El cerebro sigue siendo el objeto de muchas investigaciones en el campo de la salud, con el objetivo claro, entre otros, de descifrar sus misterios y conseguir, por ejemplo, comprender mejor la aparición y la evolución de las enfermedades neurodegenerativas. Una de ellas, menos conocida y menos frecuente que otras, es la denominada atrofia cortical posterior, sobre la que hemos tenido la ocasión de hablar con el doctor Javier A. Castro Dono, especialista en Neurología del Hospital Vithas Vigo.
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¿Qué es la atrofia cortical posterior?
Se trata de una enfermedad neurodegenerativapoco frecuente que empieza dando síntomas por disfunción de las partes posteriores del cerebro, responsables principalmente del procesamiento de la información visual.
¿Cómo se manifiesta, cuáles son sus síntomas?
El síntoma más específico de esta entidad es la “agnosia visual”, es decir, la incapacidad para reconocer objetos o personas a pesar de que la función visual está conservada. Por ejemplo, el paciente ve a su hija, pero no la reconoce; sin embargo, al preguntarle cómo se llama su hija, contesta correctamente.
También es habitual la desorientación espacial, de manera que se pueden perder en trayectos que antes hacían con facilidad, como ir al supermercado o a la peluquería.
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¿A qué se debe la aparición de este problema de salud?
La atrofia cortical posterior se considera en la actualidad una de las tres formas posibles de presentación de la enfermedad de Alzheimer, aunque la menos frecuente. Sabemos sus síntomas, sus características en neuroimagen y las proteínas patológicas implicadas, pero seguimos sin saber por qué se produce.
¿Hay personas con más riesgo de padecer atrofia cortical posterior?
Por tratarse de una forma de enfermedad de Alzheimer, su riesgo está aumentado cuando el paciente tiene mayor riesgo de Alzheimer. Por ejemplo, cuando uno de los progenitores debutó con la enfermedad antes de los 65 años, cuando ambos progenitores la sufrieron (independientemente de la edad de inicio), o cuando portan un gen llamado APO-E del tipo E4:E4.
¿Cómo se llega al diagnóstico de este tipo de enfermedad neurológica?
El diagnóstico es clínico y radiológico. Desde el punto de vista clínico, destaca la presencia, entre otras, de las ya comentadas agnosia visual y desorientación espacial, en un paciente que inicialmente mantiene razonablemente conservadas la memoria, el lenguaje y el raciocinio. Desde el punto de vista radiológico, se observa en la resonancia magnética o en otras pruebas de imagen, una lesión de áreas posteriores del cerebro (occipito-parietales y occipito-temporales).
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Una vez confirmado el diagnóstico, ¿cuál es el tratamiento que sigue la persona afectada?
Por un lado, está el tratamiento farmacológico, que es el mismo que utilizamos en la Enfermedad de Alzheimer. Por otro, la rehabilitación neurocognitiva guiada, es decir, dirigida a mejorar las funciones cognitivas afectadas, bien directamente o bien mediante asociaciones con otras áreas más respetadas como la memoria, la audición…. Por ejemplo, distinguiendo un limón por el olfato.
¿Cuál es el pronóstico de una persona que padece este problema de salud?
Por ser una enfermedad neurodegenerativa, su curso es crónico-progresivo; aunque la velocidad de progresión puede variar sustancialmente de un paciente a otro por motivos no bien conocidos. De nuestra mano está hacer un diagnóstico lo más precoz posible para, de esa manera, iniciar el tratamiento farmacológico y neuro-rehabilitador también lo antes posible.