Mezcla estos 6 ingredientes si quieres conseguir una relación de pareja sana y feliz

Hoy es el día más romántico del año para muchos. San Valentín ya está aquí y son muchas las parejas que no dudan en celebrarlo. Puede estar o no en ese grupo, pero lo cierto es que no es mala idea aprovechar esta fecha del 14 de febrero para hacer balance sobre las creencias erróneas que puede haber en relación a las relaciones de pareja para que esta sea sana. No queremos decir que todo vaya a ser siempre de color de rosa, pues la vida, en ocasiones, nos pone pequeños obstáculos que pueden afectar a nuestra relación. Pero lo que sí que hay que tener claras son las estrategias que nos echan una mano a la hora de gestionar los posibles baches, conflictos o discusiones. Si lo conseguimos, nuestra pareja puede salir incluso reforzada.

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Recomendaciones útiles para que una pareja funcione

Para conseguirlo, Silvia Congost, reconocida experta en autoestima, dependencia emocional y relaciones tóxicas, nos resume los que son en su opinión los seis ingredientes fundamentales que deben estar presentes en el día a día de una pareja. Bien mezclados, nos pueden dar como resultado una receta ¡de 10!

• Deseo. Es una parte fundamental para que la pareja funcione. En opinión de la experta, han de existir pasión, sexo y erotismo, necesarios en una relación, que generará momentos de intimidad y máximo acercamiento. Por eso, en el caso de que uno de los miembros de la pareja tenga un problema de deseo sexual o alguna disfunción, fundamental pedir ayuda experta, pues si no lo hacemos, puede llegar incluso a producirse una situación tan indeseada como una ruptura.
• Amistad. Para Silvia Congost, nuestra pareja debería ser nuestro mejor amigo, con todo lo que eso implica, sobre todo en relación a tener con esa persona confianza absoluta. “Alguien con quien compartir, a quien admirar y en quien apoyarnos si es necesario. Un ser incondicional que se alegra de nuestros éxitos y nos abraza cuando nos sentimos desolados. Alguien con quien podamos comunicarnos, ser honestos y recibir lo mismo por su parte”, comenta.

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• Propósito común. Si no remamos hacia el mismo lado, pueden aparecer los problemas. Por eso, debemos tener un propósito de vida en común, sentir que miramos hacia la misma dirección. Hacer planes, implicarnos, avanzar de la mano y ver que pasamos a la acción. Eso sí, la experta matiza que todo puede quedar muy bien sobre el papel, pero e importante que este propósito no se quede en ideas y en planes que no se materializan nunca, porque en ese caso se acabarán marchitando. Cuando se trata de cosas importantes para uno de los dos, el hecho de renunciar inconscientemente a ello nos va apagando, nos va quitando vida, ilusión y, poco a poco, vamos olvidando el sentido de nuestros días.
• Valores. Si son distintos en cada uno de los miembros de la pareja, la cosa se puede complicar. Partimos, tal y como cuenta la experta, de que nuestros valores son nuestros principios básicos, aquello con lo que nos identificamos en la vida, que nos da sentido y dirección. Pues bien, como decíamos, en una relación, nuestros principales valores deberían coincidir con los del otro, ya que, de no ser así, podéis estar seguros de que será motivo de discusiones tormentosas y que difícilmente llegarán a buen puerto.

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• Compromiso. Es uno de los ingredientes básicos. Se trata de poner todo de nuestra parte para que la relación funcione. Y eso no significa tener que casarnos ni jurar delante de nadie que vamos a estar con esa persona durante toda la vida, sino tener la seguridad de que está ahí y que no va buscando consciente o inconscientemente a alguien que nos sustituya. Y es que cuando percibimos este compromiso en el otro irá fortaleciendo y aumentando la confianza entro de la pareja, la cual es, no hay duda, absolutamente esencial.
• Transparencia. Fuera secretos, fundamentalmente aquellos que afectan directamente a la relación. “Cuando uno hace una pregunta, el otro debe responder en todos los casos, aunque no quiera profundizar en el tema en ese momento. El hecho de necesitar saber algo, y que el otro se encierre y no responda, genera en nosotros ansiedad y aumenta enormemente nuestra inseguridad”, concluye.