Estos días seguro que vas a oír hablar mucho de la artritis. Y es que, con motivo de la celebración del Día Nacional de la Artritis, que tiene lugar el 1 de octubre, la Coordinadora Nacional de Artritis (ConArtritis) pone en marcha una nueva edición de su campaña “Octubre, mes de la artritis y espondiloartritis”, con un objetivo claro: dar visibilidad a un conjunto de enfermedades como la artritis reumatoide, la artritis psoriásica, la artritis idiopática juvenil y la espondiloartritis, que afectan a más de un millón de personas en España, condicionando su vida personal y profesional.
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Y es que estas patologías reumáticas tienen un gran impacto en las personas que las padecen. Sobre estas enfermedades nos ha hablado la doctora Raquel Almodóvar, Médico especialista en reumatología en el Hospital Universitario Fundación Alcorcón, Miembro de la SER (Sociedad Española de Reumatología), GRESSER ( Grupo Español para estudio de Espondiloartritis), ASAS ( Assessment of Spondyloarthritis international Society), SORCOM (Sociedad Reumatología Comunidad de Madrid) y embajadora del movimiento #ReumaFit de la Sociedad Española de Reumatología.
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Las enfermedades reumáticas como la artritis reumatoide y las espondiloartritis, ¿son enfermedades que condicionan en gran medida la calidad de vida de quien las padece?
Las enfermedades reumáticas forman parte de las patologías que tienen mayor repercusión sobre la calidad de vida, causando problemas en el día a día de los pacientes, puesto que repercuten a nivel de las actividades domésticas, laborales y sociales. Esta situación se hace especialmente evidente en los pacientes con artritis reumatoide y espondiloartritis, debido a que son enfermedades que causan dolor crónico y pérdida funcional.
¿Qué diferencia la artritis reumatoide y la espondiloartritis?
Ambas causan inflamación de las articulaciones (artritis), sin embargo, en las espondiloartritis se pueden afectar también las zonas donde los ligamentos y tendones se unen a los huesos, llamadas entesis y la columna vertebral. En relación a las pruebas de laboratorio, las espondiloartritis están asociadas con el gen HLA-B27, en contraste con la artritis reumatoide, que es el factor reumatoide. Por otro lado, existen diferencias en las lesiones óseas entre la artritis reumatoide y las espondiloartritis a nivel radiográfico y probablemente también en sus mecanismos. En la artritis reumatoide la lesión característica es la erosión con osteopenia, mientras que en las espondiloartritis, además de las erosiones, lo son la osteólisis, la esclerosis ósea y la neoformación ósea.
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¿Cuáles son los síntomas que nos alertan de que podemos estar ante una de estas dolencias?
Ambas afectan a las articulaciones dando lugar a artritis periférica que produce dolor, hinchazón e incapacidad para movilizar la articulación. En el caso de las espondiloartritis, nos podemos encontrar otros síntomas como la dactilitis, cursa con dolor e hinchazón de los dedos y da un aspecto de “dedo en salchicha”. También se pueden inflamar las entesis dando lugar a la entesitis, que produce dolor intenso y limitante. La localización más típica es el tendón de Aquiles.
Y cuando la inflamación se localiza a nivel de las articulaciones de la columna y/ o sacroilíacas hablamos de afectación axial. Se caracteriza por un dolor en espalda (a nivel cervical, dorsal o lumbar) o región de nalgas o glúteos, de características “inflamatorias”, es decir, aparece con el reposo prolongado, despierta en la segunda mitad de la noche, mejora con ejercicio y con medicamentos antiinflamatorios.
En definitiva, ante la aparición de cualquiera de estos síntomas articulares se debe derivar al paciente al reumatólogo, para un diagnóstico y tratamiento precoz con la finalidad de evitar daño articular.
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¿Hay personas con más riesgo de padecer estos problemas de salud?
Generalmente sobre individuos genéticamente predispuestos actúan factores externos, como procesos infecciosos (estreptococo, HIV, VHC), tabaco, obesidad, microtraumas, incluso estrés, que van a provocar una respuesta anómala del sistema inmunitario, que es el sistema de defensa de nuestro organismo, desencadenando el proceso inflamatorio y la enfermedad.
Una vez que se realiza el diagnóstico, ¿cuál es el protocolo para tratar de mitigar los síntomas?
El objetivo es iniciar el tratamiento, lo más precoz posible para evitar daño estructural e incapacidad funcional y siempre de una forma individualizada en cada persona. El tratamiento se basa en la utilización de fármacos que tienen diferentes misiones. De forma general se puede diferenciar entre los fármacos que controlan sólo los síntomas –tratamientos sintomáticos– y aquellos que tienen un efecto más profundo sobre los mecanismos de la enfermedad –fármacos modificadores de la enfermedad o FAME-. Los corticoides son otro grupo importante de medicamentos que están a mitad de camino entre los tratamientos sintomáticos y los FAME, pues comparten características de unos y otros. Los tres tipos de medicinas se combinan de diferentes maneras en función de la gravedad de la enfermedad y las características particulares de cada paciente. En la gran mayoría de los casos se puede tratar de forma muy eficaz, permitiendo que los pacientes tengan una buena calidad de vida.
¿Es el ejercicio buen aliado de los pacientes con estas enfermedades reumáticas?
La práctica de ejercicio físico es un pilar fundamental en el tratamiento de estas enfermedades reumáticas inmunomediadas (IMIDs), tal como recomiendan las diferentes guías clínicas nacionales e internacionales. Diferentes estudios describen que estas personas son menos activas y más sedentarias que la población general, estimándose que sólo una de cada tres alcanza los mínimos de actividad física recomendados por la OMS (Organización Mundial de la Salud). Otro hecho relevante es que cuando se prescribe ejercicio, la adherencia suele ser baja, aproximadamente menos de un 50% continúan realizándolo después de 6 meses.
Todo esto se traduce en que, a día de hoy, la práctica de ejercicio físico en personas con artritis reumatoide y espondiloartritis es una necesidad pendiente de cubrir. Y para animar a nuestros pacientes a realizar ejercicio, decir que la mayor parte de la actividad física y sobre todo el ejercicio aeróbico y de fortalecimiento, realizados de forma regular tienen un efecto antiinflamatorio. Porque la contracción muscular segrega unas sustancias llamadas mioquinas que son las responsables de los beneficios del ejercicio físico. Disminuyendo el dolor, la actividad inflamatoria, la fatiga, mejora la función física, la flexibilidad, la fuerza muscular y la masa ósea.
También produce efectos a nivel psíquico: mejorando la ansiedad y la depresión, patologías frecuentes en estas personas. Incluso el ejercicio previene un gran número de enfermedades: como la diabetes, la HTA, enfermedades cardiovasculares y puede ayudar al control del peso mejorando el pronóstico y la respuesta terapéutica.
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¿Y deben prestar también atención a su dieta?
Es importante seguir una dieta mediterránea rica en fruta, verdura, pescados ricos en Omega-3, frutos secos y aceite de oliva, puesto que recientes estudios han demostrado una disminución del riesgo cardiovascular con esta dieta. Por otro lado, la dieta mediterránea ayuda a controlar el peso y evitar la obesidad, la cual tiene efectos perjudiciales en personas con artritis reumatoide y espondiloartritis, al incrementar el riesgo cardiovascular y empeorar la respuesta a los tratamientos.
¿Son pacientes que pueden llegar a necesitar ayuda psicológica para afrontar su día a día, sobre todo al tratarse de enfermedades de carácter crónico?
Las personas con este tipo de enfermedades reumáticas inmunomediadas (IMIDs) presentan trastornos del estado de ánimo, sobre todo ansiedad y depresión, de forma más prevalente que en la población general. Por ejem el riesgo de depresión se duplica. Los factores que lo condicionan son el dolor crónico, la fatiga, los trastornos del sueño, la disfunción sexual, la limitación y dificultad para las actividades de la vida diaria. A su vez hay que tener en cuenta que la presencia de depresión se asocia a una menor respuesta y adherencia a los tratamientos. En base a todo lo anterior, identificar y tratar los trastornos emocionales debe considerarse una parte fundamental del manejo integral en estos pacientes. Por eso es importante la atención psicológica hospitalaria que, hoy por hoy, se ofrece en las unidades monográficas o en protocolos asistenciales de algunos hospitales. Muchas asociaciones de pacientes tienen psicólogos para ayudar a los pacientes y sus familiares a afrontar la enfermedad y gestionar las reacciones emocionales que conlleva.
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¿Cuáles son las posibles complicaciones a las que se enfrentan los pacientes con este tipo de dolencias?
Los pacientes con artritis reumatoide y espondiloartritis tienen mayor riesgo de padecer comorbilidades (otras patologías) y complicaciones derivadas de los efectos crónicos de la inflamación, como el aumento de los factores de riesgo cardiovascular, síndrome metabólico, depresión, hígado graso, osteoporosis, enfermedad renal, pulmonar, lo que complica el manejo de estas enfermedades. Además en las espondiloartritis en particular puede haber afectación ocular (uveítis), intestinal (enfermedad inflamatoria intestinal) y cutánea (psoriasis). Por lo que el abordaje debe ser multidisciplinar, implicando a varias especialidades a la vez, junto con médicos de atención primaria y enfermería, porque todos ellos tienen un papel clave en la atención holística por la gran carga emocional, laboral y social que conllevan.
¿Se han producido avances significativos en relación a los tratamientos?
En las últimas décadas, la innovación y el incremento del arsenal terapéutico con la aparición de diferentes tratamientos biológicos y otros llamados pequeñas moléculas de administración oral han permitido cambiar la perspectiva de los pacientes. Mejorando su abordaje, de forma que aquellos pacientes que tenían una calidad de vida muy mermada, hoy día pueden llevar una calidad de vida que podemos considerar muy cercana a la normalidad.
Para terminar, ¿qué consejos le daría a un paciente que acaba de ser diagnosticado con una de estas dolencias?
Cuando la persona recibe la noticia, al ser enfermedades crónicas y que afectan a la calidad de vida, las reacciones pueden ser muy diferentes. Cada paciente lo afronta de una manera distinta y, en general, las reacciones iniciales pueden se algo pesimistas. En este sentido me gustaría transmitir un mensaje de optimismo a todos los pacientes, porque que se tenga la enfermedad no quiere decir que se acabe el mundo, hay que adaptarse a la nueva situación, y gracias a los actuales avances terapéuticos que evitan la progresión de la enfermedad y mejoran la calidad de vida, se puede tener una vida plena. Para conseguirlo y hacer que tu día a día sea más fácil, toma nota de los siguientes consejos:
- 1. Es fundamental estar bien informado, siempre de fuentes fiables, porque cuanto más se conoce sobre la enfermedad, nos va a ayudar a entenderla, aceptarla y poder tomar decisiones consensuadas junto al reumatólogo.
- 2. Confiar en tu especialista: comentarle los miedos, las preocupaciones. Porque una relación médico-paciente abierta y sincera es la mejor solución a los miedos que la enfermedad genera.
- 3. Mantener hábitos de vida saludables como seguir una dieta mediterránea, Realizar ejercicio físico regularmente porque mejora dolor, la movilidad, el ánimo y la salud cardiovascular, Evitar hábitos tóxicos como el tabaco y el consumo excesivo de alcohol, Controlar los factores de riesgo cardiovascular y reducir el estrés.
- 4. Tener una actitud proactiva es de gran ayuda porque un paciente responsable e involucrado puede tener mejores resultados en su salud.
- 5. Acudir de forma regular a las visitas establecidas y cumplir con el tratamiento pautado por el reumatólogo con la finalidad de conseguir un óptimo control de la enfermedad y una mejora en la calidad de vida.
Así que, a partir de ahora, tu actitud y tus hábitos serán clave en la evolución de la enfermedad.