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Uno de los efectos secundarios de los tratamientos con quimioterapia para el cáncer es la neuropatía periférica. Por ejemplo, dos de cada tres pacientes oncohematológicos la desarrollan. En general, los síntomas son leves. Sin embargo, en algunos casos se pueden manifestar formas más graves de esta condición.
Entre los síntomas más característicos de la neuropatía periférica, destacan “la pérdida de sensibilidad, los calambres, la sensación de hormigueo o acorchamiento y/o la sensación dolorosa al frío o calor, que afecta sobre todo a manos y pies, pero que se puede extender más allá”, ha explicado el Dr. Eduardo Ríos, adjunto del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Virgen de Valme, en Sevilla, durante unas jornadas que organizó Takeda sobre esta patología en el paciente oncohematológico. Además, en casos menos frecuentes, la neuropatía periférica puede también manifestarse como pérdida de fuerza y tendencia a las caídas o incluso como trastornos digestivos o alteraciones de la tensión arterial.
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¿Qué causa la neuropatía periférica?
Algunos medicamentos quimioterápicos dañan los nervios periféricos causando lo que se conoce como neuropatía periférica inducida por quimioterapia. Este tipo de dolencia puede dificultar la vida diaria de los pacientes, ya que ocasiones dificultad para caminar bien, para vestirse o recoger monedas.
Pero hay otras causas que lo pueden ocasionar, como indica la Sociedad Americana contra el Cáncer. Por ejemplo:
- Tumores que presionan los nervios
- Infecciones que afecten a los nervios
- Lesiones de la médula espina
- Diabetes
- Herpes Zóster
- Niveles bajos de vitamina B
- Mala circulación
- Algunos trastornos inmunes
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La importancia del diagnóstico precoz
En el caso de que el paciente esté recibiendo quimioterapia, la Dra. Eva Domingo, del Servicio de Hematología Clínica del ICO-Hospital Durán i Reynals, indica “es muy importante preguntar de forma activa sobre los síntomas a los pacientes en cada ciclo de tratamiento con fármacos neurotóxicos y, ante la duda, derivar al especialista en neurología para que este pueda hacer una exploración neurológica extensa y un electromiograma”.
También es importante recibir un diagnóstico y una valoración médica para que se controle esta dolencia, ya que, debido a la pérdida de sensibilidad se pueden desarrollar diversas complicaciones. Por ejemplo, la persona que sufre neuropatía periférica, puede no darse cuenta de los cambios de temperatura o del dolor en las extremidades, y puede sufrir heridas, quemaduras, así como infecciones o caídas debido a la debilidad que puede ocasionar.
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Factores de riesgo
Aunque no se conocen la causa ni los mecanismos implicados en esta enfermedad, sí se sabe que existen unos factores de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrirla. Es más fácil la aparición de una neuropatía en personas mayores que además tengan enfermedades crónicas como diabetes, alteraciones circulatorias o depresión. Asimismo, el abuso de sustancias como el tabaco o el alcohol y la administración previa de otros quimioterápicos también pueden ser factores de riesgo de desarrollo de una neuropatía.
Además, los fármacos quimioterápicos que más probabilidad tienen de provocar una neuropatía periférica también están clasificados, de forma que los especialistas pueden vigilar más a los pacientes a los que se les esté administrando alguno de estos tratamientos. De esta forma, ante la menor sospecha de una neuropatía periférica, el paciente puede ser valorado por el Servicio de Neurología.
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Tratamiento
El tratamiento de esta enfermedad se basa en controlar la afección que puede producirla y en aliviar el dolor que puede provocar la propia neuropatía periférica. Por ejemplo, se pueden prescribir analgésicos, tratamientos tópicos, estimulación nerviosa transcutánea y fisioterapia.
