Cuando en 2013 vimos en pantalla el estreno de la película Her, nunca hubiéramos imaginado que la inteligencia artificial sería, hoy en día, una posibilidad. Por si no has visto la producción o no la conoces: en ella, Joaquin Phoenix, en el papel de Theodore, se enamora de un sistema operativo de IA, diseñado específicamente para adaptarse a sus necesidades y experiencias. Aquel guión, que allá por la primera década de los 2000 parecía ficción, ya no parece tan lejano de la realidad tras conocer las ventajas del chat GPT.
-Inteligencia artificial: ¿el futuro de nuestra salud?
Mucho antes de que esta película saliera en pantallas, aplicaciones como Talkomatic (fue la primera, nacida en 1973) o, la tan exitosa, Messenger, cuando era de Microsoft, nos permitían conectarnos e intercambiar mensajes en tiempo real, sin necesidad de vernos. Después vinieron las redes sociales: My Space, Tuenti, Facebook, Fotolog y un sinfín de nombres que hoy continúan sumando usuarios, como Instagram y Whatsapp, que no hacen más que aumentar sus funciones para que estemos cada vez más conectados. Sin embargo, a pesar de esta hiperconectividad los datos alarman sobre el uso de las mismas: cada vez somos más dependientes de las aplicaciones digitales. El Digital Report 2023, creado por HootSuite y We Are Social, señala que Internet cuenta con 1,9% de usuarios más que el año anterior, o lo que es lo mismo, 64,4 % de personas en el mundo tienen acceso a la red. De ellos, según el mismo informe, el 92,3% hace uso de las redes sociales.
Los datos son claros, pero el análisis bajado a la realidad lo es todavía más. Si pensamos en las personas que nos rodean que usan a diario las aplicaciones, podemos confirmarlo. De redes sociales como Facebook, Instagram, Tinder o TikTok, a plataformas como Uber, Glovo, Spotify, o, incluso, aquellas que cuentan nuestros pasos cada día o nos ofrecen servicios de banca digital a distancia. Ya no llamamos a ningún amigo ni familiar para que venga a recogernos al aeropuerto cuando llegamos de un viaje, tampoco bajamos al supermercado para hacer la compra. No vamos a la tienda de nuestra compañía telefónica para solucionar un problema con la factura de nuestro teléfono móvil, ni, mucho menos, recurrimos a enciclopedias o bibliotecas para buscar información. Lo queremos todo rápido y solo los más analógicos se resisten a someterse al paso del tiempo.
¿Qué es el hiperindividualismo?
"La hipermodernidad nos crea la necesidad de obtener soluciones y respuestas de manera inmediata y eficaz. Como resultado, muchas personas recurren exclusivamente a fuentes de información en Internet para resolver problemas graves como la pérdida de un familiar, una ruptura de pareja traumática o la pérdida de un trabajo", explica Rosó García, psicopedagoga en la Generalitat de Catalunya. Como cuenta la experta, si bien la tecnología nos ofrece la ventaja de la inmediatez y nos facilita la vida, al mismo tiempo y aunque pueda parecer paradójico, nos aleja de la interacción humana. En un momento en el que tenemos todas las facilidades para permanecer en contacto con las personas que más queremos e, incluso, con las que no, en lugar de recurrir a estos nuevos avances como un apoyo y una extensión de nuestras relaciones, lo que estamos haciendo es, precisamente, todo lo contrario: hiperindividualizarnos.
-Cómo influye la tecnología en las habilidades sociales
"El hiperindividualismo se trata de un fenómeno por el cual una persona se aísla de la sociedad hasta el punto de no sentirse identificada con ningún grupo cultural o religioso, entre otros", continúa detallando la psicoterapeuta, que también aclara: "Por ejemplo, define a la situación en la que alguien se aísla tanto que siente no encajar en ningún grupo de amigos, compañeros de trabajo o corriente política o cultural".
Hasta ahora siempre se había hablado de esta línea invisible de la tecnología que nos lleva a establecer relaciones a distancia, en lugar de cara a cara. Sin embargo, la preocupación va en aumento, y este término define ya a una independencia excesiva, o lo que es lo mismo, a una tendencia cada vez más común que parece alejarnos más y más de las personas. Una causa que deteriora nuestras relaciones sociales y que interrumpe y modifica tanto nuestras emociones como las actividades de nuestro día a día.
-Amor y redes sociales: ¿exhibir nuestro amor en ellas, ¿si o no?
El peligro de las redes sociales
En una era en la que la libertad de expresión es cada vez mayor en redes sociales, TikTok ha dado nombre ya a otro polémico término que está incendiando de comentarios las redes sociales: el trauma dumping o, a su traducción al español, "el abandono del trauma". Los seguidores de este hashtag critican la tendencia de desahogarse sobre pensamientos y emociones duras o, como su nombre indica, traumáticas, con los demás. Una pauta que en plena era de visibilización de la salud mental carece mucho de sentido, ya que detrás de cualquier confesión puede haber una persona transitando un momento de estrés, ansiedad o, incluso, sufriendo depresión.
Que este hecho tenga éxito incrementa todavía más el hiperindividualismo, alejando, sobre todo, a las generaciones más jóvenes (que son las principales consumidoras de TikTok) de cualquier tipo de interacción social por pensar que está mal vista a ojos de los demás. ¿La solución? Desgraciadamente, recurrir a Internet como panacea de cualquiera de nuestros problemas. Una panacea espejismo que no siempre es efectiva, como cuenta la psicoterapeuta: "Internet es una gran fuente de información, pero muchas veces compartir un café y recibir un consejo de un amigo, hablar con un familiar o recibir un abrazo son los mejores apoyos para gestionar situaciones difíciles".
Cómo intentar ser menos individualistas
Más allá de las corrientes que proliferan y circulan en el mundo online, las circunstancias personales de cada persona también nos pueden llevar a caer en el hiperindividualismo. El estrés y la ansiedad son dos de las causas principales. Algo esperado: el ritmo frenético del día a día, sumado a las situaciones personales y a las preocupaciones sociales que rodean nuestra visión del mundo, han incrementado estas dos reacciones en nuestro organismo. ¿Y cómo consecuencia? Dejar todavía más de lado las relaciones sociales, para poder, o bien centrarnos en nosotros mismos, o bien cumplir con todas las expectativas y tareas que tenemos pendientes.
Seguir las recomendaciones de un profesional de la salud para cada caso personalizado es lo más recomendable, pero existen algunos patrones comunes que se pueden llevar a cabo para reducir nuestra exclusión social. Así lo manifiesta Rosó García: "Es fundamental para nuestra vida social y emocional tener contacto humano con amigos, familiares y compañeros de trabajo. Para ello debemos planificar nuestra agenda diaria para incluir actividades que fomenten la actividad física y la interacción social. Recomiendo incluir al menos dos o tres actividades sociales en nuestra rutina semanal, que pueden ser tan simples como tomar un café con compañeros de trabajo, visitar a un familiar o participar en actividades deportivas o culturales que involucren interactuar con otras personas, como deportes en equipo, clubes de lectura, clases de pintura o aprendizaje de idiomas".