La soledad es uno de los grandes males de nuestro tiempo. El concepto de familia ha ido variando y, cada vez más, nos encontramos con personas que pasan sus días sin compañía, algo que es especialmente preocupante en los ancianos, pero no solo. “La soledad tiene una definición simple: circunstancia de estar solo o sin compañía. Sin embargo, el ser humano no solo no se queda con lo aséptico y práctico de este concepto, sino que por múltiples razones lo subjetiviza hasta definirlo como ‘aquel sentimiento de tristeza y melancolía que se tiene por la falta o la ausencia de compañía o por la muerte de una persona’. Si aceptamos la soledad con esta última definición, realmente el estar solo puede llegar a convertirse en el rey de todos los males de la humanidad”, explica la psicóloga clínica y coach ejecutivo Pilar Guerra Escudero.
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Y nos aclara que hemos de distinguir varios tipos de soledad para saber realmente cómo y por qué nos sentimos solos y las soluciones para dejar de estarlo. “Para ello vamos a analizar diferentes tipos de soledad para tener herramientas suficientes con el fin de combatir esta sensación que perfectamente puede pasar de enemiga a aliada, si sabemos gestionarlo”, nos cuenta.
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Identificar la soledad existencial
La psicóloga nos cuenta que este tipo de soledad tiene que ver con la tan conocida sensación de estar vacío, que no tiene que querer decir que no poseamos cosas o no tengamos personas a nuestro lado, sino que tiene que ver con un perenne sentimiento de descontento, frustración, de estar continuamente sintiendo que se está incompleto y que nos falta algo o alguien, que no sabemos qué es o quién es. Este tipo de soledad tiene que ver mucho con las crisis en nuestros valores, en el sentido de no conocer cuáles son exactamente nuestros pilares fundamentales en los que se basa nuestra personalidad. Para ello hemos de hacernos la siguiente pregunta: ¿nuestros valores, nuestras creencias son nuestras verdaderamente o son heredadas o impuestas? La libertad de pensamiento y la libertad para elegir nuestras propias creencias se convierten, por tanto, en el antídoto para este tipo de soledad.
En opinión de la experta, elaborar una lista con diez valores con los que verdaderamente nos identifiquemos puede ayudarnos a saber el sentido que queremos dar a nuestra existencia sin estar condicionados por los valores de los otros.
Identificar la soledad emocional
Para Pilar Guerra, este tipo de soledad tiene que ver con poner todas nuestras expectativas, necesidades y deseos en otras personas. Como el ser humano es imperfecto y suele fallar y mucho, el momento en el que este ser humano se va de nuestro lado, la sensación de soledad por esta ausencia física es más que insoportable, de tal manera que la emoción es de hueco y vacío constante llevándonos a perder nuestra propia identidad. Frente a esto hay que distinguir entre necesidades y deseos. "La soledad emocional, por tanto, se da también aún cuando tenemos al otro a lado nuestro. ¿Cómo es posible esto? Porque pedimos y pedimos, fijándonos más en lo que no nos da que len lo que recibimos de él. No esperar nada, por tanto, es un tema de mantener a raya el concepto de las expectativas, de no depositar exigencia de perfección en el otro para evitar estar continuamente con altas dosis de frustración, ya que no encontramos lo inalcanzable que buscamos. Quizá entonces no haya que buscar en el otro lo que no nos da y hacer autointrospección para contestarnos a la siguiente pregunta: ¿no será que tienes falta de autoestima y la insatisfacción está dentro de ti y eres tú al que le falta algo para darte y no al otro?", reflexiona la psicóloga.
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Identificar la soledad transitoria
Este tipo de soledad se da cuando se termina una relación sentimental, cuando hay un cambio de trabajo importante o incluso cuando nos destinan a otro país o decidimos vivir en otro lado del mundo. "Más que de soledad entonces en este punto podemos hablar de desadaptación o, lo que es lo mismo, de una sensación de dificultad para adaptarse a la nueva situación. Nos ocurre esto porque pensamos que todo es para siempre y no es así. La ansiedad que provoca este tipo de soledad transitoria es eso, transitorio, temporal, que significa que la situación tendrá un final porque todo cambia, nada es perenne, todo es dinámico. Este tipo de soledad se puede afrontar, si primero pasamos por un proceso de aceptación. Tanto si este cambio es decidido por nosotros o, por el contrario, nos viene impuesto, hay que dejar de luchar con lo que ha ocurrido y dar soluciones. De lo contrario, nos instauramos en la queja pasiva en lugar de activamente buscar otros caminos, otras actividades, otras personas y, en definitiva, otros hábitos", nos explica la experta.
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Identificar la soledad crónica
Este tipo de soledad es una manera profunda de ser, un rasgo cronificado en nuestro carácter, por lo que se convierte en parte integrante de nuestra personalidad. Es lo que lleva a la verdadera dependencia emocional o al vínculo extra dependiente hacia el otro, de tal manera que en nosotros se adueña el pensamiento de "sin el otro no soy nadie” e incluso la frase devastadora de "sin el otro no existo”. "Ese tipo de argumentos quedaron atrás en la época melodramática de la literatura de amor, donde de manera extraordinaria la o el protagonista llegaba literalmente a morir bajo la dolencia del síndrome del corazón roto, cuando la o el amante rechazaba su amor. Este tipo de cronicidad en nuestra sensación de soledad es ya patológico y requiere de tratamiento psicoterapéutico e incluso psiquiátrico, ya que deriva en trastornos de la personalidad relacionados con el trastorno de angustia ante la soledad por separación. El sufrimiento por estar solo lleva incluso a estarlo ya que es tanta la necesidad de otro ser humano a nuestro lado, que se comienza a dar conductas torpes llegando incluso a provocar rechazo en los demás", puntualiza Pilar Guerra.
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Identificar entonces lo que es la soledad positiva o adaptativa
En opinión de la experta, también existe un tipo de soledad positiva, que es autoconocimiento personal y es la varita mágica de la verdadera felicidad ya que, al saber relacionarse bien con uno mismo, esto conlleva a la sensación de serenidad que da la libertad de encontrarse en nuestro propio mundo interior. "Eso le da positividad porque la dices tú, la buscas tú y etiquetas estar solo como un premio y no como un castigo. La tranquilidad, la ausencia de ruido, de conversaciones, de palabras tiene altas grados de beneficio. Incluso estudios demuestran que solo así se recupera la energía que perdemos en las relaciones con los demás o cuando estamos acompañados. Estar solos es estar con uno mismo, saberse mantener en privado, parar, pausar, reflexionar y fomentar el autocuidado y con ello la autoestima, así como alcanzar la independencia emocional", nos cuenta. Y añade que conocerse uno mismo y estar solo es elevar el desarrollo y la inteligencia emocional, aspecto que fortalece a lo que llamamos auto concepto positivo que no es otra cosa que un paradigma basado en tres pilares:
- Yo sé estar solo.
- Yo puedo estar solo.
- Yo me merezco estar solo, cambiando así con esto la creencia de que la soledad es un castigo por habernos portado mal.