Nadie quiere sentir dolor. Lo percibimos como una experiencia desagradable, que todos tratamos de evitar. Pero, sin embargo, todos, en algún momento de nuestras vidas, lo experimentamos, en mayor o menor medida. Existe, incluso, lo que los médicos califican como dolor crónico, un paso más, aún más complejo y difícil de abordar. A lo que hay que sumar, claro está, que la percepción del dolor es diferente para cada persona.
Lee también: Vivir con dolor crónico: te resumimos los falsos mitos sobre este problema de salud
Distintas dimensiones del dolor
“En primer lugar, debemos tener en cuenta que la experiencia de dolor es la suma de una serie de dimensiones. La dimensión sensorial sería la más objetivable, es decir, el daño o lesión que se haya podido producir en el tejido. Este daño o lesión, produce en el sujeto una experiencia de dolor inicial de carácter más puro. Pero a esta experiencia primaria de dolor, se le suman otras dimensiones, entre las que se encuentra las reacciones fisiológicas o emocionales del cuerpo ante ese daño. Ejemplos de ello serían una reacción de tensión muscular, de paralización, de miedo, de bloqueo, etc.”, nos comienza explicando Miriam Alonso, psicóloga de Onelife Center, experta en el abordaje del dolor desde el punto de vista psicológico.
La especialista detalla que esta reacción fisiológico-emocional va a influir también en la experiencia de dolor. “Asimismo, podríamos identificar otra dimensión importante, como es el significado que le demos al dolor que estamos percibiendo. En este sentido, mientras que para una mujer embarazada el dolor producido por las contracciones puede tener un significado muy positivo, para una persona que percibe dolor como resultado de un tratamiento de quimioterapia el significado es muy distinto. Todas estas dimensiones, y algunas más, son las que terminan dando como resultado la experiencia de dolor que tenemos cada uno de nosotros. En este sentido, efectivamente, la experiencia de dolor es una experiencia global, resultado de la suma de una serie de dimensiones y eso es lo que la hace única y personal, yendo más allá de la lesión o daño que podamos tener en el tejido”, nos explica la psicóloga.
Lee también: El importante papel de la palabra para ayudar a los pacientes que sufren dolor crónico
Cómo abordar el dolor
Nos planteamos por qué es tan difícil abordar los casos de dolor, conseguir mitigar una sensación tan desagradable para quien la padece. La psicóloga nos explica que resulta complicado mitigar una sensación de dolor porque se trata de una función totalmente adaptativa de nuestro cuerpo. Y nos pone un ejemplo: “Del mismo modo que necesitamos sentir la sensación de sed para poder ingerir líquido, necesitamos sentir el dolor para poder protegernos del daño o de las lesiones. La experiencia de dolor tiene unafunción fundamental de supervivencia y de adaptación del ser humano. El dolor produce una sensación desagradable para la persona, pero esa sensación es la que nos ayuda a protegernos. Se trata de una señal de alarma que está biológicamente programada y, por tanto, no siempre está en nuestra mano ‘apagar’ la alarma, incluso no siempre es deseable apagarla”.
Lee también: Cómo la psicología puede ayudarte en casos de dolor crónico
¿Y en los casos de dolor crónico?
Como decíamos al principio, todo se complica más cuando nos encontramos con episodios de dolor crónico. “La experiencia de dolor tiene una función adaptativa y de supervivencia para el ser humano, pero esa función es adaptativa en los casos en los que el dolor es agudo. Ejemplo de ello es que cuando aparece una lesión, el sentir dolor nos va a llevar a inmovilizar la zona y a curar la lesión. Si bien, cuando el dolor se cronifica, esta función adaptativa y de supervivencia queda viciada, no sirviéndonos generalmente la inmovilización de la zona dolorida”, cuenta la experta, que añade que muchas de las estrategias que ponemos en marcha durante un periodo agudo de dolor no funcionan cuando el dolor se ha cronificado. “Las estrategias de afrontamiento del dolor crónico deberían de ser distintas a las estrategias de afrontamiento que ponemos en marcha cuando tenemos un dolor agudo”, nos comenta.
Abordar el dolor de forma integral
Parece evidente que es importante realizar un abordaje integral del dolor en cada paciente. En opinión de Miriam Alonso es, de hecho, esencial. “La experiencia de dolor es una experiencia biológica, fisiológica, psicológica y social, por ello, debe de ser manejada desde distintas perspectivas de salud. En este sentido, cada profesional de la salud tiene un papel fundamental en el abordaje del problema del dolor porque su trabajo está focalizado en una parte de la experiencia del dolor que, como se ha comentado anteriormente, se trata de una experiencia global y única, en la que confluyen una gran diversidad de factores. De ahí que sea necesario que se trabaje desde distintas disciplinas sanitarias. Es más, lo más adecuado es que este abordaje se realice de un modo integral, conjunto, en el que todos los profesionales de la salud colaboren en el tratamiento y se dirijan a un mismo objetivo común”, nos explica basándose en su experiencia en la materia.
Lee también: ¿Puede la dieta ayudarnos si tenemos dolor crónico?
El dolor desde el punto de vista psicológico
Dentro de este abordaje integral, no podemos dejar de lado el componente psicológico. Y es que el dolor afecta, y mucho, desde esta perspectiva. “Existe una gran diversidad de factores psicológicos que afectan en la experiencia de dolor, entre los que podemos destacar las emociones que tengamos, nuestro sistema de creencias sobre las cosas que nos ocurren y sus consecuencias, nuestros comportamientos o el soporte social que tengamos. Algunos ejemplos de ellos son la tristeza, la ansiedad, la falta de apoyo social, la falta de recursos económicos, creencias pesimistas, etc. Todas estas variables van a influir en las sensaciones de dolor que tenga la persona, además, de manera general se trata de un tipo de influencia que funciona en ambas direcciones. Es decir, las emociones de tristeza o de ansiedad influyen en que la experiencia de dolor sea más intensa o desagradable, pero, al mismo tiempo, niveles más intensos de dolor van a hacer que la tristeza y la ansiedad aumenten”, cuenta la experta.
Lee también: Hay distintos tipos de ansiedad y te contamos cómo detectarlos
Entender y aceptar el dolor
Le preguntamos a la especialista si es difícil, desde el punto de vista de la psicología, entender y aceptar el dolor. En su opinión, no es complicado entender el dolor, una vez que conoces bien esa función de supervivencia que tiene y aprendes a conocer tu propia experiencia de dolor llegas a entenderlo bien. “Al fin y al cabo, el camino consiste en conocer bien cómo siente tu cuerpo y por qué siente de ese modo. Sin embargo, la aceptación del dolor es un camino un poco más largo y tardamos más tiempo en conseguirlo. Siempre partiendo de la premisa que la aceptación solo es conveniente emplearla cuando no hay nada que modificar o no hay nada que mejorar. Cuando una persona tiene dolor crónico, seguramente que haya muchos aspectos en su vida que sean modificables y algunos aspectos que no sean modificables. Teniendo en cuenta esto, la aceptación tendría sentido solo en los aspectos no modificables”, detalla.
Así puede ayudarnos la psicología
¿Puede, entonces, la psicología ayudarnos a sobrellevar mejor el dolor? La experta aclara que la psicología es otra parte más dentro del abordaje del dolor, en este sentido, es necesaria y muy importante. “El dolor es una experiencia multidimensional que se ve afectada por muchos factores psicológicos: desde el modo de comportarnos cuando tenemos dolor, hasta el cómo nos sentimos, cómo nos relacionamos con los demás cuando tenemos dolor, o qué pensamientos se me vienen a la cabeza en los momentos en los que el dolor se vuelve muy intenso. La terapia psicológica intervendrá con todos estos factores que influyen de un modo significativo en la vida de la persona. Un adecuado tratamiento psicológico del dolor ayudará en gran medida a que las personas que tienen dolor no solo disminuyan su experiencia de dolor y la intensidad del mismo, sino que también contribuirá en hacer que el sujeto lleve una vida lo más adaptada posible”, concluye.