Sabemos que no siempre es sencillo conseguir llegar a la meta, cumplir lo que nos proponemos. Hay distintas causas que pueden influir. “Puede ocurrir que sea porque lo que nos proponemos no sea algo que queramos de verdad y eso nos hace no comprometernos con el objetivo y dedicarle el tiempo y las ganas que son necesarias para ello. Aunque resulte paradójico, también puede ser que nos de miedo llegar a la meta deseada. Por ejemplo, hay personas que tienen miedo al éxito porque creen que llegar al éxito supone dejar a la pareja que tienen, o un cambio de la ciudad en la que viven… En definitiva, porque la vida que quieren supone renunciar a la vida que tienen y eso, a veces, da vértigo”, nos anticipa Rebeca Cáceres Alfonso, doctora en Psicología y psicoterapeuta, y fundadora de Tribeca Psicólogos. Pero uno de los motivos principales al que hace referencia es que, en muchas ocasiones, lo que nos hemos propuesto no ha sido realista, es decir que el objetivo ha sido demasiado grande. Entran en juego las expectativas.
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¿Hay distintos tipos de expectativas?
La experta nos confirma que así es. “En Psicología existen varias clasificaciones, pero podemos quedarnos cuatro tipos de expectativas”:
- Expectativas predictivas. Lo que espero que pase en una determinada situación. Se recrea una situación futura y nuestras acciones son el eje central de la escena. Imaginamos un futuro que nos hace sentir mejor. Por ejemplo: me imagino una entrevista de trabajo y me visualizo en la imagen hablando con el entrevistador, utilizando un determinado tono de voz, con la ropa que elegiré…
- Expectativas normativas. Son las normas sociales que hemos asumido. Así, nosotros esperaremos un determinado comportamiento social de los demás y los demás de nosotros. También se asumirán ciertos comportamientos en determinados lugares como por ejemplo una iglesia o un colegio. Entran en este tipo de expectativas los comportamientos morales también asumidos socialmente. Por tanto, este tipo de expectativas estarán estrechamente ligadas a la cultura y la sociedad en la que vivamos, si bien es cierto que habrá normas que compartamos como seres humanos más allá de la cultura.
- Expectativas merecidas. Lo que creo que me merezco. Es un tipo de expectativa basada en la justicia. Por ejemplo: creo que como soy un excelente trabajador, merezco un ascenso y una subida de sueldo. Merezco que mi pareja me sea fiel porque yo soy leal y honesta.
- Expectativas de los otros. Son las expectativas que tienen otros sobre nosotros mismos y que sean en positivo o en negativo, si las asumimos, nos acabarán cargando porque son de otros, no nuestras.
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Rebajar las expectativas, ¿sí o no?
Nos planteamos si debemos, en algunos momentos, rebajar nuestras expectativas. “Cuando nos hemos dado cuenta que eran demasiado altas y que en este momento no llegamos, por supuesto que sí que hay que bajarlas. Quizás estaría bien descomponer los objetivos. Es decir que hubiese uno principal realista y que de ese pudiesen desglosarse otros objetivos más pequeños y asequibles. Importante determinar el tiempo en cada uno de los objetivos”, nos explica la experta.
No caer en la frustración
Y es que tener las expectativas demasiado altas puede tener consecuencias negativas, como la frustración. “Sin duda. Tener una expectativa demasiado alta es lo mismo que tener una expectativa poco realista. Con esto nos referimos a que lo que esperamos lograr no es real en este momento. Puede ser bien porque no dependa de nosotros, porque no estemos preparados en el momento para algo así, porque no tengamos los recursos adecuados, etc”, añade Rebeca Cáceres.
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Las expectativas altas, ¿una trampa?
Una de las dudas que nos surge es el de si son las expectativas que nos creamos una especie de trampa. En opinión de la psicóloga, si como hábito tendemos a crearnos expectativas demasiado altas, seguramente lo sea porque viviremos más en el deseo combinado con la frustración que en la propia acción presente para conseguir nuestras expectativas. “Sin embargo, las expectativas con respecto a diferentes realidades que están bien ajustadas con quienes somos en el momento presente y con lo que podemos lograr, no tiene por qué ser algo negativo. De hecho, vivir sin ellas sería algo complicado porque somos seres emocionales. Parece complicado pensar en que te vas a Disney o a Nueva York y no tener la expectativa de que vas a disfrutar y vas a vivir un montón de cosas nuevas ilusionantes. Como todo no hay nada bueno o malo. Eso son solo juicios. Lo importante es como gestionamos lo que nos ocurre”, apunta.
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Estrategias para gestionar nuestras expectativas y conseguir nuestras metas
- Lo que nos proponemos tiene que ser importante para nosotros, tiene que tener sentido, ser de verdad algo que queramos lograr.
- Objetivos realistas. Es importante que el objetivo sea realista y no tan grande que nos rindamos pronto o que no tengamos los recursos para poder llegar a él.
- Determinados en el tiempo. Es importante que estén determinados en el tiempo porque esto va a determinar la motivación. Si no está determinado en el tiempo, se desvanecerán y habremos perdido la perspectiva de que era algo que queríamos lograr.
- Han de ser coherentes con quienes somos y con la vida que tenemos o que queremos. Es decir, han de ser objetivos que se puedan incorporar a la vida de la persona, al día a día de la persona. Si no es así, se convertirán en algo imposible.
- Constancia. Si no hay constancia y es algo que tienes en mente cada día para poder lograr cada día haciendo algo en esa línea, es complicado conseguirlo. Hay que trabajar cada día por aquello que se quiere lograr.
- Compromiso. Si no te comprometes con el objetivo es difícil llegar a él porque habrá momentos difíciles o momentos de tentaciones que te alejen del objetivo, pero si estás comprometido, será fácil superar esto. Si no lo estás, lo fácil será tirar por el camino más fácil y el objetivo quedará atrás. Y es que, si no te comprometes puedes caer en la pereza y la pereza te hace la vida más cómoda, pero te aleja del objetivo.
- Acción. Si no pasas a la acción nada tendrá sentido. Serán ideas, serán sueños, pero no se logrará nada. La acción es el paso más importante para conseguir lo que queremos a pesar de los miedos, de la pereza, de las tentaciones, de las dificultades, de los pensamientos distractores… Siempre acción.