Pasamos ocho horas diarias trabajando, de media. Incluso más. Por tanto, el trabajo ocupa gran parte de nuestra vida. Si no estamos bien o nos sentimos frustrados en el lugar que ocupamos o en el entorno en el que desempeñamos nuestra profesión, ¿cómo afectará esto a nuestra felicidad o bienestar? La respuesta nos acude rápidamente a la mente: muy mal. Pero no siempre tenemos la oportunidad de cambiar de empresa o de compañeros. Lo que sí podemos hacer es cambiar nosotros mismos. Es decir, la manera en la que nos relacionamos con nuestros jefes y colegas, y los pensamientos que tenemos acerca de lo que hacemos y lo que nos reporta.
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Aun así, hay que poner ciertos límites y de ello nos habla la psicóloga Elena Olaiz (elenaolaiz.com), especializada en terapia de acción y creadora del programa estrés laboral.
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¿Qué es ser feliz y cómo se pueden conseguir en el trabajo?
Es difícil definir qué es la felicidad, pero cuando las personas acuden a consulta y comentan que quieren ser felices, suelen hacer referencia a lo que la OMS define como la salud mental, es decir, sentir un estado de bienestar, sentirse capaz y con recursos propios para hacer frente al estrés normal de la vida y afrontar las situaciones cotidianas, saber gestionar las emociones propias y las de los demás y por supuesto, sentirse parte de un grupo social (amistad, familia, pareja, relaciones laborales…)
Si tienes un puesto de responsabilidad, o, simplemente, vives estresada, y quieres aprender a disminuir el estrés laboral para no acabar quemada con el trabajo, necesitas aprender a reducir y prevenir el agotamiento físico y mental para que tu puesto de responsabilidad deje de afectarte a nivel emocional y así evitar acabar en burnout, es decir, la OMS lo califica como un problema asociado con el empleo y significa: quemarte por el trabajo.
El estrés laboral sostenido en el tiempo, desencadena una serie de síntomas y efectos, muy poco divertidos. ¿Lo peor? Cuanto más se incrusta el estrés más susceptibles e irascibles nos volvemos, más acabamos pagándolo con quién menos se lo merece, comienzan a aparecer consecuencias físicas (que pueden derivar en problemas de salud) y terminas reafirmando que “no estás a la altura” (porque estás agotada mental, física y emocionalmente).
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¿Qué podemos hacer para ser felices y no acabar quemados?
Marcarnos objetivos que queramos conseguir e ir a alcanzarlos, siendo disciplinados en el día a día, con esfuerzo y determinación. Además, debemos tener una actitud flexible donde predomine el querer aprender de los errores, y así con nuestra propia frustración, cuando no hemos alcanzado lo deseado o esperado, atravesaremos la molestia o el dolor que es inevitable en la vida, y que nos prepara para la vida.
Aplicando estos cinco consejos podremos alcanzar la felicidad en el trabajo, sin quemarnos:
- Saber decir que no a un compañero o al jefe. El miedo suele ser nuestro gran enemigo en este tipo de situaciones y por miedo a lo que piensen los demás o a las consecuencias de decir que no, tendemos a estar dispuestos y disponibles para los demás. Pero cuanto más decimos que sí, cuando queremos decir que no, más difícil se nos hace asumir el riesgo de decir que no en un momento verdaderamente necesario e importante para nosotros. Y, por tanto, habitualmente los demás se esperarán un sí por nuestra parte.
- Aprender a parar y acabar la jornada laboral. Absolutamente, todo en la vida tiene un inicio y un fin: a lo largo del día el cuerpo está preparado para estar en actividad y por la noche, sin embargo, el cuerpo necesita reparación y descanso. ¿Y tú de qué equipo eres, de los que trabaja más o de los que trabaja mejor? Si cada uno no pone el límite a la jornada de trabajo, finalmente el cuerpo nos detendrá con un límite de salud que elija.
- Desconectar del trabajo para no sacrificar tu vida. El balance entre la vida y el trabajo resulta imprescindible para que nos sintamos felices con nosotros mismos. De esta manera, podemos disfrutar de lo que queramos en nuestra vida personal, sea seguir los compromisos familiares, personales o sociales, los propios placeres o priorizar el descanso.
- Acallar la mente que crea conflicto centrándose en el aquí y ahora, y con mucha disciplina. El entrenamiento mental produce beneficios muy satisfactorios para quien lo practica, sobre todo mejora la atención y consigue fomentar la tranquilidad y la paz en la persona. Generalmente, nos dejamos llevar de forma impulsiva por nuestros propios pensamientos y juicios, como si no tuviésemos manera de acallarlos, pero esto suele ser un autoengaño muy grande, ya que pasamos mucho más tiempo pensando en lo que podría ser, pero nunca será, que en lo que vivimos en el presente. Por ello, entrenarnos en concentrarnos en lo que estamos en este preciso momento es fundamental.
- Conectar con el cuerpo y escucharlo para mantener la salud. Vivimos tan acelerados y en modo automático que no somos conscientes de cómo nos encontramos y de qué necesitamos, por lo que guardarnos espacios cortitos a lo largo de todo el día para percibir a nuestro cuerpo es un básico dentro de las recomendaciones. De repente, te das cuenta de que necesitas beber agua, respirar o parar y desconectar del trabajo… Y de esta manera puedes concedértelo.
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