Enero es un mes en el que las dietas están a la orden del día. No son pocas las personas que deciden ponerse manos a la obra para tratar de perder esos kilos de más ganados en unas semanas llenas de excesos. Pues bien, los expertos coinciden en que no es una buena idea estar siempre a dieta. “Estar a dieta toda la vida nunca es la solución a un problema de sobrepeso. Según investigaciones, aproximadamente el 80% de las personas que pierden una parte importante de su grasa corporal no mantienen la tendencia durante 12 meses y además recuperan, en promedio, más de la mitad de lo que pierden en 2 años. La tendencia al fracaso de las dietas permanentes se explica por factores muy complejos y relacionados entre sí, como la base genética de la persona, los cambios en la expresión de los genes (epigenética), la conducta y el ambiente obesogénico (aquello que nos rodea y conduce a la obesidad)”, nos cuenta Teresa Perucho, Directora Científica y Académica de VIVOLABS.
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Dietas mal enfocadas
Y la experta va más allá: el mal enfoque de una dieta puede llevar a frustración, tristeza y el desarrollo de una relación perjudicial con la comida. “Nunca está de más recordar que, en España, más de 400 000 personas conviven con un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) y que la cifra se encuentra al alza, sobre todo en la población juvenil. Si se quiere alcanzar un peso adecuado a la situación personal, lo ideal en todos los casos es ponerse en manos de un profesional en nutrición. Solo un especialista realizará los cambios y seguimiento necesarios para alcanzar una relación positiva (y permanente) con la comida”, nos cuenta.
Nos encontramos, además, con personas que están siempre a dieta y no ven los resultados deseados, ¿por qué motivos puede ocurrir esto? “El peso, al igual que todas nuestras características externas, es el resultado de la interacción entre los genes y el ambiente. La tendencia a ganar peso y la falta de resultados a la hora de ponerse a dieta puede deberse a muchísimos factores: las tendencias demográficas, el nivel educacional, la profesión, la incapacidad de saciarse, el hambre emocional, un metabolismo bajo, la falta de autocontrol, los hábitos y cambios en la rutina, la existencia de trastornos congénitos y más”, nos detalla la especialista.
Y añade un dato importante, que es que en el terreno anatómico, cada ser humano es un mundo propio. “Por ello, hay que tratar este tema de forma personalizada: al igual que no hay una solución definitiva para que todos nos mantengamos en un peso ‘ideal’, tampoco hay una explicación que nos diga a qué se debe un fallo en este equilibrio que conlleva una ganancia de peso en todos los casos. Si hablamos de medicina y salud, generalizar siempre es un error”, apunta.
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Un plan personalizado y avalado por un nutricionista
Lo cierto es que hay personas que se pueden encontrar en esta situación. Se ponen, una y otra vez, a dieta, pero no consiguen que la báscula marque una cifra menor. ¿Qué recomienda la experta que debemos hacer si nos encontramos en esta situación? “El primer paso para alcanzar una relación sana con la alimentación es ponerse en manos de un profesional en nutrición. Someterse constantemente a dietas no avaladas científicamente puede llevar a trastornos de la alimentación, deficiencias nutricionales y el temido efecto rebote. En general, aquellas dietas que conllevan un cambio radical en los hábitos y la pérdida de mucho peso en poco tiempo son las que peor funcionan (y más en riesgo ponen a la persona)”, nos comenta sobre el primer paso, fundamental.
“Con la ayuda de un nutricionista, se puede crear un plan a largo plazo que permita alcanzar el peso de forma sostenida y segura. Uno de los factores más importantes que muchos ignoran a la hora de planear su dieta es laeducación nutricional: aprender a comer de manera saludable no es sencillo, además que podamos disfrutar de ello y que se adapte a nuestro modelo de vida, trabajo, estrés, cultura… etc. Contar con el apoyo de un profesional en esta materia facilita el aprender a alimentarse sin sufrir en el proceso”, nos explica.
Y añade un extra: “Además, siempre es buena idea contar con el conocimiento de genetistas y otros profesionales de la salud (tanto física como mental) a la hora de enfocar la pérdida de peso a largo plazo, ya que solo conociendo las causas se puede aplicar un tratamiento personalizado. El sobrepeso y la obesidad son condiciones multifactoriales y, por ello, lo mejor es abarcar el mayor terreno posible, desde los genes hasta el componente emocional”.
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La influencia de la genética
Tenemos que tener en cuenta también que puede haber un componente genético en el hecho de que tendamos a ganar peso, es decir, hay genes que influyen en el sobrepeso. Lo confirma la experta. “Se han descrito entre 200 y 300 genes asociados a la nutrigenética, que analiza la relación entre la ingesta de alimentos y el peso y, además, la heredabilidad de la obesidad se calcula hasta en un 80%. Esto no quiere decir que no se pueda hacer nada para alcanzar un estado de salud óptimo si se tiene una predisposición genética desfavorable. Todo lo contrario, le da a la persona toda la información necesaria para conocer la causa de su sobrepeso y todas las herramientas necesarias para actuar a partir de ahora, ya que hay que tener en cuenta la carga genética a la hora de establecer cualquier plan nutricional de la manera más eficaz”, nos comenta.
Y es que, ¿hasta qué punto influyen nuestros genes en nuestro peso? “¡Influyen muchísimo! Por ejemplo, el gen MC4R contiene las instrucciones para fabricar una proteína asociada al comportamiento alimenticio. Algunas de las variantes en este gen se han vinculado con un peor control de la saciedad, lo que fomenta el atracón y un mayor peso. Vamos más allá, pues hasta el 6% de los pacientes con obesidad severa de aparición temprana tienen mutaciones en este gen. Algo similar ocurre con el gen FTO, asociado a las respuestas neuronales tras la ingesta de alimentos. Las personas que portan variantes de riesgo del FTO tienen hasta 1,67 veces mayor tasa de obesidad. Estos son solo 2 ejemplos, pero se pueden nombrar incontables interacciones entre la genética individual y el control de la saciedad, metabolismo, tendencia a la acumulación de grasa y mucho más”, nos comenta.
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Realizar un test genético
Por ello, podemos plantearnos realizar un test genético como ayuda en un proceso de control de peso. “Descubrir la predisposición genética con respecto a los distintos factores dietéticos es esencial para personalizar el tratamiento nutricional. El estudio de nutrigenética y sobrepeso NOA de VIVOLABS permite conocer la base en genes implicados en el balance energético, el metabolismo de grasas, la inflamación del tejido adiposo, la resistencia a la insulina, la predisposición a la diabetes tipo 2 y mucho más. En total, se analizan 16 genes con implicación en la respuesta nutricional. La toma de muestra se puede hacer desde casa, es completamente indolora y de lo más sencilla”, explica la experta.
Y añade que los resultados de este estudio nos permiten recomendar al usuario diversos cambios en el comportamiento para que puedan alcanzar el peso adecuado: a qué hora es mejor comer más abundantemente, cuántas comidas hacer al día, el tipo de dieta a seguir y la proporción ideal de nutrientes en el menú, entre otras cosas. Además, el análisis incluye una llamada gratuita con nuestros profesionales en genética para aclarar cualquier duda. Este estudio es un primer paso necesario para acudir a un nutricionista y adaptar la dieta a la perfección al usuario.
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¿Qué pesa más, los genes o los hábitos?
Teniendo en cuenta la influencia de la genética, nos planteamos si influyen más los genes o los hábitos en el hecho de que no consigamos adelgazar pese a estar a dieta. En opinión de la experta, no hay una respuesta absoluta a esta pregunta, ya que hasta los hábitos pueden tener un componente genético. “La genética de cada persona es diferente y, por ello, algunas pueden tener más predisposición que otras a responder a una dieta concreta. El ambiente y el componente emocional también tienen muchísimo que decir al hablar de nuestra relación con la comida, así que no se puede generalizar. Lo que sí que es seguro es que toda persona se puede beneficiar de un test genético para conocer su respuesta nutricional. Saber el ‘punto de partida’ que otorgan los genes siempre es de ayuda para establecer un plan de salud, ya sea para bajar de peso, mantenerlo o aumentarlo. Cuanta más información tenga el usuario, más personalizado será su tratamiento y mayores probabilidades de éxito tendrá”, concluye.