Estamos ante una realidad muchas veces silenciada, pero que no es un problema, ni mucho menos, menor. Las cifras dicen que se suicidan más de 4.000 personas al año en España. Un problema que la sociedad debe abordar, no quedarse de perfil. Así nos lo tramite Claudia Tecglen, presidenta de Convives con Espasticidad, psicóloga y Premio Princesa de Girona 2022 en la categoría social, quien considera que “la única opción que tenemos para combatir este grave problema es mirarlo de frente y abordarlo colectivamente como lo que es: la gran pandemia de este siglo”. Así es como define el suicidio la experta, diagnosticada en la infancia de parálisis cerebral, con quien hemos tenido ocasión de hablar, abordando un aspecto, además, aún más olvidado: el suicidio entre personas con discapacidad.
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Los datos indican que el suicidio es un problema al alza. ¿Dónde cree que estamos fallando?
Estamos fallando en demasiados frentes: a los niños no se les ofrecen una educación emocional donde se fomente centrarse en sus fortalezas y afrontar el fracaso como aprendizaje. El error no está permitido y nos vemos obligados a mostrar nuestra mejor cara por no aparentar menos que los demás. En una sociedad hiperconectada es fácil caer en la comparativa, donde siempre salimos perdiendo y la imagen que mostramos no se corresponde siempre con la realidad.
Hemos creado una sociedad en la que estamos sometidos a la "tiranía de la felicidad', es decir, siempre debemos estar felices y esto es simplemente imposible. Estar tristes de vez en cuando no es solo algo que se permita, sino que es necesario. Desde niños fomentamos la competitividad y no la colaboración, medimos los logros, los resultados, pero no en los procesos o en valores tan importantes como la constancia, el esfuerzo o la ética. Solo nos fijamos en la meta, olvidamos el camino y el crecimiento personal en cada momento y esto mina nuestra autoestima.
Por último, en la sociedad “del hacer y de la hiperconectividad” no encontramos tiempo para cultivar relaciones auténticas, uno de los indicadores más importantes de una buena salud mental. El ser humano es un animal social y necesitamos relacionarnos con otros, la soledad mata.
Este problema afecta también en gran medida a las personas con discapacidad, ¿piensa que somos realmente conscientes de este problema?
Realmente no somos conscientes del problema. Si se paran a pensar los lectores sobre cuántas personas con discapacidad conocen en profundidad, lo más seguro es que el número sea muy bajo o nulo. Quizás, tengan trato o, incluso, amistad con alguna de ellas. Pero, ¿realmente son conscientes de todas las barreras que tienen que superar en su día a día? Ciertamente es un camino de doble sentido, las personas con discapacidad somos los únicos maestros con autoridad para mostrar la realidad y transformarla. Si soy honesta, muchos miembros de mi familia no saben las grandes dificultades que tengo en mi día a día, como convivir con dolor crónico o la dificultad para participar en muchos espacios por falta de diseño universal -(un paradigma del diseño relativamente nuevo, que dirige sus acciones al desarrollo de productos y entornos de fácil acceso para el mayor número de personas posible, sin la necesidad de adaptarlos o rediseñarlos de una forma especial)-.
Son personas con más problemas en su día a día, ¿influye esta situación en que aumenten las posibilidades de suicidio en personas con discapacidad?
Por supuesto, la discapacidad es una amenaza para la autoestima, no solo de la persona que la tiene, sino también de su familia, por las dificultades de acceso a la educación o a un empleo (recordamos que la tasa de desempleo en este colectivo es del 73, 1%). Nuestro ocio también es más limitado y, muchas veces, depende de nuestra capacidad económica. Todo ello fomenta la soledad no deseada. Por no hablar de las situaciones donde se convive con un dolor crónico o las ideas erróneas que se tienen de las personas con discapacidad y que terminamos haciéndolas propias. No hay nada más limitante que permitir que nuestra discapacidad nos defina.
El objetivo es tratar de trabajar para prevenir el suicidio en este colectivo, ¿qué estrategias tenemos a nuestro alcance para conseguirlo?
Por mencionar solo algunas de ellas: pedir ayuda a nuestro entorno más cercano y a un profesional de la salud mental, gestionar nuestra actitud centrándonos en aquello que sí podemos hacer o crear una sociedad más amable y comprensiva donde nadie se sienta atrás (esto es una responsabilidad de todos). Es vital conocer los recursos existentes, entre otros:
- Fundación Española para la prevención del suicidio.
- Teléfono de la Esperanza.
- 024. Línea de atención a la conducta suicida.
- Desde la Escuela Convives: 1ª Escuela de Afrontamiento Activo de la Discapacidad ponemos a disposición de aquellos que lo necesiten el módulo ‘Ilusiónate con tu vida’ que se ha creado gracias a la colaboración de Fundación MAPFRE y Fundación ”la Caixa”. También gracias a la colaboración de Fundación Ibercaja, Fundación A.M.A. Hemiweb y Fundación Mapfre se cuenta con Becas Afronta. Para más información puedes consultar la página web de la Escuela Convives.
De todos modos, esto no es suficiente. Se necesita un Plan Nacional de Prevención del Suicidio y una Red Estatal de Apoyo a los Supervivientes totalmente accesibles. También es fundamental fomentar la investigación sobre las conductas autolíticas y autolesivas y sobre el suicidio para desarrollar modelos de prevención y abordaje todavía más eficaces.
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¿Es un problema difícil de detectar?
No siempre es fácil, sobre todo si no eres un especialista de la salud mental. Pero hay ciertas señales de alarma que todas las personas deberíamos tener en cuenta. Ojo a frases como: “La vida es una mierda", "mejor acabar con todo", "me gustaría dormirme y no despertar jamás".
Otra bandera roja es cuando observamos cambios radicales en la persona, como dejar de disfrutar con las actividades que antes sí le causaban placer o se encierra en sí misma. El suicidio no llega de repente y es importante conocer sus fases y los comportamientos más comunes en cada una de ellas.
“Siempre hay una salida”, ha afirmado. ¿Es este el mensaje que deberíamos grabarnos a fuego?
Desde luego, es difícil que una persona que piensa en suicidarse crea esto. Pero, es así. De todo se sale excepto de la muerte. Un buen ejercicio es reflexionar sobre todos aquellos obstáculos que se nos ha presentado en la vida y hemos sabido hacerles frente. Nuestra mente puede ser nuestra gran torturadora: nos castigamos mucho anticipándonos a lo malo que puede pasar y todavía no ha pasado o por los errores cometidos que ya no podemos cambiar. Debemos centrarnos en lo que sí podemos hacer y en todo lo que hemos superado a pesar de las dificultades. Debemos aplaudirnos más y dejar de fustigarnos.
¿Piensa que, poco a poco, se va prestando más atención a los problemas de salud mental en nuestra sociedad?
Cada vez se habla más de la salud mental, pero ni se aborda ni se trata con la profundidad que merece. Además, debemos de distinguir entre enfermedades como la ansiedad y la depresión y las discapacidades psicosociales como la esquizofrenia o el trastorno límite de la personalidad. Son muy diferentes y hablamos tanto de las dos primeras que todas las demás enfermedades psiquiatras quedan en segundo plano. Todo es importante y es urgente ocuparnos de cada persona que sufre cualquier trastorno de salud mental como merece. Visibilizar es un gran avance, pero nos queda mucho camino por delante.
Entendemos que trabajar en la inclusión de las personas con discapacidad es una estrategia que puede ayudar, de forma indirecta, a prevenir problemas de salud mental en estas personas, ¿no es así?
Por su puesto, varios de los factores protectores de la salud mental son: cultivar relaciones auténticas y genuinas, la educación, el empleo, el sentirnos útiles y contar con proyectos vitales que realizar. Sí, definitivamente la inclusión es un paso obligado.
Leemos también que una de las razones del suicidio para este colectivo es esa soledad no deseada, un aislamiento que viene dado por esa discapacidad. ¿Qué piensa que se puede hacer al respecto?
Educar en la convivencia y garantizar la igualdad de oportunidades de participación en todos los ámbitos de la vida de las personas con discapacidad. Dejaremos de hablar de inclusión solo cuando se dé una convivencia real. A través de la convivencia se crean vínculos y se acaba con la soledad no deseada.