El estrés no es malo. De hecho, los científicos no llaman estrés a la respuesta natural de nuestro organismo ante situaciones que nuestro cerebro considera que pueden ponernos en peligro o que pueden suponer un esfuerzo extra. Se trata más bien de una emoción negativa y puntual que nos hace actuar ante un hecho concreto. Sin embargo, cuando esta respuesta es mantenida en el tiempo, es decir, cuando el estrés se vuelve crónico, puede deteriorar nuestra salud. En concreto, está relacionado con el deterioro cognitivo. Así lo muestra un estudio publicado en la revista JAMA. El trabajo sostiene que las personas que sufren estrés mantenido tienen más problemas para concentrarse, recordar y aprender cosas nuevas. ¿Por qué ocurre? "El estrés hace que las glándulas suprarrenales segreguen cortisol. Esta hormona daña el sistema cardiovascular provocando hipertensión, suprime el sistema inmunológico exponiéndonos a las infecciones y hace que mueran más neuronas de lo normal en el cerebro", nos confirma Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología del Instituto de Neurociencia en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona.
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¿Cómo afecta el estrés a la función cognitiva?
Como decíamos, el estrés crónico produce cambios en el cerebro que pueden afectar a la cognición. Esto hace que se produzca un deterioro de la función cognitiva. En este sentido, se sabe que el estrés puede afectar a:
- La memoria: el estrés crónico puede generar dificultades para retener la información, especialmente, cuando se trata de datos nuevos. Además, puede hacer que recordemos con más dificultad todo aquello que hemos aprendido anteriormente.
- La atención: cuando estamos permanentemente estresados, prestamos menos atención a lo que sucede alrededor, puesto que estamos metidos en un pensamiento en bucle. Eso hace que nos sea más difícil concentrarnos y todo ello afecta al rendimiento cognitivo.
- El aprendizaje: el estrés crónico también nos puede dificultar la tarea de aprender cosas nuevas y retenerlas. Todo ello afecta a todos los ámbitos de nuestra vida, desde el trabajo hasta las relaciones, incluso, a la realización de tareas cotidianas.
- La toma de decisiones: en momentos de más estrés nos resultará más difícil tomar decisiones, sobre todo, cuando requiere un análisis detallado por nuestra parte antes de decantarnos por una opción o por otra.
- La resiliencia: también se puede ver afectada por el estrés crónico, ya que nos será más difícil adaptarnos a las nuevas situaciones.
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Por otro lado, nos recuerda Morgado, el estrés, pero también la depresión, "pueden alterar procesos como la atención y el sueño que son muy importantes para la formación de la memoria".
Pautas para reducir el estrés
Una de las claves que nos da el neurocientífico es "no querer más de lo que se puede tener, es decir, de lo que está en nuestras manos conseguir, en ninguna faceta de la vida, sea la economía, el trabajo, la salud, las relaciones sociales, etc".
Además, podemos utilizar varios trucos para reducir el estado de ansiedad y lograr la calma. Por ejemplo, servirnos de la respiración.
Esta, en concreto la respiración abdominal, es una excelente herramienta para reducir el impacto del estrés en nuestro organismo. Para ello:
- Siéntate o recuéstate en un lugar tranquilo y cómodo.
- Coloca una mano sobre tu abdomen y la otra sobre tu pecho.
- Respira profundamente por la nariz, sintiendo como tu abdomen se expande mientras inhalas.
- Exhala lentamente por la boca, contrayendo los músculos abdominales.
- Repite este ejercicio varias veces, concentrándote en tu respiración y en cómo tu cuerpo se relaja.
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Formas de gestionar mejor el estrés en el trabajo y en la vida
La manera en la que nos organizamos y llevamos a cabo nuestras tareas diarias también influye en cómo reaccionamos ante su dificultad o los retos. Para que los desafíos no nos provoquen más estrés, toma nota de estos consejos:
- Organiza tus tareas diarias. Una de las principales causas de estrés es la sensación de que tenemos demasiadas cosas que hacer y no suficiente tiempo para hacerlas. Para combatir esto, es importante hacer una lista de las tareas diarias y priorizarlas según su importancia. Esto te permitirá organizarte mejor y aprovechar al máximo tu tiempo.
- Divide las tareas en partes más pequeñas. A menudo, las tareas pueden parecer abrumadoras, especialmente si son grandes o complejas. En lugar de intentar hacer todo de una vez, divide las tareas en partes más pequeñas y manejables. Esto te permitirá avanzar de manera constante sin sentirte abrumado.
- Celebra tus logros. Cuando completes una tarea, tómate un momento para celebrar tu éxito. Reconoce el trabajo que has hecho y date un pequeño premio, como un descanso para tomar un café o un paseo rápido al aire libre. Esto te ayudará a mantenerte motivado y a mantener una actitud positiva.
Por último, y no menos importante, "si sentimos que el estrés nos supera o tenemos alteraciones del estado del ánimo o sospechamos que podemos sufrir depresión, debemos consultar a un médico", recomienda el Dr. Ignacio Morgado.
En conclusión: el estrés crónico puede afectar negativamente a la salud de nuestro cerebro. Por lo que antes de que se produzca un deterioro de la función cognitiva, debemos buscar la manera de gestionar mejor nuestras obligaciones para que no nos generen tanto estrés, así como llevar una vida sana y equilibrada, hacer ejercicio y recurrir a técnicas como el control de la respiración, o disciplinas como el yoga para calmar nuestra mente. Si vemos que todo ello no es suficiente y consideramos que podríamos tener un problema de salud, no debemos esperar y consultar con un especialista.