Te has propuesto acostarte a una hora más o menos prudente porque mañana tienes que madrugar. La primera parte de la misión la llevas a cabo con éxito. Estás en la cama a las 11. Pero cometes un error. Te llevas el móvil y lo dejas en la mesilla de noche. Antes de apagar la luz, decides echar un vistazo a los mails, las notificaciones y chequeas si has recibido algún otro WhatsApp. Te dices que ya es suficiente, porque sabes que te puedes desvelar. Y te lo tomas muy en serio, porque justo al lado del icono de la aplicación de mensajería instantánea, tienes otros dos que sabes que no debes 'clicar'. Pero la tentación acaba siendo irresistible. Y pasa lo que tenía que ocurrir. Sin darte cuenta, han pasado dos horas. ¿Qué tienen los vídeos de TikTok o los reels de Instagram que causan tanta adicción? La respuesta está en el cerebro.
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Pildoras sensoriales compulsivas
Para explicar los efectos adictivos de determinadas plataformas sociales, el Dr. Augusto Zafra, responsable de la Unidad de Desintoxicación y Patología Dual del Hospital Vithas Aguas Viva, hace referencia a “la prisa sensorial”. El cerebro humano está diseñado “para anticipar el potencial placer mediante el ansia sustentada por la famosa sustancia llamada dopamina que genera una necesidad irrefrenable de ser impactado por estímulos de fácil accesibilidad y placer inmediato que genere pulsos de opioides endógenos y cascadas endorfínicas ‘a golpe de deslizamiento’. Y esto es una realidad porque nuestro órgano cerebral realmente está diseñado para funcionar así”, explica.
Esto nos lleva a una repetición comportamental difícil de controlar. Estas plataformas, además, nos proporcionan mediante sus algoritmos contenidos cada vez más adictivos. Además, utilizan formatos más atractivos, los vídeos cortos. Según Zafra, el video rápido que se utiliza en TikTok “tiene un alto impacto en el sensorio humano, nos provoca una desconexión de la realidad, nos proporciona un placer instantáneo difícil de describir y nos sacude las emociones dormidas”.
De ahí que otras plataformas de la competencia, conscientes del impacto de este tipo de contenidos, hayan optado por otros semejantes. Es el caso de los Reels, de Instagram, o de los shorts, de Youtube.
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Algoritmos cada vez más precisos que nos anestesian
Otro de los miedos de los expertos es que estas redes realmente aciertan cuando seleccionan los contenidos que más te pueden gustar, volviendo la red social cada vez más adictiva y haciendo que pierdas la noción del tiempo que has estado enganchada.
De hecho, el Dr. Zafra ha vaticina que “el futuro diseño de las redes sociales está enfocado al perfeccionamiento de algoritmos cada vez más afinados y potencialmente más adictivos que 'artefacten' las emociones, anestesien de forma silenciosa nuestra voluntad consciente y disminuya la sensación de sufrimiento humano”.
También señala que plataformas que invitan a tener una vida paralela virtual, como el Metaverso, pueden suponer una revolución en la forma que tenernos de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo en general.
Sin embargo, recuerda que las redes sociales no son “ni ángeles ni demonios, sino herramientas digitales al servicio del ser humano que se van perfeccionando cada día” pero ve necesario que cada persona aprenda a “domesticar y dosificar desde temprana edad tanto la cantidad y la calidad de la información que recibe digitalmente y que viene enmascarada bajo los adjetivos de ‘entretenimiento’, ‘sociabilización’, ‘comodidad’ y ‘globalización’, entre otros”.
En este sentido, el doctor Zafra ha señalado que “una autogestión sana del tiempo que invertimos en estas plataformas digitales ‘sociales’ será necesaria para nuestro equilibrio mental". Además, recuerda que los niños y los jóvenes son los más vulnerables y que "los estímulos de alto impacto generados por videos cortos y virales en un cerebro en desarrollo de niños y adolescentes pueden generar un tejido neuronal en el adulto tendente a la hiperestimulación, la inmediatez y a la pérdida de foco atencional similar a lo que ocurre en personas que padecen trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)”.
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