De repente un día te das cuenta de que tu piel está comenzando a estar con menos brillo, ya no bajas de peso tan rápido, tu pelo necesita otros cuidados, sientes ansiedad sin causa aparente, el sueño es intermitente y tu cuerpo ha comenzado a acumular grasa en otros lados. Lo primero que te preguntas es ¿qué me está pasando? Pero no te atreves ni a mencionarlo, como si el mero hecho de verbalizarlo lo acelerara. Tu cuerpo se está preparando, poco a poco, para la menopausia. Hay mujeres que son más sensibles a los cambios. ¿Será que otras no queremos asumirlo y por eso odiamos las señales?
A medida que pasamos el punto más álgido de nuestra fertilidad (al rededor de los 30 o 35 años, la cúspide de la vida) comienza el declive hormonal. Sí, lamentablemente es así. Lo que todas las mujeres tenemos en común es este cambio hormonal que sucede en la menopausia; hay muchos factores que determinan que sea antes o después y lo que no está claro es por qué, hoy por hoy, pasamos más años en esta etapa que en la edad fértil.
Con el nivel de estrés que llevamos y la acumulación de toxinas perdemos la capacidad del sistema biológico de eliminar rápidamente los radicales libres (oxidantes que nos envejecen), reparar el tejido del daño que se causa por el mero hecho del paso del tiempo, con la consecuencia de la tan temida inflamación y el envejecimiento. Cuando la mujer envejece, involucionan todas las glándulas endocrinas como los ovarios, responsables de segregar hormonas como estrógenos y progesterona, dos hormonas importantes en la edad fértil y que se encargan de mantenernos sanas tanto física como mentalmente.
-¿Cuáles son los síntomas que pueden indicar que tienes una menopausia precoz?
Nuestro sistema hormonal se degrada y el poder regenerativo de nuestro organismo se minimiza (qué fue primero el huevo o la gallina), de alguna manera nuestro energía celular disminuye (a través de nuestra mitocondria), comenzando a trabajar más lento dado que depende de la cantidad de estrógenos que segregamos, que es cada vez menor con el paso del tiempo. Nuestras hormonas disminuidas nos llevan a la transición de la menopausia (periodo de 12 meses a partir de la última menstruación), dando por finalizada la etapa reproductiva.
-Consejos 'antiaging' para retrasar el envejecimiento
Entonces podríamos pensar que a partir del declive hormonal, la capacidad de eliminar toxinas, la capacidad de regenerar tejidos, el estilo de vida y la gestión del estrés nos lleva a una anticipación de la menopausia o, por qué no, todo lo contrario, con el consecuente agravamiento de los síntomas o también su ausencia.
¿Qué tiene que ver estrés, microbiota y la menopausia?
Asociamos la menopausia a la vejez, como si de un día para otro, cuando tu época fértil se acaba, nos convirtiéramos en mujeres mayores con el consecuente miedo al rechazo social. Nada más lejos de la realidad, porque el cambio de tipo de estrógenos dominantes (estradiol antes de la menopausia y estrona después) no hace que te vuelvas anciana de un día para otro; eso dependerá de ti y se produce en el tiempo. El tránsito a la posmenopausia es un momento de oportunidades y de autoconocimiento para poder mejorar y ser tu mejor versión.
A medida que las investigaciones actuales avanzan, convergen en que el estilo de vida, la ausencia de ejercicio, los factores medioambientales y el estrés emocional pueden aumentar el estrés físico y con ello el envejecimiento.
Un punto crucial es el estrés emocional y cómo te adaptas a las diferentes experiencias de tu vida. Otro factor importante (que es común en las zonas más longevas como las de Okinawa, en Japón, o la provincia Ourense, en Galicia) es tener sentido y propósito y una vida en colaboración, lo que contribuye a una mejor salud física y emocional.
La gestión del estrés y tener propósitos (ikigai en japonés o la vida que vale vivir) puede ser determinante para fomentar el rejuvenecimiento celular, equilibrar nuestras hormonas y, sobre todo, la salud de la microbiota (bacterias que habitan en nuestro organismo), de la que depende la inflamación, nuestro estado de ánimo, el equilibrio hormonal y el envejecimiento prematuro, junto a muchas otras funciones.
Lo que comemos, lo que pensamos y el estilo de vida puede desequilibrar este ecosistema de bacterias, y de esta forma y, en consecuencia, entramos en un círculo vicioso.
Con el envejecimiento se va limitando la diversidad de bacterias presentes en la microbiota intestinal y bacterias que deberían estar en pequeña cantidad aumentan por el estrés y los malos hábitos, cuyos metabolitos producen inflamación. Por eso es importante incluir alimentos fermentados como el chucrut o aceitunas artesanales para prevenir, y alimentos prebióticos ricos en fibras como los hongos, la granada, judías o lentejas, plátano macho verde cocinado y enfriado un día en la nevera, el té verde Matcha o pistachos, sin dejar de mencionar a las especias, que son ricas en polifenoles y antioxidantes muy beneficiosas para la microbiota. Estos son algunos de los más comunes, pero existen muchísimos alimentos que puedes incluir dentro de una alimentación equilibrada y saludable.
-Los nutrientes que necesitas en las diferentes etapas de tu vida
Soluciones, soluciones, ¿por dónde empiezo?
Existen muchas teorías de cómo retrasar el envejecimiento, pero una demostración muy interesante se basa en experimentos en que los cambios o mejorías suceden cuando mejoramos las costumbres alimentarias al incluir los nutrientes necesarios para tu estilo de vida y una presencia de alimentos o suplementos antioxidantes. Ir un paso más allá en la salud en esta etapa de la mujer es englobar el abordaje de los síntomas de una forma integrativa.
-10 reglas del Ikigai, la filosofía que da sentido a tu vida
Desde luego, para conseguir resultados en mejorar la calidad de vida es necesario tener no solo el peso ideal, mejorar nuestra salud emocional sino asociarla también al ejercicio físico. La eliminación de tóxicos medioambientales están al alcance de nuestras manos, usando productos libres de químicos que utilizamos tanto en nosotras como en nuestras casas; mejorar la calidad de sueño respetando nuestros ritmos circadianos; aprender un idioma nuevo o una actividad diferente puede ayudar a la mejora de la actividad cerebral; practicar la meditación, disfrutar de tu familia, de tu mascota o pasar tiempo en comunidad, reflexionar sobre nuestro propósito, el perdón y la gratitud mejoran el equilibrio hormonal y estimular nuestro potencial regenerativo.
“El manejo del estrés es fundamental para una mejor calidad de vida y existen actividades que pueden incluirse en nuestras rutinas de ejercicio: la práctica de yoga, Tai chi, baile, contacto con la naturaleza”
El ejercicio de fuerza en combinación con aeróbico ofrece varias ventajas, quizás la más importante sea la sensación de bienestar que trae consigo; aumenta la sensibilidad a la insulina y a las enfermedades cardiovasculares, asimismo disminuye la tensión arterial, el peso y la agregabilidad plaquetaria y sus consecuencias.
Estas simples pautas, que van más allá de las predisposiciones genéticas, y la nutrición te ayudan a tener una mejor calidad de vida, para intentar aprovechar al máximo tus posibilidades de que el envejecimiento se produzca lo más tarde posible y nos proporcione más esperanza de vida saludable. Independientemente de tu edad, hay muchas estrategias basadas en la evidencia que pueden ayudarte.