¿Sabías que en determinadas ocasiones nuestra piel puede verse afectada por varios factores relacionados con el ejercicio? Prueba de ello, como nos cuenta Víctor Díaz, (@prohealth.vd), especialista en ciencias de la actividad física y el deporte, son las cifras que apunta el Colegio Americano de Medicina del Deporte donde se estima que el 21% de las consultas médicas de los deportistas hace referencia a problemas dermatológicos. “La piel desempeña diferentes funciones como la protección actuando de barrera física frente a las agresiones externas y microorganismos, impermeabilización, termorregulación, producción de vitamina D, defensa inmunológica, percepción de estímulos sensoriales y regulación del equilibrio hidroelectrolítico del organismo”, nos cuenta el experto, quien nos ha contado con detalle cuáles son los beneficios del ejercicio en la piel.
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Beneficios del ejercicio para la piel
- El experto nos cuenta que cuando se realiza ejercicio, se producen cambios favorables en el estado metabólico de la piel:aumenta la circulación sanguínea y se incrementa la eliminación de toxinas y la liberación de hormonas.
- El ejercicio físico incrementa la sudoración lo que mejora la hidratación. Si la sudoración no es excesiva, fortalece la barrera de la piel y balancea la flora cutánea.
- Además, potencia los procesos de cicatrización, se le puede atribuir un efecto anti-glicación y antiaging (ya que tiene efecto antiinflamatorio en la piel, mejora la función mitocondrial y combate la senescencia celular).
- Por último,el ejercicio mejora la calidad del sueño (un déficit de sueño acelera el envejecimiento, activa enzimas que degradan colágeno y causa daño oxidativo e inflamación) y reduce el estrés. El estrés vuelve la piel más sensible al daño, enlentece los mecanismos de reparación, causa envejecimiento prematuro y potencia la aparición de brotes reactivos de patologías en la piel (como la rosácea o la psoriasis).
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El ejercicio en la rosácea
Hemos hablado con el experto sobre la relación concreta del ejercicio en los casos de rosácea. “Profundizando en esta relación entre el ejercicio y la rosácea, se puede afirmar que el enrojecimiento facial en la rosácea a menudo es inducido por eventos desencadenantes. En una encuesta de la National Rosacea Society realizada a 1.066 pacientes con rosácea, el ejercicio intenso ocupa el quinto lugar entre los eventos desencadenantes con un porcentaje de personas afectadas del 56% (solo superado por la exposición solar, el estrés emocional, el clima caluroso y el viento)”, nos cuenta.
Por este motivo, explica que muchas de las personas que sufren esta patología tan reactiva al calor, al estrés y al ejercicio intenso dejan de hacer ejercicio por miedo a posibles brotes que empeoren su situación. “El ejercicio aumenta el flujo sanguíneo y la demanda de oxígeno, lo que produce una mayor frecuencia cardíaca y respiratoria, así como un aumento de la temperatura corporal, lo que puede provocar brotes no deseados de los síntomas de la rosácea”, explica.
Sin embargo, el ejercicio es parte fundamental de un estilo de vida saludable y no debemos dejar de lado su práctica. Así, nos explica que algunos consejos propuestos por la National Rosacea Society para poder realizar ejercicio con seguridad son:
- Evitar el ejercicio de alta intensidad.
- Dividir tu entrenamiento en bloques de menor duración a lo largo del día (por ejemplo, realizar ejercicio durante 15 minutos, 3 veces al día). Incrementar de manera progresiva si se evoluciona correctamente.
- Si haces ejercicio al aire libre se deben evitar climas cálidos o las horas de mayor temperatura.
- Proteger tu piel con protección solar.
- Si haces ejercicio en el interior, se debe llevar a cabo en un espacio bien ventilado.
- Resulta fundamentalhidratarse bien y tratar de evitar incrementos muy elevados en la temperatura corporal refrescándose con una toalla fría y húmeda. La clave es modificar el entrenamiento para minimizar los efectos sobre la rosácea y poder mantener una rutina de ejercicio que nos permita obtener todos los beneficios sobre la salud que nos ofrece la práctica regular de ejercicio.
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¿Y en el caso de los pacientes con psoriasis?
Por otra parte, si hablamos de otro problema dermatológico como la psoriasis, tenemos que partir de que es un trastorno inflamatorio de la piel que se asocia con una serie de comorbilidades: inflamación sistémica, artritis psoriásica, enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad cardiovascular y síndrome metabólico. “Pacientes con afecciones inflamatorias como la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide o la propia psoriasis tienden a ser menos activos que la población general, aunque la actividad física puede mejorar el curso de la enfermedad y mejorar su calidad de vida. El ejercicio es un potente antiinflamatorio natural y puede resultar muy beneficioso en el tratamiento de las enfermedades inflamatorias crónicas”, nos cuenta Víctor Díaz.
Así, tal y como nos detalla, los beneficios del ejercicio pueden atribuirse a diversos mecanismos, no solo a través de la reducción del tejido adiposo y del estado inflamatorio, sino también a una posible disminución del estrés oxidativo que puede impulsar la producción de lesiones que se observa en la psoriasis. Además, es incuestionable la importancia de mantener sano y metabólicamente activo el tejido muscular para mejorar el entorno metabólico y cardiovascular. El ejercicio regular puede reducir el riesgo de desarrollar psoriasis y la utilización del ejercicio como una estrategia de pérdida de peso puede mejorar la gravedad de la enfermedad, especialmente en pacientes con sobrepeso.