Las redes sociales sirven de altavoz para que muchos pacientes hablen de su enfermedad y le den visibilidad. Fue el caso de la ya fallecida Elena Huelva, que con su carismática personalidad y una sonrisa que no perdió en ningún momento, nos habló del sarcoma de Ewing. Como ella, otras personas explican cómo es el día a día de su patología y qué hacen para adaptarse a ella y mejorar su calidad de vida. Es el caso Nuria Jordà, una Tiktoker que, sin proponérselo, se ha convertido en una voz para hablar de la disfagia, una enfermedad caracterizada por la dificultad para tragar y que, según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), es muy importante detectarla a tiempo, ya que, en algunas ocasiones, puede ser incluso causa de mortalidad.
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¿Qué es la disfagia?
La logopeda del servicio de rehabilitaciónfoniátrica del Centro de Neurología Avanzada (CNA), Anelise Sanchis, explica que "la disfagia es un trastorno que, por distintos y variados motivos, puede afectar a las personas a cualquier edad y que su diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado son fundamentales para que no tenga consecuencias de gravedad".
Según Sanchis, una de cada 17 personas sufrirá un problema de disfagia a lo largo de su vida. La prevalencia de la disfagia se estima entre el 2% y el 16% de la población, e incluso se ha podido observar que cerca del 90% de las personas que sufren esta dificultad en la deglución no está ni diagnosticada ni correctamente tratada.
La disfagia tiene consecuencias para la salud, que afectan considerablemente a la calidad de vida de las personas, ya que se manifiesta desde complicaciones respiratorias, deshidratación, desnutrición, o bien por un problema súbito relacionado con infecciones, principalmente respiratorias o urinarias e incluso episodios de asfixia que pueden llevar al fallecimiento.
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Cuáles son los síntomas de la disfagia
Tragar es un acto que todos hacemos sin pensar. En esta acción, intervienen músculos y nervios que, con el paso del tiempo, se van debilitando y dañando. Aun así, no se puede decir que la disfagia sea una patología del envejecimiento. Otras enfermedades como el Parkinson, los trastornos neurológicos, un ictus o el cáncer puede ocasionar esta dificultad para tragar.
Los síntomas de la disfagia son, como explicábamos, la dificultad para tragar. Pero hay más:
- Dolor en la deglución.
- Tos o arcadas al intentar pasar los alimentos.
- Molestias en el pecho después de tragar.
- Sensación de que la comida se queda en la garganta «como pegada».
- Atasco de sólidos o líquidos que se percibe en la zona de detrás del esternón o bloqueo en el esófago.
- Ronquera.
- Regurgitación frecuente.
- Salida de lo ingerido por la nariz.
- Borboteos y ruidos en la garganta durante y tras las comidas.
- Acidez de estómago.
- Lentitud extrema en las comidas.
- Pérdida de peso inexplicable.
Además del riesgo de atragantamiento, la disfagia puede ocasionar malnutrición, pérdida de peso, deshidratación, neumonía por aspiración de sólidos o líquidos (que llevan bacterias a los pulmones) y atragantamientos; esto es, puede ser un problema leve o grave, dependiendo de qué esté causando la dificultad para tragar.
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Tipos de disfagia
Existen diferentes tipos de disfagia según la causa:
Disfagia orifaríngea
Los músculos de la garganta dificultan el paso de la comida. Esto suele provocar atragantamientos, arcadas, tos al intentar tragar o incluso alimentos que bajan por las vías respiratorias o suben por la nariz. Puede deberse a trastornos neurológicos como Parkinson, esclerosis múltiple o distrofia, daños neurológicos, divertículos (bolsas) que recogen partículas de comida, etc.
Disfagia esofágica
Los alimentos se quedan como atascados o pegados después de tragarlos, bien sea en la garganta o en el pecho. Puede ocurrir cuando el esfínter del esófago no se relaja para dejar pasar los alimentos hacia el estómago o cuando los músculos de la pared del esófago se han debilitado. Otras veces, la causa está en espasmos, estrechamientos, tumores, cuerpos extraños en el anillo esofágico, reflujo gastroesofágico, alergias alimentarias, úlceras, cicatrices y endurecimientos, hernias, tumores...
Existen diversas pruebas para detectar el origen del problema: radiografías con contraste; estudios dinámicos de deglución que analizan cómo se realiza el proceso en el paciente y que permiten ver en directo la coordinación de los músculos que intervienen el proceso; endoscopias que muestran el esófago por dentro; biopsias y otros procesos que darán con la causa del problema y podrán aportar una solución que irá desde las terapias motoras, reeducación en la deglución, medicamentos, dilataciones… hasta intervenciones quirúrgicas.
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¿Se puede prevenir la disfagia?
Debido a que esta dolencia suele estar asociada a otra enfermedad, es difícil prevenirla. Lo que sí es importante es acudir al médico cuando se perciben problemas de deglución.
Aun así, como en todo, ayudan las recomendaciones generales de llevar una dieta balanceada y huir de la vida sedentaria haciendo ejercicio en la medida de las posibilidades de cada uno. Sin embargo, el problema sí tiene tratamiento, así que resulta muy importante consultar con el médico cuando aparecen los síntomas, advierte Leandro Palomo, responsable de Salud y Seguridad de TK Home Solutions.
En caso de padecer disfagia es aconsejable:
- Sentarse a comer relajado pero derecho, con una postura correcta.
- Comer despacio, con calma y conscientes de lo que se está haciendo.
- Cuidar la dentadura y, si es postiza, vigilar que ajuste bien y permita su función masticadora.
- Masticar bien los alimentos y no tomar una nueva porción hasta haber tragado la anterior.
- Cortar la comida en trocitos pequeños.
- Ingerir pequeños sorbos de agua de manera frecuente durante la comida, pero no con la boca llena.
- Si hay que tomar pastillas, machacarlas o partirlas para que resulte más fácil tragarlas.
- Elegir alimentos de fácil deglución y consistencia blanda.
- No hablar mientras se traga.
- Quedarse erguido después de comer durante 30 o 40 minutos.
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