La primavera es una estación que, por lo general, se asocia con el renacimiento y la renovación. Las flores empiezan a florecer, el clima se vuelve más cálido y las horas de sol aumentan. Todo ello lo podemos asociar a la felicidad, ¿verdad? Sin embargo, ¿es verdad que la primavera nos hace más felices? En este artículo vamos a analizar con elpsicólogo Rafael San Román, de ifeel, si hay alguna verdad en esta creencia y si hay cambios fisiológicos o psicológicos que puedan explicar esta asociación. También veremos si hay cambios en la primavera que puedan afectar negativamente al estado de ánimo, como la astenia primaveral, y cómo podemos adaptarnos mejor a estos cambios.
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¿La primavera nos hace más felices?
La respuesta corta es “no, necesariamente”, señala el psicólogo. La primavera puede hacer que algunas personas se sientan mejor, tanto física como psicológicamente, mientras que otras pueden sentirse peor. Por ejemplo, las horas de luz adicionales, las temperaturas suaves y el florecimiento de la naturaleza pueden ser estimulante, haciendo que haya personas que disfruten de todo este renacimiento y explosión del color.
Sin embargo, si nos vamos a un terreno más práctico, “para laspersonas que sufren alergias, la primavera puede ser un momento difícil, ya que pueden pasar días y noches estornudando, irritados y respirando mal, lo que puede afectar negativamente su estado de ánimo”.
Además, “hay personas que disfrutan enormemente del otoño, por ejemplo, con el cambio de los colores, los días más grises y la lluvia, y no les deprime en absoluto, sino que les parece bello y agradable”, afirma el experto en psicología.
En resumen, la primavera no nos hace felices ni nos hace desgraciados; depende de cada persona.
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¿Hay cambios a nivel fisiológico?
Esta sí es una pregunta que puede tener una respuesta más general. Y, de hecho, podría responder al conocido refrán ‘la primavera la sangre altera’. ¿Qué hay de cierto en ello?
“Los seres humanos formamos parte de la naturaleza y estamos sometidos y afectados por todos sus ritmos, aunque cada uno lo esté de manera diferente. Por tanto, la primavera influye en nuestro organismo, como lo hacen el resto de las estaciones”, afirma este experto.
En la primavera, los días son más largos y hay más luz solar, lo que puede tener unimpacto positivo en el estado de ánimo de algunas personas. Sin embargo, no hay estudios que indiquen cambios a nivel hormonal que puedan explicar la asociación entre la primavera y la felicidad.
Lo que sí es cierto es que en esta estación, al igual que en verano, hay personas que se enamoran más. “Hay mucha gente que, como si fueran árboles, renacen o reverdecen, están más abiertos, más activados y, por tanto, psicológicamente más disponibles para conocer a otras personas”.
Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los animales, los seres humanos funcionamos de manera muy parecida con independencia de la estación del año. No tenemos una época destinada a encontrar pareja, reproducirnos, tener hijos, etc., como sí les sucede a muchos animales. Por lo tanto, nos podemos enamorar en cualquier época del año.
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Cómo adaptarnos a los cambios de la primavera
Otra cuestión que debemos tener en cuenta es que la primavera viene asociado a algunos cambios (los mencionados cambios de luz, se alargan los días y el cambio de hora) a los que nos debemos adaptar.
Como indica el psicólogo Rafael San Román, “la llegada de la primavera trae consigo cambios en nuestro organismo que pueden afectar nuestro sueño y energía, produciendo problemas de insomnio y astenia. Sin embargo, no hay que preocuparse demasiado por ello, ya que existen diversas formas de adaptarnos a estos cambios de manera natural y saludable”.
Mantener una correcta higiene del sueño:
- Establecer horarios regulares para acostarnos y despertarnos.
- Crear un ambiente adecuado para dormir (oscuridad, silencio, temperatura adecuada).
- Evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir.
Cuidado de la alimentación:
- Incluir alimentos frescos y ligeros que nos ayuden a sentirnos más activos y enérgicos.
- Evitar el consumo excesivo de cafeína, especialmente en las horas previas al sueño.
Mantener una adecuada actividad física:
- Hacer ejercicio al aire libre o en un ambiente cerrado.
- Disfrutar de actividades al aire libre como caminar, correr, montar en bicicleta o practicar deportes.
Dedicar tiempo a actividades agradables:
- Reducir el estrés y la ansiedad.
- Mejorar la calidad de vida y bienestar general.
Adaptación personalizada:
- Prestar atención a lo que nos sienta bien y mal.
- Actuar en consecuencia
En resumen, “en resumen, es evidente quelas distintas estaciones del año nos afectan física y psicológicamente (a la mayoría de personas sin que nos demos mucha cuenta y a algunas personas en mayor medida, especialmente si tienen una especial vulnerabilidad en este sentido). No obstante, creo que hay que tomarse esto con más naturalidad, no caer en la histeria, los clichés o, peor aún, en una medicalización o patologización de las estaciones del año si no responde a una necesidad o vulnerabilidad real de la persona”, concluye el psicólogo Rafael San Roman.
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