovasculares (cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca, enfermedad arterial periférica, enfermedad cerebrovascular), sino también la inflamación debida al depósito de cristales de ácido úrico en articulaciones y otros tejidos, lo que conocemos como gota. “Al igual que sucede en otras enfermedades inflamatorias, en la gota la inflamación crónica por cristales de urato da lugar a una aterosclerosis acelerada o prematura, incrementando el riesgo cardiovascular de los enfermos y aumentando su mortalidad y morbilidad con respecto a la población general”, nos explicaba el Dr. Enrique Calvo, reumatólogo del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid.
“Los pacientes con gota también presentan un mayor riesgo de padecer insuficiencia renal, hipertensión arterial y síndrome metabólico (hiperlipidemia, hipertensión arterial, diabetes mellitus, resistencia a la insulina y obesidad), lo cual empeora más, si cabe, el riesgo cardiovascular”, añade la doctora Vanesa Calvo, reumatóloga del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander.
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Mejoras en el diagnóstico y el tratamiento
Aunque, por otra parte, lo cierto es que el diagnóstico y manejo terapéutico de la gota ha mejorado en las últimas décadas, y además “existen nuevas opciones terapéuticas que amplían las posibilidades de tratamiento de pacientes que antes no conseguían un control correcto de su enfermedad, todavía es necesario seguir investigando para avanzar en este campo”, explica el Dr. Alejandro Gómez, reumatólogo del Hospital Universitario Vall d'Hebron.
“En este ámbito, también ha resultado clave la aparición del concepto treat to target, ya utilizado en otras patologías, como estrategia para el manejo de la gota. El objetivo actual es mantener los niveles de ácido úrico por debajo de 6 mg/dL (incluso de 5 en algunos pacientes) y hacer desaparecer los ataques y los tofos”, comenta el especialista. Los tofos gotáceos o tofos gotosos son depósitos voluminosos de cristales de ácido úrico que se desarrollan en el tejido cartilaginoso, tendones y tejidos blandos.
“La incorporación de la imagen puede guiar los ajustes terapéuticos en estos tipos de artritis, ya que permite evaluar la carga de cristal y la inflamación asociada. Esto tiene implicaciones directas en la evaluación y el manejo de pacientes con actividad inflamatoria, pero también en aquellos en remisión clínica. Además, herramientas como la ecografía pueden contribuir a adelantar el diagnóstico de la gota en ciertos pacientes con hiperuricemia, incluso antes de que se produzcan los primeros síntomas”, detalla por su parte, el Dr. Francisco Aramburu, reumatólogo del Hospital Clínico Universitario de Valladolid.
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Riesgo genético en la gota
Lo que es evidente es que se sigue investigando acerca de esta patología que afecta, en gran medida, la calidad de vida de quien la padece. Así, la Dra. Irati Urionaguena, del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario de Galdakao, informaba de los resultados de algunos de esos estudios. “Se han presentado datos de la posible relación entre el riesgo genético y el desarrollo de gota a edad más temprana y con más tofos. La investigación básica, además, se ha centrado sobre todo en el estudio molecular de los procesos de inflamación aguda en los ataques de gota”, comenta.
Y en relación a nuevos datos clínicos y de valoración de los pacientes, se ha propuesto una herramienta de predicción de riesgo de ataque de gota en pacientes hospitalizados por otros motivos. Las novedades respecto al tratamiento se han centrado en nuevos datos sobre la asociación de fármacos inmunomoduladores al uso de la pegloticasa para mejorar la tolerancia y la supervivencia del fármaco.
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¿Puede requerir cirugía?
El manejo de la gota tofácea complicada puede requerir cirugía. “Nuestro deber es conocer todos los abordajes posibles para el manejo de los pacientes, y desde su visión, nos ayudan a conocer las opciones que nos puede ofrecer su especialidad para los pacientes refractarios o muy crónicos que necesiten intervenciones más complejas. Además, es una forma de acercar ambas especialidades cuya colaboración resulta fundamental y que debe potenciarse para agilizar y mejorar el diagnóstico y tratamiento de los pacientes con gota”, ha concluido el Dr. Aramburu.
Consultar siempre con el médico
Hay un factor que preocupa también a los expertos y es que existen muchos pacientes no consultan a ningún médico cuando sufren ataques de gota y optan por sufrirlos en el domicilio o por el automanejo (no siempre correctamente realizado, con riesgos para la salud por exceso de antiinflamatorios). Desde la SER insisten en que es un error y destacan también la importancia del cuidado de la alimentación y los hábitos de vida saludables, algo fundamental para tratar esta patología, tanto dentro como fuera de casa, y recuerdan que "es fundamental seguir los consejos de sus médicos y ser constantes y disciplinados con la medicación”.