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mujer triste ventana© Adobe Stock

Por qué deberíamos dejar de obsesionarnos con la búsqueda de la felicidad, según un psiquiatra

'Buscar ayuda es un signo de fortaleza, no de debilidad', nos cuenta el doctor Anders Hansen, que profundiza en su libro en la importancia de cuidar la salud mental


Actualizado 18 de abril de 2023 - 15:33 CEST

Partimos de una pregunta: por qué actualmente, incluso cuando puede parecer que lo tenemos todo, hay tanta gente que padece trastornos y problemas de salud mental. Vivimos en la sociedad de la abundancia, parece que todo está al alcance de nuestra mano, dispuesto para que seamos felices, pero no siempre lo conseguimos. Es más, el psiquiatra Anders Hansen, médico y especialista en psiquiatría del Instituo Karolinska, en Estocolmo, defiende la ansiedad y la depresión como estados naturales en el ser humano: no estamos predispuestos a ser felices todo el tiempo. Pero, en la actualidad, en una sociedad apresurada, digital y constantemente conectada, nos sentimos presionados a ir en pos de la eterna búsqueda de la felicidad. Así lo refleja en su libro El cerebro depre (Libros Cúpula), donde habla por ejemplo de por qué podemos, por tanto, llegar a vivir obsesionados con esa búsqueda de la felicidad.

“Muchos piensan que la felicidad significa sentirse bien todo el tiempo, pero como psiquiatra sé que eso es imposible. El cerebro no está hecho así. ¿Por qué? Porque si te sientes bien dejas de esforzarte. Para casi todas las generaciones humanas anteriores, si dejabas de esforzarte por conseguir comida y recursos, morías. Por lo tanto, los sentimientos positivos deben ser breves, esfumarse pronto y ser sustituidos por ansias de más”, nos cuenta el experto, que apunta que en las redes sociales y en la publicidad se nos hace creer que debemos sentirnos bien todo el tiempo y, como no es así, nos preguntamos: ¿qué me pasa? ¿Estoy roto? “Mi mensaje es: no estás roto, estás funcionando con normalidad. La visión moderna de la felicidad es completamente irreal, incluso absurda”, nos cuenta el psiquiatra.

Parece confirmarse que esta añoranza por conseguir ser felices es un mal de nuestra época. “Es bueno que hablemos más del bienestar mental, el problema es que si esperas sentirte siempre bien te abocas al fracaso ya que no juzgamos nuestra vida por lo que ocurre sino por lo que esperamos que ocurra y cómo esperamos sentirnos”, nos comenta.

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No estamos hechos para ser felices siempre

Queda claro que no estamos hechos para ser felices todo el tiempo... ¿cómo podemos gestionar esta situación en la sociedad actual? “El conocimiento es la clave”, apunta el experto, que hace mención a los estudios que se pueden realizar para ver cómo funciona nuestro cerebro. “Podemos hacer estudios y seguir a miles de individuos durante décadas y aprender lo que realmente nos hace felices. No una felicidad a corto plazo, sino una vida gratificante y llena de sentido. En el libro presento los hallazgos más importantes. Uno de ellos es que el cerebro quiere permanecer en equilibrio”, considera.

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Más problemas de salud mental

Como decíamos al principio, se da, además, la paradoja, de que vivimos en una época de relativa bonanza en muchos aspectos, si la comparamos con etapas previas históricamente, y sin embargo, aumentan los problemas de salud mental, ansiedad, depresión... ¿cuál cree que es el motivo? “Hay tres cosas principales que protegen contra las depresiones: la actividad física, el sueño y las conexiones sociales. En la sociedad moderna nos movemos menos, dormimos menos y no nos reunimos tanto cara a cara. Como consecuencia, perdemos protección contra la depresión y nos volvemos más vulnerables”, nos cuenta. Y apunta que aunque no podemos volver al estilo de vida de nuestros antepasados, sí que podemos aprender algunas lecciones importantes para nuestro bienestar. “Una de ellas esincorporar el ejercicio a nuestra vida diaria. El ejercicio no tiene nada que ver con ser 'deportista' o correr maratones, el ejercicio es ir en bicicleta al trabajo en lugar de coger el coche. Es subir escaleras en vez de coger el ascensor. Otra lección es que si llamas a tus padres o abuelos una vez más, envías una señal de que 'tú perteneces' que no sólo mejorará su estado de ánimo, sino que aumentará sus posibilidades de tener una vida más larga”, sugiere.

¿Piensa que a veces nuestro cerebro nos boicotea y hace que no estemos todo lo bien que deberíamos? El autor parte de una idea: la principal función del cerebro no es hacernos felices, sino mantenernos vivos. “Cuando buscamos constantemente lo que nos hace sentir bien en el momento, eso nos tiende una trampa. Nuestros instintos nos ayudaron a sobrevivir en un mundo peligroso en el que escaseaban las calorías y los recursos, pero no nos hacen felices en un mundo seguro de sobreabundancia”, considera.

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El cerebro 'depre'

¿Por qué piensa el experto que, como dice el título, nuestro cerebro está 'depre'? “El cerebro no está programado para la felicidad, sino para la supervivencia. Quiere que seamos precavidos y que veamos el mundo como peligroso, que es lo que llamamos ansiedad. Desde esta perspectiva se empieza a entender por qué el estrés a largo plazo es la causa más común de depresión. Si nuestros antepasados sufrían mucho estrés, eso significaba probablemente que el mundo estaba lleno de peligros. El cerebro quiere que te retraigas y crea lo que llamamos depresión. No quiero decir que estemos condenados a sentirnos mal, pero si realmente entiendes cómo el ejercicio, el sueño, el estrés y la soledad afectan a tu cerebro, harás cambios en tu vida. Cuanto más conozcamos nuestro cerebro, mejor podremos trabajar en torno a sus talones de Aquiles y limitaciones”, comenta.

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El cerebro depre© Libros Cúpula

Niveles de depresión en aumento

Lo cierto es que la situación en relación con nuestra salud mental no es nada halagüeña. En Suecia, por ejemplo, una de cada 8 personas toma medicamentos antidepresivos, según la OMS 280 millones de personas en el mundo sufren depresión... Datos que deberían hacernos reflexionar. “En Suecia, el suicidio se cobra cinco veces más vidas que los accidentes de tráfico. Muchos hablan de seguridad vial, pocos del suicidio. Cuanto más hablemos de salud mental y acabemos con el estigma, más vidas podremos salvar”, apunta con rotundidad el experto, que añade que si se valora la salud mental desde la perspectiva del cerebro, se elimina mucho estigma porque te das cuenta de que no tiene nada que ver con la debilidad.

¿Cómo podemos cambiar este panorama, nada alentador? “Hablando más de ello y animando a las personas que sufren a buscar ayuda. Buscar ayuda es un signo de fortaleza, no de debilidad. Pero al mismo tiempo debemos reconocer que no podemos esperar sentirnos bien todo el tiempo. No tener nunca ansiedad es tan poco realista como no tener nunca hambre. Existe un equilibrio entre romper el estigma y medicalizar los sentimientos normales”, comenta.

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Cambiar los hábitos que nos hacen mal

Le planteamos al experto la duda de si influyen nuestros hábitos de vida, por ejemplo el hecho de que vivimos demasiado deprisa y demasiado hiperconectados. “Absolutamente. En la sociedad moderna experimentamos el estrés de forma extrema. Un sistema que se enciende ahora constantemente por las fechas límite, los exámenes o por mirar los posts de Instagram de los influencers que nos hacen sentir inferiores.La palabra clave es descanso. Como psiquiatra, sé que la mayoría de la gente puede manejar bien el estrés si descansa de vez en cuando. Por supuesto, es difícil encontrar tiempo para descansar, pero el descanso es algo a lo que debemos dar más prioridad, especialmente desde una perspectiva empresarial, y no esperar que los empleados respondan al correo fuera del horario de oficina”, afirma.

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¿Qué nos hace felices?

Por último, le consultamos al experto qué es lo que piensa que nos hace realmente felices. Y lo tiene claro: relacionarnos. “Los humanos somos una especie increíblemente social. No es de extrañar. Nuestros antepasados no sobrevivían solos sino juntos, por eso duele tanto la soledad. Ayudar a los demás a evitar la soledad no sólo les proporciona una vida mejor, sino también una vida más larga. Si todos los que no experimentamos la soledad pudiéramos ayudar a una persona solitaria con, una llamada telefónica o una visita cada semana, supondría una gran diferencia en términos de salud pública. Y, por último, aprender más sobre el estado de ánimo desde la perspectiva del cerebro da muchas ideas, y te harás más indulgente contigo mismo y con los demás. Así me ha ocurrido a mí y a muchos de mis pacientes. ¡Hay un poder increíble en este conocimiento!”, concluye.