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Psicología

¿Quieres saber por qué es importante cuidar a tu niño interior?

La infancia es una etapa de configuración de nuestro carácter en la cual que influyen las experiencias que hayamos vivido


Actualizado 9 de febrero de 2023 - 13:09 CET

Hay ocasiones en las que las heridas de la infancia dejan una gran huella en quien las ha padecido. Tanto es así, que cómo somos, qué pensamos, qué sentimos y cómo actuamos viene en gran parte determinado por nuestros primeros años de vida. Por eso, en su libro Aprende a cuidar de tu niño interior (Editorial Diana), el psicólogo y psicoterapeuta Jordi Gil Martín propone hacer un trabajo de introspección y tomar conciencia de todas nuestras heridas con un objetivo: tratar de evitar un daño crónico que nos entorpece, nos atasca y nos frena en el camino a la felicidad. Solo así conseguiremos alcanzar una vida adulta plena.

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Hemos hablado con el autor y le hemos planteado que siempre que hablamos con expertos en salud mental sobre posibles trastornos en la edad adulta, hacen referencia a cómo las vivencias de la infancia han podido tener influencia en dichos problemas. Le preguntamos al experto si la niñez es una etapa de vital importancia en este sentido. “Como menciona Francesc Miralles en el prólogo, citando a William Wordsworth, ‘el hijo es el padre del hombre’, en la niñez se configura nuestra forma de sentir, percibir, pensar y sentir la vida y las relaciones humanas en la vida adulta. Es una etapa de configuración de nuestro carácter en la cual según las experiencias que vivamos y como estas fueron acompañadas se dan unas dinámicas emocionales y mentales que serán más o menos sanas y nutricias para nosotros mismos y nuestro alrededor”, comenta.

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El papel de la infancia en nuestra personalidad

No podemos perder de vista el papel que tiene la niñez a la hora de ir sentando las bases de nuestra personalidad. “El niño responde ante lo que recibe, configura una estrategia de personalidad según lo que le va sucediendo y los mensajes que recibe de su entorno. Según me traten mi personalidad se configura de una determinada forma, si me atacan me retraigo, si me cuidan me expando”, nos explica el autor, que detalla que, si por ejemplo nadie cuida de su ternura, el niño/a se desconecta de ella o si es querido según sus resultados empezara a construir una cierta imagen de eficacia para ser amado. “Los niños buscan el amor y la supervivencia, y la estrategia vital busca conseguir ambas cuestiones vitales”, nos comenta.

Pero volviendo al eje central del tema, le preguntamos a qué se refiere cuando habla deniño interior. “Nuestro niño interior es una parte antigua de nosotros mismos que nos acompaña toda la vida y aparece en determinadas situaciones en forma de emociones, percepciones, impulsos, pensamientos y sentimientos. En estas situaciones el programa niño se activa o se superpone al modo adulto, y disfrutamos de lo grande en un parque acuático o nos desconsolamos porque alguien no nos invita a una fiesta”, comenta, añadiendo que es una identidad interna que nos acompañará toda la vida.

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La importancia de cuidar a tu niño interior

Partiendo de esta base, tenemos que tener muy presente que a ese niño interior hay que protegerlo, sanarlo, cuidarlo. “Todos hemos sido niños, y en esta infancia sufrimos, en menor o mayor medida, heridas emocionales. Cuidar al niño que superó lo difícil y que creció más allá de los avatares de la vida, de unos padres o de unos contextos necesariamente imperfectos, es una sana deuda interior conmigo mismo, se trata de premiar y cuidar al niño que lucho para que yo llegase hasta aquí. Es un ser leal al héroe que avanzo en las vicisitudes infantiles y adolescentes”, explica el psicólogo que habla, incluso, de cicatrizar las heridas de la infancia para conseguir alcanzar una vida adulta plena. Nos planteamos si es una labor especialmente compleja. “Es un proceso de sanación, requiere tiempo y espacio, depende de varios factores; el tipo de ayuda que se busca, la calidad humana y técnica de los profesionales que me encuentro, el nivel de trauma recibido, la voluntad de sanación de la persona, el tipo de personalidad y de apego… Si tuviera que elegir dos factores clave serian la profundidad o el número de heridas recibidas en el vivir y la insistencia de la persona en sanarse”, detalla.

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La influencia de los traumas en la infancia

Solemos relacionar la infancia con una etapa feliz, sin problemas, en la que todo es inocente. Pero también hay niños que viven experiencias no siempre positivas. Los traumas de la infancia, sean del tipo que sean, ¿pueden llegar a lastrarnos en nuestra edad adulta? “En mi trabajo como terapeuta, observo y atiendo muy a menudo las secuelas de heridas infantiles que condicionan la felicidad de los adultos. Los lastres antiguos son secuelas que siguen interfiriendo en nuestra felicidad actual. Nuestra psique busca desarrollarse y seguir hacia adelante aunque sea arrastrando dificultades o cuestiones no resueltas”, comenta.

Y pone un par de ejemplos prácticos de secuelas de nuestros traumas: “Me doy cuenta de que siento un dolor muy grande cada vez que finaliza una relación, cada separación de pareja me cuesta una depresión”, “Me da miedo decir que no, aún me da miedo mi madre”.

“La psique del niño empuja por su crecimiento, y almacena heridas para seguir hacia delante; este sobresfuerzo implicará a posteriori unas secuelas, si tengo una herida de abandono tendré miedo a volver a ser abandonado en etapas posteriores de mi vida”, detalla.

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Cómo curar esos traumas

El experto nos pone, de nuevo, ejemplos prácticos. “Supongamos que nuestro cuerpo físico ha recibido unos diez traumas físicos entre golpes, contusiones, accidentes, alguna operación, una neumonía mal curada, y un largo etcétera de tipos de lesiones físicas que se dan… De todas estas heridas físicas algunas se curarán plenamente, alguna nos dolerá en algún momento del año y algún esguince nos dolerá mucho si nos pisan o resbalamos de nuevo”, comenta. Pues matiza que lo mismo pasa con el cuerpo psicológico. “Lo importante es tomar la misión de tener un cuerpo y una psique lo más sanos posibles. Y buscar atender las heridas y las cicatrices emocionales para que duelan lo menos posible”, explica.

Recursos para cuidar a nuestro niño interior

La pregunta clave, llegados a este punto, debería ser conocer qué recursos o estrategias tenemos a nuestro alcance para cuidar a nuestro niño interior. “Existen muchos enfoques y tratamientos de ayuda, desde el psicoanálisis, la terapia Gestalt, psicología cognitiva, constelaciones familiares, Terapia sistémica, enfoques psicocorporales…Todo recurso o estrategia de sanación nos debe llevar a un mayor autoconocimiento y a una autotransformación. Por mi parte siempre recomiendo un profesional de la ayuda que sea ecléctico y pueda usar técnicas de distintos enfoques, como un pintor que conoce distintas técnicas pictóricas para ayudar a la persona a pintar un nuevo cuadro y a restaurar el antiguo yo”, nos explica.

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Identificar esas heridas de infancia

Por último, le planteamos al psicólogo si puede llegar a ser complicado detectar o identificar las secuelas de una infancia complicada. “Las dificultades presentes suelen ser consecuencias de antiguos traumas no metabolizados. Lo traumático es una experiencia que nos hiere, deja una herida en nuestro cuerpo, en el cual se almacena una información sensorial y emocional que al ser tocada nos detona una experiencia reprimida que incluye emociones, sensaciones, impulsos y pensamientos encapsulados en nuestro cuerpo en el pasado, y que contaminarán nuestro presente”, cuenta. Y pone un ejemplo muy gráfico para concluir: “Es como si alguien nos tocase una herida física abierta o un viejo esguince, y entonces se nos «gatilla» una respuesta agresiva, defensiva o de intenso dolor. O como esos huesos que, aunque se han solidificado, aún nos duelen en alguna ocasión”.