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istock dolor rodilla© iStock

¿Sabrías distinguir entre un calambre, un desgarro muscular o una contractura?

Hay diferentes tipos de lesiones musculares, normalmente, causadas por practicar deporte sin calentar o sin estirar o realizar una actividad física extenuante. Las malas posturas también son las responsables de estas dolencias


Actualizado 19 de mayo de 2023 - 16:23 CEST

Cualquiera de nosotros, en algún momento de nuestra vida, hemos sufrido una lesión muscular más o menos grave y dolorosa. Las contracturas son las más frecuentes y más conocidas, pero los desgarros musculares van a la zaga, sobre todo, en aquellas personas que realizan algún deporte. Los expertos en fisioterapia de la Clínica Poyet nos ayudan a distinguir cada tipo de lesión y, lo que es más importante, a hacer lo posible para prevenirlas.

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Tipos de lesiones musculares

Como comentábamos, existen diferentes tipos de lesiones musculares. Las más frecuentes, que suelen estar relacionadas con el deporte, son las siguientes, según el fisioterapeuta Juan Antonio García Noguero, de Clínica Poyet, en Sevilla.

Lesiones directas

Son aquellas que se dan en la extensión muscular que el paciente puede identificar como dolorosa. Pueden surgir por un impacto, un desgarre superficial o una suma de otras lesiones en músculos cercanos con efecto inmediato.

Inflamaciones retardadas

Se trata del dolor que no aparece en el momento en que se efectúa la lesión, sino horas después, cuando el músculo está en reposo.

Calambres

Se trata de contracciones repetitivas, involuntarias y hasta dolorosas de una sección muscular que ha sufrido una sobrecarga durante el día. En general, los calambres musculares aparecen tras haber practicado alguna actividad física que ha resultado extenuante o porque no se ha calentado y estirado bien.

Contracturas

No suelen producirse por una lesión directa, pero sí que generan dolor en la superficie afectada. Pueden durar días, varias semanas, incluso, años, y su gravedad es proporcional a la cantidad de fibras musculares afectadas.

Distensiones y contusiones

La primera ocurre cuando el músculo se extiende más allá de su elasticidad natural sin romperse, causando dolor agudo, junto a una inflamación característica. Por su parte, la segunda es un golpe directo del músculo con una estructura rígida, también es doloroso y son frecuentes en deportes de contacto o en trabajos mecánicos.

Desgarros musculares

Un desgarro muscular es identificable ya que el paciente suele escuchar un chasquido que es seguido por un dolor intenso. Se asocia con la práctica de una actividad física. Pueden ser parciales o totales, y su gravedad depende del músculo afectado, de la extensión del desgarro y de la profundidad del mismo. La inflamación y los hematomas también están presentes.

- Leer más: ¿Puede el yoga ayudar a tratar lesiones musculares?

Cómo prevenir las lesiones musculares

Como decíamos, una mala práctica deportiva, así como otros hábitos como, por ejemplo, cargar demasiado peso, permanecer mucho tiempo en la misma postura (ya sea de pie, sentada, frente al ordenador, atendiendo al teléfono o viendo la tele) pueden provocar daños en los músculos. El estrés también puede provocar lesiones. Los expertos de la Clínica Poyet nos explican qué podemos hacer para evitar que se produzcan:

  1. Cuidar la postura al trabajar. Una mala postura puede acarrearnos problemas toda la vida. Por eso es importante que se insista en adoptar la posición adecuada al trabajar. Hay que sentarse con las piernas bien puestas sobre el asiento y con la espalda erguida. Usar sillas ergonómicas es prudente si pasas demasiado tiempo sentado en el trabajo.
  2. Interactuar adecuadamente con la tecnología. Sujetar el móvil con la misma mano todo el tiempo o, peor, con el cuello, ver la pantalla con la cabeza inclinada hacia abajo o teclear en el ordenador mientras se está acostado son prácticas que afectan lentamente el funcionamiento de los músculos del cuello, brazos, manos y espalda.
  3. Evitar el sedentarismo. Una vida activa, con la práctica de ejercicio físico moderado y regular, puede evitarte este tipo de problemas. Además, envejecerás mejor. . Ya que los músculos estarán acostumbrados a cierto nivel de exigencia, y con el envejecimiento responderán mejor a los nuevos desafíos.
  4. Calentar y estirar el cuerpo antes de entrenar. También es muy importante que calientes y estires las extremidades antes de cualquier actividad física exigente, debido a que estarías avisándole a los músculos que trabajarán con mayor esfuerzo. Terminar el ejercicio progresivamente, sin sorpresas, también ayuda a evitar lesiones musculares a corto, mediano y largo plazo.
  5. Dormir bien y por suficientes horas. Al dormir, tienes que escoger posiciones que no impliquen incomodidades para las articulaciones y músculos, también es imprescindible que descanses suficientemente. De esa forma permites que el cuerpo se recomponga de las exigencias del día pasado, para afrontar las que vendrán después.
  6. Recibir masajes paliativos ante incomodidades crecientes. Este tipo de tratamientos no solo sirven para tratar una dolencia. También pueden ayudar a que estas no se produzcan o minimizar su impacto. Por ello, si notas alguna molestia o tu actividad principal requiere pasar muchas horas en una misma postura, así como si haces deporte físico exigente, acude regularmente al fisioterapeuta. Estos profesionales están capacitados médicamente para prevenir el desarrollo de más complicaciones y para aliviar el dolor que estarías experimentando.

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Cómo acelerar el proceso de curación del dolor muscular

Normalmente, a no ser que se trate de una lesión grave que necesite intervención médica, el dolor que produce desaparecerá pasados unos días. Pero este proceso de curación se puede acelerar, según nos cuenta Amanda Dutruc, farmacéutica de Dosfarma. Estos son sus consejos:

  • Hacer reposo y evitar hacer algún tipo de ejercicio que empeore la lesión.
  • Aplicar frío (hielo o gel con efecto frío) entre uno y tres días después de la lesión durante 15 minutos en la zona dolorida. En caso de utilizar hielo, nunca hay que hacerlo directamente sobre la piel.
  • Aplicar calor con compresas calientes, parches o utilizando una manta eléctrica
  • Proteger la zona afectada con una venda, cabestrillo, rodilleras, muñequeras y coderas. También utilizar muletas si es necesario.
  • Aplicar algún bálsamo, crema o gel que alivie el dolor.
  • Masajear el músculo dolorido. Si es posible, acudiendo a un fisioterapeuta.
  • Utilizar antinflamatorios o analgésicos para reducir el dolor, pero siempre bajo prescripción médica y el consejo de un farmacéutico.

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