El diagnóstico de lupus suele suponer momentos de incertidumbre para quien lo padece. Nos encontramos, cara a cara, frente a una enfermedad compleja, que tiene, además, mil caras y muchas formas de manifestarse. Uno de los problemas es que su diagnóstico suele demorarse hasta casi seis años desde el momento en que notan por primera vez los síntomas, aunque el lupus sea una de las enfermedades autoinmunes más frecuentes.
Es una enfermedad reumática autoinmune sistémica (ERA) en la cual el sistema inmunológico se “confunde” y produce anticuerpos que atacan el propio organismo, provocando inflamación, daño en articulaciones, en músculos y en otros órganos como piel, riñones, corazón, pulmones, etc. Además, su causa es desconocida, pero sí que es cierto que existe evidencia de la influencia de la genética, así como de otros factores desencadenantes como pueden ser las infecciones, el cambio hormonal, la radiación ultravioleta o el tabaco, entre otros. “Algunos de estos factores son prevenibles y otros muy aconsejables como la dieta mediterránea o la práctica de ejercicio físico”, según explica la Dra. Sara Manrique, reumatóloga del Hospital Regional Universitario de Málaga, en el marco de Reumachef, una actividad organizada por la Fundación Española de Reumatología (SER) en el marco del ‘III Encuentro de pacientes de lupus y autoinmunes’.
“Los brotes en el lupus pueden ser suaves o más graves y, en muchos casos, se diagnostica cuando ya se ha producido daño orgánico. De ahí la importancia de la detección precoz”, considera la reumatóloga. En concreto, se estima que en España cerca de 75.000 pacientes sufren lupus eritematoso sistémico (LES), una cifra que en Andalucía se estima en 16.000 afectados.
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El paciente, implicado en el abordaje de su enfermedad
Si hay algo en lo que coinciden los expertos es en la importancia de que el paciente esté al tanto de todo lo que implica el hecho de tener lupus. “Es fundamental que los pacientes conozcan todos los aspectos relacionados con su enfermedad, se impliquen y consoliden hábitos de vida saludables que les ayudará a hacer frente a su afección”, asegura la especialista en Reumatología.
“Consideramos que los pacientes tienen un papel fundamental, ya que son ellos mismos quienes deben colaborar activamente, capacitándose progresivamente, para participar en el manejo de su enfermedad. De ahí la importancia de dotarles de herramientas y de toda la información necesaria para que puedan hacerlo de la mejor forma posible”, comenta la Dra. Manrique.
Y es que los pacientes deben estar al tanto de cuáles son los posibles efectos secundarios de los tratamientos, del riesgo de los hábitos tóxicos como el tabaquismo y de la necesidad de llevar a cabo ejercicio físico, entre otros aspectos. Y, por supuesto, destacan también el papel de la dieta.
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Dieta mediterránea: la base de una alimentación saludable
En relación a este último aspecto, los expertos destacaron el papel de la dieta mediterránea. “Se ha demostrado que disminuye el riesgo de sufrir diabetes, que puede estar aumentado en algunos de los pacientes reumáticos. Esto es debido a que una alimentación rica en hidratos de carbono complejos y aceite de oliva virgen extra hace que los niveles de glucosa se regulen”, explica la Dra. Laura Cano, enfermera del Hospital Regional Universitario de Málaga. Aún hay más ventajas: “Previene la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, que son comorbilidades habituales en las enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas. La dieta mediterránea ayuda a reducir los niveles de triglicéridos en sangre y a controlar la presión arterial. El aporte de productos como el pescado azul, los vegetales, los frutos secos, como las nueces, o la soja ayuda a reducir las cifras de colesterol LDL y mejora las cifras de HDL”.
Además, “la dieta mediterránea ayuda a controlar el peso e incrementar la sensación de bienestar físico. Este aspecto es importante para las articulaciones de los pacientes con enfermedades reumáticas y, en concreto, para los que tienen lupus”, según Cano, quien recuerda que “también evita un envejecimiento prematuro de las células, reduce el riesgo de aparición de otras enfermedades y, en definitiva,mejora la esperanza de vida”.
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“Iniciar la dieta mediterránea cuanto antes tiene muchos beneficios para la salud. Estas ventajas se verán en la edad adulta donde las personas que mantienen la dieta mediterránea desde jóvenes tienen menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades mentales y neurodegenerativas, diabetes y obesidad”, comenta.