Hace algunos años, era impensable que personajes conocidos hicieran públicos sus problemas de salud mental. Mucho más inimaginable que un miembro de la realeza, en concreto, de la británica, reconociera que necesita ayuda psicológica. Afortunadamente, esto está cambiando. Cada vez damos más pasos en firme para vencer el estigma de las enfermedades que afectan al cerebro. El mismo príncipe Harry ha confesado que va a terapia.
En el documental The me you can't see (Lo que no ves de mí)explicóque acude regularmente a un terapeuta experto enEMDR para tratar el momento más trágico y difícil de su vida. Como afirma en esta serie documental, creada y coproducida por Oprah Winfrey y el duque de Sussex, en la que se recogen testimonios que ayudan a visibilizar el estado actual de la salud mental y el bienestar emocional, le ayuda a procesar el trauma por la desaparición de Diana de Gales, que le hacía sentir "indefenso", "perseguido", como si "no hubiera escapatoria". ¿En qué consiste esta terapia?
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¿Qué es la terapia EMDR?
El EMDR –cuyas siglas en español significan Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares- y que procede de sus acrónimos inglesas (Eye Movement Desensibilization and Reprocessing), es un método psicológico de superación de los traumas creado por la psicólogaFrancine Shapiro. Esta experta descubrió los beneficios de esta terapia por casualidad. Fue en 1987 cuando observó que los movimientos oculares voluntarios reducían la intensidad de la angustia de los pensamientos negativos. Fue entonces cuando inició una investigación con sujetos traumatizados en la guerra de Vietnam y víctimas de abuso sexual para medir la eficacia del EMDR. Se llegó a la conclusión de que el EMDR reducía de manera significativa los síntomas del Trastorno por Estrés Post Traumático (TEPT) en estos sujetos, nos cuentan desde GrupoLaberinto.
Como añade Anabel González, presidenta de la Asociación EMDR España, este método se basa en la comprensión del efecto de las experiencias vitales adversas y traumáticas sobre la patología y en el procesamiento de dichas experiencias a través de procedimientos estructurados que incluyen movimientos oculares u otras formas de estimulación bilateral. Su aplicación se ha extendido a un amplio rango de problemas clínicos y cada día son más los profesionales de la Psicología que emplean este método. El psicólogo guía el proceso, tomando decisiones clínicas sobre la dirección que debe seguir la intervención. “La meta es que el paciente procese la información sobre el incidente traumático, llevándolo a una "resolución adaptativa" que le permita seguir con su día a día”, indica la experta, que participó en el Congreso EMDR Europa, que se celebró el pasado mes de mayo en Barcelona.
La terapia EMDR es precisamente un modo de trabajar con las experiencias vitales que siguen ahí, que no nos dejan evolucionar, que nos bloquean de algún modo. Lo que hace es buscar los recuerdos que todavía nos siguen generando turbación, y ayudar al cerebro a través de una serie de procedimientos para que pueda desbloquearlos e integrarlos con el resto de nuestra experiencia.
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¿En qué casos está indicada?
La indicación más estudiada es el estrés postraumático, porque aquí está muy claro que hay un hecho traumático que no conseguimos superar, que nos viene a la mente una y otra vez, que se puede asociar a pesadillas y a mucho malestar emocional. Pero aparte de esta patología, se ha estudiado la terapia EMDR con muchas otras problemáticas, como la depresión, las fobias, las adicciones, los cuadros psicóticos, etc. Lo cierto es que sabemos que las situaciones traumatizantes, sobre todo el trauma en la infancia, se relacionan con todos los problemas de salud mental e influyen mucho en su gravedad. Por ello, las terapias orientadas al trauma como EMDR tienen un campo de aplicación muy amplio.
Esta es una terapia muy especializada, que requiere un conocimiento profundo de la influencia del trauma y el estrés,
de los patrones de apego y de muchos otros factores, por lo que es importante acudir a un profesional que acredite estar formado en esta terapia.
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Cómo se aplica la terapia EMDR
En esta terapia, el especialista trabaja con el paciente para identificar el problema. Este será el foco de todo el proceso. Así, el paciente deberá describiraquello que le traumatiza (ayudado por el terapeuta para que seleccione los aspectos más importantes y que más lo angustian) mientras hace movimientos oculares (o cualquier otra estimulación bilateral). Mediante estos ejercicios le vienen a la mente otras partes del recuerdo traumático (buenas o malas). El terapeuta interrumpe los movimientos oculares cada cierto tiempo para asegurarse de que el paciente está progresando bien.
La estimulación bilateral puede ser:
- Visual: el paciente mueve los ojos de un lado al otro guiado por el terapeuta.
- Auditiva: el paciente escucha sonidos alternados en ambos oídos.
- Kinestésica: el terapeuta golpea suavemente y de forma alternada las manos o los hombros del paciente. Este gesto facilita la conexión entre los dos hemisferios cerebrales logrando el procesamiento de la información y la posterior disminución de carga emocional.
Es importante destacar que el abordaje empleado en EMDR se sustenta en tres puntos: experiencias de vida temprana; experiencias estresantes del presente y pensamientos y comportamientos deseados para el futuro.
El tratamiento con EMDR puede ser desde las 3 sesiones, para un trauma simple, hasta más de un año para problemas complejos.
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Terapia reconocida por la OMS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda desde 2013 la terapia EMDR como un tratamiento de primera elección para las situaciones adversas y traumáticas, cuya eficacia está avalada por numerosas investigaciones en el tratamiento de los problemas de salud mental.
Y es que se ha visto en diversas investigaciones que esta terapia que produce una bajada del nivel de activación y un aumento de las asociaciones mentales, que hace que los recuerdos negativos pierdan carga emocional y puedan integrarse con el resto de nuestras experiencias. Tras el tratamiento con EMDR una experiencia dura puede verse con distancia, sin que siga influyendo de modo contraproducente en nuestra identidad y en nuestro funcionamiento.