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¿Es lo mismo tener una intolerancia que malabsorción?

Los síntomas más frecuentes son la diarrea, los gases, la hinchazón y el dolor abdominal, así como las náuseas y los vómitos, pero puede haber también síntomas extradigestivos articular o muscular o lesiones cutáneas


Actualizado 8 de marzo de 2023 - 9:24 CET

Cuando las digestiones se hacen complicadas, aparecen síntomas muy desagradables, que pueden llegar a condicionar nuestro día a día, como los gases, la hinchazón abdominal, la diarrea… sin duda, nos planteamos si es algo ocasional o si existe un problema de salud que esté influyendo en que esto suceda. Así, podemos encontrarnos, por ejemplo, con dos patologías como son la intolerancia y la malabsorción, y nos planteamos cuáles son sus diferencias. “Efectivamente son términos que se suelen confundir”, confirma Bertina Ferrández Pérez, especialista en Nutrición y dietética en Nutrendo, miembro de Top Doctors, que añade que cuando hablamos de intolerancia, se trata de una respuesta no inmunológica del organismo a la ingesta de determinados alimentos o sus componentes en dosis normalmente toleradas. Se debe sobre todo a la malabsorción de hidratos de carbono, como la lactosa, la fructosa, el sorbitol, etc, y los síntomas se deben principalmente a trastornos funcionales, como el Síndrome del intestino irritable.

“En la intolerancia siempre han de existir síntomas digestivos, sin embargo cuando hablamos de malabsorción, sólo hablamos del mecanismo por el que se produce dicha intolerancia, pudiendo existir malabsorción y no dar síntomas digestivos”, añade la nutricionista.

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“La malabsorción es un proceso defectuoso del transporte de los componentes alimentarios que impide o dificulta su absorción en el intestino, para el que normalmente tenemos pruebas diagnósticas específicas, y que, si es suficientemente severo, genera síntomas, la intolerancia, y signos clínicos (por ejemplo, anemia en el caso de la malabsorción de hierro). Pero, al revés no siempre es cierto, es decir, los síntomas, la intolerancia, no siempre son debidos a una malabsorción, y a menudo no se pueden identificar causas específicas ni provocan signos clínicos, cuando no son debidos a malabsorción”, añade por su parte el doctor Javier Santos, especialista en aparato digestivo y miembro de Top Doctors.

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¿Cuáles son las diferencias entre estos dos problemas digestivos?

Tal y como nos cuenta el doctor Santos,la principal diferencia está en el origen del proceso y en las consecuencias clínicas. “Un ejemplo ilustrativo es la intolerancia y la malabsorción de grasas. La malabsorción se debe a causas concretas (por ejemplo, insuficiencia pancreática), habitualmente demostrables mediante pruebas específicas y que, si no se corrigen, provocan síntomas y consecuencias clínicas relevantes (por ejemplo, pérdida de peso). En cambio, hay pacientes que tienen síntomas similares o parecidos tras la ingesta de grasas (intolerancia a las grasas) en los que no se pueden evidenciar causas específicas de malabsorción intestinal, y que no suelen tener mayores consecuencias clínicas”, nos comenta el especialista en aparato digestivo.

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Alimentos que más intolerancias y/o malabsorciones provocan

“Cualquier alimento puede provocar una intolerancia, pero los más comunes son los hidratos de carbono (lactosa, fructosa…), el sorbitol, y posiblemente el gluten. Estos mismos alimentos están implicados en la malabsorción, pero, en este caso, no son causa si no consecuencia del proceso defectuoso. Si el proceso defectuoso es severo o extenso (ej, insuficiencia pancreática o enfermedad celíaca) se puede afectar la absorción de hidratos de carbono, grasas, proteínas, minerales y vitaminas”, comenta el doctor Javier Santos.

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Síntomas que indican que puedes tener este problema

¿Qué síntomas nos pueden hacer sospechar que padecemos este problema? “Los más frecuentes son la diarrea, los gases, la hinchazón y el dolor abdominal, las náuseas y los vómitos. Pero hay muchos pacientes con intolerancias que también refieren síntomas extradigestivos como dolor de cabeza, dolor articular o muscular o lesiones cutáneas”, comenta Javier Santos.

“En algunos tipos de intolerancia como por ejemplo la intolerancia a la fructosa, también son muy frecuentes los síntomas extradigestivos tales como, cefalea, neblina mental, astenia, insomnio, dolores musculares, etc.. muy poco específicos y que sólo especialistas en este campo podrían asociar a una intolerancia alimentaria”, comenta Bertina Ferrández.

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Lentitud en el diagnóstico

Una de las dudas que nos surge es por qué, en ocasiones, tardan tanto en diagnosticarse estos problemas digestivos. “Son procesos complejos, en los que intervienen el aparato digestivo y a menudo su relación con el sistema endocrino, sistema nervioso periférico y central, sistema inmunitario y la microbiota, y que cursan con síntomas poco específicos y no siempre hay una relación evidente entre los síntomas y signos y las causas subyacentes”, nos comenta el doctor Javier Santos.

Además, tal y como matiza Bertina Ferrández Pérez, en general, los síntomas son comunes con otro tipo de patología digestiva. Y, por otra parte, a veces se comete el error de considerar la intolerancia como causa y no como consecuencia de otros problemas digestivos, como la enfermedad inflamatoria intestinal, el síndrome del intestino irritable, etc. “ Por parte de los pacientes, es frecuente autodiagnosticarse y restringir una amplia gama de alimentos, generando déficits nutricionales y empañando muchas veces un diagnóstico adecuado, por ello han de dejarse asesorar por un médico y /o un nutricionista experto en estos temas, que establezca el diagnóstico y tratamientos adecuados a la causa del problema”, comenta.

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Cómo actuar tras el diagnóstico

Una vez que se diagnostica cada uno de estos problemas, ¿cuál es el procedimiento que debe seguir el paciente, en relación a su dieta y sus hábitos de vida? Lo primero que tenemos que tener en cuenta, tal y como matiza el doctor, es que “el paciente debe de ser asesorado por el especialista de digestivo y habitualmente por un nutricionista y, dependiendo del proceso, a menudo por otros especialistas médicos, en un trabajo multidisciplinar”.

“Se debe establecer qué alimentos hay que reducir en cantidad, o eliminar temporal o permanentemente de la dieta, y mediante un diario nutricional y de síntomas, valorar la reintroducción paulatina de los alimentos que producen dicha intolerancia, realizando un abordaje absolutamente personalizado, que ayude en las diferentes fases del tratamiento, así como la valoración de suplementación y/o probiótico en casos concretos”, comenta Bertina Ferrández Pérez, que añade que sobre todo hay que ayudar al paciente a conseguir la educación nutricional necesaria para que viva libre de síntomas en su día a día.