Cuidar la salud mental no es una opción. Es una obligación. Afortunadamente, es algo que hemos aprendido y que los españoles tenemos muy claro. Y es que el contexto social que estamos viviendo en los últimos años, ha afectado de manera evidente a nuestro bienestar emocional. Así lo ha visto el 'Estudio Sanitas: El estado de la salud mental en España', que constata que dos de cada tres personas consideran que la situación económica y laboral es un factor que les genera malestar emocional, especialmente entre las mujeres. Además, los españoles mencionan los problemas derivados de las relaciones familiares o personas cercanas como los asuntos que más afectan a su salud mental, algo que provoca inestabilidad emocional en al menos el 74% de los casos.
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La importancia del eje intestino cerebro
Podemos pensar que nuestra salud mental está en nuestro cerebro. Sin embargo, Nazareth Castellanos, investigadora y divulgadora neurocientífica, señaló durante la presentación del estudio, en el que también se anunció el lanzamiento del programa 'Cuida tu mente', de Sanitas, que se debe abordar desde un punto de vista integral. Porque todo influye, incluso, lo que comemos. Castellanos, a la que hemos entrevistado, nos cuenta que la clave está en la microbiota, esa población de bacterias que colonizan nuestro intestino.
Este conjunto de microorganismos, nos explica, influye en muchos aspectos de nuestra fisiología: en el metabolismo de los nutrientes, en el desarrollo del sistema inmunológico o la resistencia a infecciones y enfermedades. Pero ahora se está viendo que también tienen un papel fundamental en la salud de nuestro cerebro. De ahí que a nuestro intestino se le llame, coloquialmente, el segundo cerebro.
"La microbiota está formada por bacterias, principalmente, de distintos tipos que se alimentan de diferentes nutrientes. Una dieta sana y variada favorece el equilibrio, mientras que una dieta poco saludable y desequilibrada, provoca una disbiosis o desequilibrio y esto afecta a cómo se comportan nuestras neuronas. Por tanto, una microbiota desequilibrada no influye solo en la salud intestinal, sino que acaba repercutiendo en todo el organismo y esto incluye al cerebro. De ahí que una microbiota alterada pueda favorecer el desarrollo de enfermedades psiquiatras, neurológicas y neurodegenerativas", nos comenta.
Esto nos conduce, además, al problema de las intolerancias alimentarias no tratadas. Por ejemplo, la celiaquía, cuando no está diagnosticada y, por lo tanto, el paciente sigue comiendo aquello que le hace daño, puede influir en los factores de neuroinflamación.
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Trasplante fecal para la depresión
La microbiota, como decíamos, influye en nuestra salud mental y en el desarrollo de algunas patologías. De hecho, indica la neurocientífica, "en algunos hospitales privados de España se está realizando una terapia que en Estados Unidos tiene mucho recorrido. Se trata del trasplante fecal para la depresión farmacorresistente". Esta técnica consiste en introducir a través de la nariz del individuo una población de bacterias para que se equilibre la microbiota. Los estudios han visto que puede, además, reducir los síntomas del autismo.
Pero no es necesario recurrir a estas terapias para equilibrar la microbiota si estamos sanos. Como decíamos, lo que comemos influye. De hecho, hay disciplinas, como la psiquiatría nutricional, desarrollada en Australia, que estudian cómo introduciendo cambios en la alimentación de una persona y con la toma de probióticos, se reequilibra esa disbiosis y el estado anímico del paciente mejora.
Por ello, los expertos resaltan cada vez más el papel de una buena alimentación para cuidar nuestra salud emocional. Optar por alimentos frescos, predominantemente frutas, verduras, hortalizas, cereales integrales, frutos secos, así como alimentos ricos en omega 3, como el pescado azul puede contribuye a una mejor salud mental.
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La importancia de la respiración
Nazareth Castellanos añade que no nos podemos olvidar de la respiración y de la necesidad de bajar el ritmo. Y es que cuando respiramos más despacio y nos centramos en el momento presente, logramos silenciar nuestro cerebro de tanto ruido. A larga, el control de la respiración mediante técnicas como mindfulness o la meditación, pueden mejorar, incluso, nuestra agilidad mental y la capacidad de concentración.
"Respiramos unas 20 veces por minuto, cuando lo ideal sería hacerlo unas 10-15 veces. Este ritmo es muy acelerado para nuestro cerebro. Los ritmos de nuestro cerebro son rápidos, para asegurar nuestra supervivencia y que podamos hacer cosas de un gran esfuerzo cognitivo. Sin embargo, para que se puedan generar estos compases, es necesario que haya otras cadencias más lentas. De lo contrario, el cerebro pierde sus 'marcapasos'".
Afortunadamente, podemos darnos cuenta y reducir esa velocidad rápida. Lo podemos hacer con pausas para respirar, mediante, como decíamos, la meditación o, incluso, respetando las horas de ayuno entre comida y comida evitando el picoteo constante, ya que esto obliga al aparato digestivo a trabajar y acelera los ritmos que influyen en nuestro cerebro. También intentando no ir siempre corriendo, ya que eso impide que los ritmos lentos actúen como los directores de orquesta que mejorarán nuestra salud mental.
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Referencias
Nazareth Castellanos et al. A Critical Mutualism – Competition Interplay Underlies the Loss of Microbial Diversity in Sedentary Lifestyle. Front. Microbiol., 22 January 2020
Felice N. Jacka. A randomised controlled trial of dietary improvement for adults with major depression (the ‘SMILES’ trial). BMC Medicine (2017)