Es una sensación incontrolable. Tal vez no existe un motivo, pero aun así, te pones nerviosa. Y hay para quien los nervios son casi incontrolables. En ocasiones pueden llegar incluso a desembocar en una crisis. “La crisis nerviosa no es en sí una patología tipificada, sino que es un término que se utiliza para describir un estado psíquico y emocional particular, intenso pero breve, durante el cual sentimos una pérdida de control sobre nuestros actos, pensamientos y emociones; que puede ser causado por una gran cantidad de circunstancias y cuyo efecto tendrá que ver con la constitución psíquica de quien lo experimente. Es por ello que algunas personas pueden atravesar experiencias intensas sin alterarse, mientras que para otras sería intolerable experimentarlas sin desbordar en una crisis nerviosa. Esto es así porque las causas de las crisis de nervios son contextuales, lo cual permite por ejemplo que un policía entrenado pueda enfrentarse a una situación de violencia sin perder el control mientras que otras personas pueden atravesar una crisis nerviosa por una simple discusión por el precio de la gasolina”, nos comienza detallando el psicólogo Damián Murga, de mundopsicologos.com.
Y nos explica que, en cualquier caso, siempre habrá que tener en cuenta que el factor principal que predispone a la aparición de estas crisis es sin lugar a dudas un estrés sostenido a lo largo del tiempo acompañado por una situación desestabilizadora que la desencadena ante la falta de recursos personales para enfrentarla.
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¿Cuáles son los síntomas de una crisis nerviosa?
El experto nos detalla que los síntomas de una crisis nerviosa pueden ser muy variados, raramente aparecen todos juntos y más bien se presentan de acuerdo con la personalidad de quien la sufre.
- Son similares a los de los episodios de ansiedad y afectan las áreas física, psíquica y conductual.
- Entre los síntomas físicos más comunes encontramos los temblores, las palpitaciones, el cansancio, la falta de apetito o el insomnio; los principales síntomas psíquicos son la confusión general, el bloqueo mental, la fuga de pensamiento y la desorientación en tiempo y espacio.
- Y a nivel conductual soy muy habituales la irritabilidad, la falta de control en los movimientos, el llanto intenso, la tendencia al aislamiento e inclusive las autolesiones, generalmente, en forma de golpes rítmicos como intento de bajar la intensidad de la emoción dominante que en general es el miedo o la ira.
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¿Qué diferencia el nerviosismo de la ansiedad?
Tal y como nos explica el experto, la ansiedad sí es un trastorno mental tipificado que se sostiene a lo largo del tiempo y acompaña a quien la padece en su día a día, tiene siempre al miedo como emoción predominante y se va formando a lo largo de la vida del individuo a través del aprendizaje como medio de escape frente a determinadas situaciones que interpreta como amenazantes. “En cambio, el nerviosismo -pensado por fuera de una crisis- puede entenderse como un rasgo de personalidad que se caracteriza por el aumento de la atención sobre el ambiente como intento de mantener el control de un medio percibido como hostil”, nos detalla.
Y matiza que, tomando en cuenta el binomio ataque-huida que se impone instintivamente como forma de enfrentar una amenaza inesperada, la ansiedad estaría regida por la huida y el nerviosismo por el ataque. “Esto quiere decir que frente a un estímulo desestabilizante, una persona ansiosa tenderá a la evitación mientras que una persona nerviosa enfrentará la situación aun a costa de la pérdida del control”, nos dice.
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Causas del nerviosismo
Hay personas especialmente nerviosas, aparentemente sin motivo, ¿cuáles pueden ser las causas? “A lo largo de la vida nos encontramos con muchas personas nerviosas, algunas de ellas parecieran no tener motivo para estarlo. Sin embargo, debemos tener en cuenta que este motivo siempre existe cuando los nervios son una característica de personalidad y las razones pueden ser de dos tipos”, nos cuenta. Y nos las detalla a continuación:
- En primer lugar esta disposición podría estar marcada por una cuestión física ya que la personalidad nerviosa puede ser una condición genética.
- Por otro lado, este tipo de afrontamiento es aprendido a lo largo de la vida, sobre todo en la primera infancia. Teniendo en cuenta estos dos factores podremos entender que la conducta nerviosa no solo está signada por el medio que nos rodea sino también por la forma en que aprendimos a lidiar con él y lo que nuestra información genética nos ha aportado para decodificarlo.
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Estrategias que pueden ayudarnos
La pregunta clave: ¿qué estrategias tenemos a nuestro alcance para calmar los nervios? El psicólogo nos dice que la primera y más importante de las estrategias es sin dudas la prevención y, para ello, siempre volvemos a los pilares de la salud mental:
- Descanso.
- Alimentación sana.
- Ejercicio físico.
- Actividades intelectuales estimulantes.
- Mindfulness o meditación.
- Una vez llegada la crisis, lo más recomendado son los ejercicios de respiración para intentar alejar la atención de la situación estresante y concentrarnos en recuperar la calma.
¿Y si el autocuidado no función?
Hay ocasiones en que estos remedios de autocuidado no funcionan, ¿qué recomienda en ese caso? “Cuando estos recursos de autocuidado no resultan suficientes o si las crisis aparecen de forma recurrente lo recomendable es buscar atención de un profesional de la salud mental para tratar los problemas de fondo que puedan estar generándolas. En ocasiones puede ser necesario un tratamiento psicológico acompañado por psicofármacos, de forma que puedan alcanzarse niveles emocionales estables que nos permitan trabajar estos problemas y lograr así poder trabajar en extinguir las crisis”, nos explica.
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Controlar los nervios
Llegados a este punto, nos planteamos si se pueden llegar a controlar los nervios o para algunas personas es misión imposible, es algo inherente a ellos. “Los nervios siempre pueden llegar a controlarse, incluso para aquellas personas que por predisposición genética los viven como parte de su personalidad. Existen tratamientos específicos y que presentan excelentes resultados. Con el seguimiento adecuado de un profesional que tenga en cuenta las necesidades y capacidades del paciente, incluso las personalidades más nerviosas pueden alcanzar un grado de paz interior que les permita vincularse con el medio y con ellos mismos de manera saludable y armónica. La respuesta es un contundente sí, siempre es posible vivir la vida de un modo más apacible”, concluye.