Por educación, por la familia, por el lugar donde vivimos o donde trabajamos, por nuestras amigas o, simplemente, por todas aquellas convicciones y pensamientos que forman nuestra forma de ser. Todo ello puede haber hecho que tengamos creencias muy erróneas sobre qué es verdaderamente el amor. Creencias que pueden hacernos mucho daño, porque pueden hacernos aguantar en una mala relación, volvernos infelices, frustrados, insatisfechos y, en definitiva, infelices. La psicóloga Silvia Congost nos habla de algunas de ellas.
Amar es darlo todo sin esperar nada a cambio
Esta es una de las creencias erróneas que más daño nos puede hacer, puesto que podemos aguantar mal en una relación tóxica. Como señala Silvia Congost, si hablamos de amor de pareja, es evidente que el amor no debería ser así. Si en una relación solo se da y no se recibe, tarde o temprano aparecerán la insatisfacción, las quejas, el desánimo, la frustración, el vacío y las carencias. Y con ello bajará la autoestima y aumentará la ansiedad.
Cuando te cases y formes una familia serás feliz
¿Y qué pasa con las parejas que no tienen hijos. Y si no vives en pareja, ¿vas a ser infeliz siempre? Definitivamente, es otra de las creencias que debemos desterrar. Todos hemos crecido con esta idea en nuestra cabeza porque así nos lo han inculcado y así lo hemos visto desde que tenemos uso de razón. Es importante enseñar que casarse y formar una familia es solo una opción, pero que hay muchas otras opciones igual de válidas para ser feliz.
Para que la relación funcione hay que luchar
Decir que luchamos por amor o por una relación de pareja hace que sintamos que nuestro amor es aún más fuerte y que podemos con todo. Esto es, evidentemente, una de las creencias más erróneas que hemos inculcado históricamente a nuestro cerebro. "Cuando alguien tiene que luchar para hacer que una relación funcione es una clara señal de que aquella es la peor inversión que puede hacer. Tenemos que luchar para conseguir un objetivo que dependa de nosotros, pero si una relación no funciona, no funciona", nos hace ver la experta en psicología.
Quien bien te quiere te hará llorar
¡Error! Si alguien te quiere de verdad, lo último que intentará es hacerte sufrir. Todo lo contrario, padecerá si tú lo estás pasando mal. "Nos han transmitido que llorar va implícito en el amor, pero el mensaje que deberíamos transmitir debería ser justamente el opuesto. En una relación vas a llorar, pero el motivo de tu llanto no tiene que ser porque la relación esté en juego ni porque la otra persona lo cause al hacerte sentir mal. En ningún caso un llanto debe ser un estado habitual en una relación. Debemos sentir que nuestro estado es de paz interior, bienestar, armonía e ilusión. ¡Basta de justificar que el hecho de pasarlo mal en una relación es algo normal!", insiste Silvia Congost.
A rey muerto, rey puesto o un clavo saca otro clavo
A nadie le gusta que le dejen y quizá lo que busquemos inmediatamente después de salir de una relación es otra pareja que llene ese vacío."Lo cierto es que cuando acaba una relación necesitamos un período para poder hacer un buen proceso de duelo. En caso contrario, puede ocurrir que, al adentrarnos en una nueva relación, nos vayamos sintiendo cada vez peor", advierte la especialista en parejas.
Si te esfuerzas y le das lo que quiere, volverá a quererte. El amor implica aguantar lo que haga falta
Esta es una creencia muy común y, desafortunadamente, hay muchos jóvenes que piensan así y que creen que cuanto más nos sometamos, le demostramos y aceptamos, más claro va a tener la otra persona cuánto le queremos. Grave error.
El problema viene porque cuando uno de los dos es tan sumiso y está tan anulado al lado del otro, ese otro tiene otra vida más allá de su relación. Tarde o temprano la otra persona se cansará de tener a alguien así al lado y comenzarán a aparecer amenazas de ruptura que lo único que consiguen, es que quien tiene el rol de servicial y sumiso, lo sea aún más. Generalmente, siempre es la otra persona la que deja al sumiso y este no logra comprender por qué y siente que quizá no ha dado suficiente. En esos casos el principal objetivo debe ser siempre recuperar la dignidad, no la relación.
¿Es por baja autoestima?
Muchas de estas creencias erróneas son producto también de una baja autoestima, que una mala relación puede, además, acentuar.
Silvia Congost nos cuenta algunas de las consecuencias más típicas de una autoestima baja:
Dejar pasar la vida: dejar de hacer cosas nuevas, descubrir nuevos rincones, culturas, costumbres, personas...
Crear dependencia emocional con la pareja: hay personas que incluso mantienen relaciones insanas por miedo a no encontrar a nadie más. Viven con miedo a romper el vínculo porque prefieren estar mal acompañados que solos.
Vivir con celos: sentirse poca cosa y no valorarse a uno mismo nos lleva a tener miedo de que la pareja elija alguien mejor. Para alguien con la autoestima baja cualquiera tiene más aspectos positivos, por lo que cualquiera es una amenaza...aunque solo sea en su cabeza.
Falta de autocuidado: una persona con poca autoestima no se prioriza y pondrá por delante las necesidades de los demás. La falta de amor propio nos lleva a comer mal, a tener atracones, a no hacer deporte, a abandonarnos y a vivir con sobrepeso, lo que nos lleva a hablarnos mal, haciendo más grande la herida en nuestra autoestima, dificultando mucho salir de esa rueda tan destructiva.
Perder oportunidades laborales: no atreverse a aceptar promociones internas o postular a nuevas ofertas por miedo a no estar a la altura y por pensar que los otros lo harán mejor.
¿Cómo podemos fortalecer nuestra autoestima?
El primer paso es, precisamente, querer: cualquier entrenamiento supone un esfuerzo, constancia, y voluntad. Para lograr hacer del cuidado de la autoestima un hábito, hay que entrenarla a diario. Vivir con una autoestima sana y fuerte marca una diferencia absoluta en el día a día. Para Silvia Congost, “amarse primero es la base para enfrentarnos a la vida, tomar decisiones y mantener relaciones sanas”, y propone estos trucos para entrenar y fortalecer la autoestima:
- Cuidarse por dentro y por fuera. No sólo es fundamental hacer ejercicio, sino que es importante acompañarlo con una alimentación sana.
- Alegrarse por los éxitos. Es primordial reflexionar a diario para identificar y reconocer nuestros logros. Es una forma de sacar siempre lo bueno de cada día y reconocer de lo que somos capaces.
- Dedicarse tiempo de calidad. De manera consciente, escoger momentos concretos, exclusivos para uno, sin interrupciones. Tiene que ser la ocasión perfecta para conectar con uno mismo, por eso no importa tanto la cantidad sino la calidad.
- Cuidar el diálogo interior. ¿Cuántas veces ha pasado que nos encontramos hablando solos? Buscar esa meditación con uno mismo, hacia adentro, con mensajes y pensamientos positivos que ayuden a fortalecernos.
- Rodearse de personas que sumen. Las operaciones matemáticas por excelencia han de ser la suma y la multiplicación. Tener gente al lado sana que no reste, con la que poder mostrarse vulnerable y que siempre esté para ayudarnos a crecer.
- Agradecer. Que la palabra gracias se convierta en favorita. La gratitud es más que decir gracias, es tener la capacidad de asombrarse y de apreciar la vida. Ayuda a disminuir los niveles de estrés y a aumentar la autoestima.
- Test de personalidad: ¿Eres una persona con baja o alta autoestima?