En ocasiones, cuando se entra en la espiral de la mentira, podemos encontrarnos con que nos mentimos incluso a nosotros mismos. “La mentira es una forma de evitación de la realidad que realizamos de manera en mayor o menor medida consciente por miedo a los cambios, porque no tenemos los recursos necesarios para adaptarnos a ellos o eso creemos”, nos cuenta Ángel Luis Guillén, director de Psicopartner.
Toca buscar las causas que se esconden tras la mentira. “La mentira puede esconder múltiples causas en función de la persona y la situación en la que se da. En la mayoría de las ocasiones mentimos para buscar una recompensa, como por ejemplo una felicitación o también, mentimos para evitar una situación desagradable, por ejemplo, un castigo. Podemos mentir de forma consciente, es decir, sabiendo que estamos ocultando o manipulando una realidad y en ese caso, generalmente lo hacemos por vergüenza, inseguridad, falta de autoestima o incluso para complacer a los demás. Pero también se puede mentir de forma inconsciente, es lo que conocemos como el autoengaño. En este caso, recurrimos a la mentira para evadirnos de una realidad que no estamos preparados para hacer frente”, añade por su parte Alba Fernández, psicóloga de bluaU de Sanitas.
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Mentirnos para evitar cambios
Una de las dudas que nos surge es si a veces nos mentimos a nosotros mismos, para tratar de evitar cambios. “Efectivamente. El ser humano tiene miedo a lo desconocido, por eso nos resulta tan complicado tomar decisiones inciertas y salir de la rutina o de la zona de confort. Las personas más reacias a enfrentar esta incertidumbre tienden a buscar excusas o a mentirse a uno mismo para justificar no arriesgarse o no realizar cambios en su vida. Generalmente recurrimos al autoengaño para postergar tomar decisiones importantes. De ese modo, por ejemplo, nos podemos llegar a autoconvencer de que nos encontramos cómodos con alguna esfera de nuestra de vida (trabajo, pareja...) con tal de no tomar decisiones”, cuenta la psicóloga. Mientras, el director de Psicopartner matiza que no es tanto para evitar los cambios como para no tener que adaptarnos a ellos de una forma abrupta.
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Las mentiras más habituales que nos decimos
No siempre recurrimos a decirnos las mismas mentiras, pero sí que hay algunos patrones que se repiten. ¿Cuáles son las mentiras más habituales que nos decimos a nosotros mismos? “En función del motivo por el que se miente, la mentira cambia, pero la mayoría de las ocasiones tienen que ver, bien con la imagen que tenemos de nosotros mismos, bien con la imagen que queremos proyectar hacia los demás para sentirnos aceptados y parte de un grupo. Una de las mentiras más habituales suele estar relacionada con la intencionalidad de un cambio de hábito “voy a dejar de fumar” o “voy a empezar a hacer deporte”, quizá sepamos que no es el momento adecuado o que nuestra motivación es baja pero aun así lo verbalizamos para sentirnos mejor”, detalla Alba Fernández. “La evitación de la realidad se puede dar en muchas esferas de nuestra vida cotidiana desde la pareja, cuando sabes que no va bien, que es una relación tóxica por ejemplo, o que no funciona y decides no modificarlo, ni hablarlo, ni siquiera pensarlo… Un caso típico de evitación es ir al cajero a sacar dinero y no mirar el saldo disponible porque es muy ansiógeno…”, añade el experto.
Y no siempre es fácil caer en la cuenta de que nos mentimos a nosotros mismos. “Cuando la mentira y el autoengaño son mecanismos habituales, se vuelve parte del comportamiento e incluso puede llegar a normalizarse”, comenta la psicóloga. Mientras, en opinión de Ángel Luis Guillén, cuando nos damos cuenta, comenzamos a sentir un gran malestar, una tensión que puede acabar por producir mucha ansiedad e incluso depresión.
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Relación con la disonancia cognitiva
¿Tiene relación con lo que se conoce en psicología como disonancia cognitiva? “Lo que se conoce como autoengaño está relacionado con la disonancia cognitiva. Cuando se dan situaciones en las que nuestros valores o pensamientos se ven afectados, buscamos maneras de evitar el “sufrimiento” que nos producen nuestros actos a través de la mentira. En la disonancia cognitiva la mentira es un mecanismo de defensa ante la incongruencia o incoherencia que sentimos”, apunta la psicóloga de Sanitas.
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Consecuencias de mentirnos a nosotros mismos
Les preguntamos a los expertos cuáles son las consecuencias de actuar así. “La peor de las consecuencias que se puede observar es la de perder la capacidad de distinguir entre qué verbalizaciones son reales y cuáles no. Por otro lado, cuando mentimos de forma continua es frecuente que se comience a sentir inseguridad, agobio, sentimientos de culpa, baja autoestima, incluso que tienda a aislarme de otras personas para evitar enfrentarme a las preguntas que me puedan hacer relacionadas con las mentiras”, nos dice la psicóloga.
“Además del malestar psíquico, evitar la realidad tiene como consecuencia una mala gestión de nuestra vida, mover mal las fichas en el juego de nuestra vida, lo cual a la larga traerá consigo circunstancias aún más complejas y dolorosas que las que se pretendían evitar”, añade el experto.
Poner freno a esta situación
Cuando nos damos cuenta de que está ahí el problema, nos planteamos cómo podemos poner freno a esta situación. “En primer lugar, es importante identificar si estoy mintiendo y cuál es la finalidad de la mentira. Mentir suele ser una estrategia costosa a largo plazo, ya que hace que evite situaciones a las que sería recomendable que me enfrente con el objetivo de ponerle solución. No siempre estamos preparados para enfrentarnos a la realidad, por ello si no eres capaz de enfrentarte con las herramientas que tienes sería recomendable empezar a tratarlo de la mano de un profesional que, además de identificar la causa, puede ofrecer las pautas adecuadas para reconducir esta situación”, concluye la psicóloga de Sanitas.